Читать книгу Las psicosis y el vínculo social - Pierre Naveau - Страница 15

LA ALUCINACIÓN Y EL TIEMPO LÓGICO

Оглавление

Propongo recordar lo que Merleau-Ponty llama —página 347 de la Fenomenología de la percepción1 «el debate sobre la alucinación». Así confrontaremos dos posiciones doctrinarias, la posición de MerleauPonty en La fenomenología de la percepción (páginas 344 a 356) y la posición que sostiene Lacan en las páginas 513 y 514 de los Escritos.2

Lacan plantea la pregunta: ¿qué se aprende en la escuela (con una e minúscula)?

La percepción puede ser representada por un vector que tiene como punto de partida el percipiens y apunta al perceptum:


Es a partir del percipiens como se constituye la unidad del perceptum. El perceptum no es múltiple, es uno. La diversidad de estructura del perceptum —el hecho de que el objeto tenga un color, un olor, una sonoridad y que se pueda tener una sensación determinada cuando se toca— sólo afecta en el percipiens, subraya Lacan, a una diversidad de registro, que corresponde a la diferenciación de los sensoriums (la vista, el oído, el tacto, el olfato, el gusto). La vía de retorno está determinada por el hecho de que el perceptum afecta al percipiens. La diversidad de registro de las sensaciones visuales, auditivas, olfativas, etc., no pone en peligro la unidad del percipiens a condición de que éste, precisa Lacan, «se mantenga a la altura de la realidad». De esta manera, Lacan pone de relieve esa cualidad del percipiens, que designa en estos términos: «estar a la altura de la realidad». Alude a una suerte de tensión, simbolizada por el vector.

Lacan definió la alucinación, en la página 514 de los Escritos, de la siguiente manera: «Una alucinación es un perceptum sin objeto». Tal definición implica que, para Lacan, una alucinación es una percepción. Pero allí donde se encuentra el perceptum, no hay objeto. Allí donde, por ejemplo, la alucinación sería: «¡Marrana!», allí donde el sujeto creería que lo tratan de «marrano», no hay ningún objeto de sustancia vocal que corresponda, en la realidad, a ese insulto.

Lacan toma posición. Pone en el mismo saco todas las posiciones que, dice, «se atienen a pedir razón al percipiens de ese perceptum» (él quiere decir: «de ese perceptum sin objeto»). ¿Sería un error de percepción? El sujeto cree oír que se ha pronunciado una palabra, por ejemplo la palabra «marrana», aun cuando esa palabra no haya sido pronunciada por otro. Pero no es un error de percepción, porque el sujeto realmente ha oído decir «¡Marrana!» y él piensa que esa palabra precisamente ha sido pronunciada por algún otro, y no por él.

Lacan anticipa que, cuando esas posiciones se atienen a pedir razón al percipiens de ese perceptum sin objeto, se salta un tiempo.

El problema que plantea la alucinación, como Jacques-Alain Miller ha demostrado en su sesión del 10 de marzo de 1982 de su seminario del tercer ciclo y en la sesión del 27 de mayo de 1987 de su curso Extimité, es un problema lógico, un problema de tiempo lógico.

La tesis de Lacan plantea que la alucinación es un fenómeno no reductible a un defecto en el percipiens que podría situarse a nivel de la diversidad de los sensoriums. Por eso, Lacan afirma, en la página 514 de los Escritos, que la alucinación verbal no es una alucinación auditiva, si lo que se toma en cuenta es la relación del oído con la sonoridad, más exactamente la relación del «acto de oír» con la «modulación sonora».

Antes de exponer la solución que propone Lacan al problema de la alucinación, introduzco un suspenso: el tiempo necesario para recordar cuál es la posición de Merleau-Ponty en la Fenomenología de la percepción.

Las psicosis y el vínculo social

Подняться наверх