Читать книгу ¿Psicólogo o no psicólogo? Cuándo y a quién consultar - Patrick Delaroche - Страница 4
1
Las dificultades del niño expresan un sufrimiento
El síntoma es una señal de alarma
ОглавлениеLa principal aportación del psicoanálisis consiste en no quitar importancia al síntoma, sino a considerarlo como algo útil para el sujeto que lo ha «fabricado». El niño, como el adolescente o el adulto, no es un personaje pasivo, víctima de su enfermedad o de su entorno, sino un sujeto activo que se defiende como puede de las agresiones vengan de donde vengan, externas o internas. El inconsciente es el que determina su manera de responder a los traumas. Esta respuesta puede ser defensiva e ir dirigida hacia los demás, aunque normalmente va dirigida hacia uno mismo. El síntoma, efectivamente, manifiesta una mezcla de heteroagresividad y de agresividad hacia sí mismo. Por ejemplo, el niño que es agredido con frecuencia durante los recreos intentará resolver solo su problema en lugar de ir a quejarse a un adulto. ¿Por qué? Porque cree que puede superar con sus propios medios el sentimiento de inferioridad que generan en él tales agresiones y porque piensa que contárselo a un adulto agravaría este sentimiento. Según esta lógica, para comprender lo que desencadena sus acciones, llegará a provocar a sus agresores e incluso a preguntarles qué tienen en contra de él (evidentemente con un efecto inverso al deseado).
Los síntomas pueden indicar el inicio de una neurosis. La neurosis, cuya etimología demuestra que al principio se consideraba un trastorno neurológico, es, de hecho, la manera particular en que el niño se defiende de las agresiones de la vida. Puede adoptar diferentes formas, histéricas o fóbicas, igual que puede ser más o menos intensa, o incluso no manifestarse con síntomas visibles o molestos. Una intervención precoz es preferible, porque permite identificar más fácilmente el origen de esta dolencia.
Así, cualquier preocupación justifica el hecho de pedir hora al especialista. No es cuestión de grados de importancia, sino de percepción y de sensibilidad. Mi propósito no es enumerar de manera exhaustiva los síntomas de los niños, sino llamar la atención sobre un tipo de sufrimiento. La ansiedad, evidentemente, parece un síntoma claro de sufrimiento. Está claro que el niño que llora mucho y se encierra en sí mismo es infeliz y suscita compasión. Aunque no parezca que esté sufriendo en todo momento, no por ello su sufrimiento silencioso deja de ser intenso. El niño (demasiado) obediente, que saca buenas notas en clase y cuyo comportamiento es irreprochable, también puede «esconder» cierto malestar, así como los trastornos del comportamiento, los conflictos, los malos resultados escolares, que llaman inevitablemente la atención (y que quizás solo sirvan para eso) y que pueden ser muy molestos para los demás. A menudo, las consecuencias manifiestas de este sufrimiento-excitación destinado a llamar la atención del entorno son contraproducentes: un niño cuyo comportamiento es provocador, agresivo, con malos resultados escolares y que constantemente hace tonterías acaba poniendo nerviosos y despertando la agresividad de los padres, que lo interpretan como un comportamiento de mala fe, de desobediencia. Sin embargo, son síntomas que hablan de un sufrimiento imposible de desvelar, y estos niños también necesitan ser comprendidos y aliviados. El especialista está para leer lo que ocultan estas dificultades, con la ayuda de los padres. A continuación, describiré algunas de ellas: