Читать книгу Las psicosis y el vínculo social - Pierre Naveau - Страница 5

Оглавление

INTRODUCCIÓN

Las psicosis y el vínculo social: este objeto de estudio ha sido constituido a partir de una preocupación mía, la de interrogarme sobre las consecuencias de esta enfermedad mental, la psicosis, en relación con la construcción del vínculo social.

LA CONSTRUCCIÓN DEL VÍNCULO SOCIAL A TRAVÉS DE LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

La pregunta que me formulé es la siguiente: en el contexto de lo que Freud ha llamado Das Unbehagen in der Kultur (el malestar en la cultura), ¿cómo abordar el vínculo social desde el punto de vista del psicoanálisis? ¿Qué puede enseñarnos el psicoanálisis sobre ello?

Lo primero que aparece es que el vínculo social es abordado por el psicoanálisis a partir de la estructura del lenguaje y del campo de la palabra.1

En la correspondencia que mantuvo Émile Durkheim con su sobrino Marcel Mauss2 en el momento de la creación de L’Année sociologique, hace un siglo, en 1898-1899, se plantea la cuestión de saber qué era un hecho social. En psicoanálisis, el hecho social está considerado como creación en calidad de que hecho del lenguaje. Este enfoque es objeto de discusiones apasionadas en distintos terrenos de las ciencias humanas y sociales, particularmente en el terreno de la filosofía, como lo demuestra la argumentación de John R. Searle en su libro La construcción de la realidad social.3

Esta reflexión filosófica, referida al planteamiento de Berkeley y de Kant, es útil a las ciencias sociales en la medida en que pone el acento en la relación entre el sujeto de la palabra y la construcción del vínculo social.

Desde esta perspectiva, mi interrogación se refiere precisamente a la articulación lógica que existe entre el sujeto de la palabra y el vínculo social, teniendo en cuenta el recorte epistemológico introducido por Freud a partir de 1895, es decir, a partir del descubrimiento del inconsciente.

LA DESTRUCCIÓN DEL VÍNCULO SOCIAL POR EL HECHO DE LA ENFERMEDAD MENTAL

La experiencia clínica pone de relieve una paradoja relativa a la psicosis. Muestra que el sujeto psicótico, de una u otra manera, encuentra un lugar en la sociedad, aunque, sin embargo, para él el vínculo social está deshecho. Lo que nos enseña el psicoanálisis es que existe esencialmente una diversidad de «posiciones subjetivas del ser» repartida, de hecho, en diferentes «modos de ser». El «modo de ser» que caracteriza la posición del sujeto psicótico con relación a la estructura del lenguaje consiste en estar dentro de la sociedad y a la vez fuera del vínculo social. El problema que plantea entonces la psicosis es justamente el de la ausencia de vínculo social.

Se tiene tendencia a considerar al sujeto psicótico como una persona irresponsable, es decir, como alguien que no puede responder de sus actos. Es como si sus actos se llevaran a cabo sin razón. En su artículo titulado «Salud mental y orden público», publicado en castellano por la revista Uno por Uno, n.º 34,4 Jacques-Alain Miller hace notar que la palabra «responsabilidad» tiene consonancia con «respuesta». La responsabilidad, dice, «es la posibilidad de responder de sí mismo» —de sus palabras y de sus actos—. El problema que se plantea entonces es saber si esta enfermedad mental, la psicosis, lleva aparejada la puesta en suspenso del sujeto de derecho, teniendo en cuenta que el sujeto psicótico mismo, llegado el caso, se queja de esta puesta en suspenso, como muestra Louis Althusser en su libro El porvenir es largo.5

El sujeto psicótico tiene una posición tal respecto del lenguaje y de la palabra que le es imposible responder de un enunciado a causa de su relación con la enunciación. Hay allí, pues, un impasse real. El obstáculo con el que se encuentra el investigador, interesado en las palabras y los escritos de un sujeto psicótico, es que toma en cuenta lo que dice éste, mientras que el sujeto es incapaz de asumir la responsabilidad de lo que dice. Por eso, como ha mostrado Freud, desde 1895, en su «Manuscrito H», el psicótico rechaza la culpabilidad.6 Niega, dice Freud, el reproche, que hace del sujeto del inconsciente un culpable, incluso un acusado. Acusa, por el contrario, al otro de la falta, no la pone a su cuenta, la pone a cuenta del otro. Como indica Jacques-Alain Miller en el artículo citado: «Ese al que llamamos un paranoico está en la posición subjetiva del acusador, no del acusado».

El sujeto psicótico está excluido del vínculo social en la medida en que rechaza la culpabilidad. Freud considera, en efecto —esto ha sido retomado por Paul-Laurent Assoun y Markos Zafiropoulos en sus trabajos— que la culpabilidad —por el sesgo del asesinato del padre— es lo que funda el vínculo social.

En ese sentido, el sujeto psicótico no cree en el padre. Para él no hay padre. Él rechaza, se puede decir, la «seducción paterna» y, como cuenta el poema de Jacques Prévert «La pesca de la ballena»,7 considera al padre como un impostor. De modo que niega el vínculo que se transmite principalmente de padre a hijo. Para él, el nudo está desanudado, no hay vínculo que se mantenga.

EL CONCEPTO PSICOANALÍTICO DE VÍNCULO SOCIAL

El vínculo social puede definirse, desde el punto de vista de la orientación lacaniana del psicoanálisis, a partir del concepto de discurso, tal como el doctor Jacques Lacan lo ha elaborado, y, a la vez, a partir de la noción de estructura, que Lacan concibe con la forma de un nudo existente entre esas tres categorías distintas que son lo real, lo simbólico y lo imaginario. Sobre ese punto, desde el principio de su enseñanza, el doctor Lacan se ha referido a Lévi-Strauss y a su Antropología estructural.8

En su artículo titulado «Clinique ironique», aparecido en el n.º 23 de la revista La Cause freudienne, Jacques-Alain Miller destaca el hecho de que la neurosis se construye como una defensa: el sujeto se defiende contra lo real con lo simbólico. Esa tesis puede deducirse particularmente de los primeros escritos de Freud, que datan de 1893-1895, sobre die Abwher-neuropsychosen («las neuropsicosis de defensa»).9

— La neurosis es una construcción que está erigida sobre la base de la cadena significante, con el fin de evitar el choque del encuentro con lo real. La cadena significante, cuya lingüística, la primera, como señala Lévi-Strauss, fue intuida, cumple la función de medio de defensa contra aquello que es rechazado fuera del lenguaje. Para el neurótico, lo simbólico es distinto de lo real, lo simbólico no es lo real. Una barrera protege al sujeto neurótico contra lo que está «fuera de discurso».10 Por eso, para el sujeto neurótico, lo simbólico tiene el valor de un semblante: de una suerte de creación, de ficción, de artificio.

— En cambio, la ironía propia de la esquizofrenia viene, como ha mostrado Jacques-Alain Miller en su artículo, del hecho de que le es imposible defenderse de lo real con lo simbólico. La cadena significante está desanudada; cada elemento del conjunto de los significantes carece de vínculo con los otros. El choque del encuentro con lo real no puede evitarse. Joyce evoca, especialmente en sus «Epifanías», la resonancia de perplejidad y de desesperación que provoca, en el sujeto psicótico, ese choque. Lo simbólico es real. Como dice Freud, la palabra es la cosa misma.11 Adelantar que, como ha hecho el doctor Lacan, para el esquizofrénico, el vínculo social no se mantiene implica entonces que está excluido del discurso (tal como lo concibe el doctor Lacan), que está «fuera de discurso» y, al mismo tiempo, que el nudo que anuda lo real, lo simbólico y lo imaginario, se deshace.

De ahí la pregunta que surge inmediatamente con insistencia: si el vínculo social no existe para el sujeto psicótico, como Samuel Beckett ha manifestado reiteradamente de una manera admirable a lo largo de toda su obra, ¿qué es capaz de suplir esa falta?

LA DISCIPLINA DE LA ENTREVISTA

El método de investigación utilizado está fundado en la disciplina de la entrevista, tal como puede llevarse a cabo en el servicio de un hospital psiquiátrico, con diferentes tipos de pacientes. Para que la exigencia que orienta el trabajo de investigación que allí se efectúa pueda abrirse a la prueba de la enseñanza, se realiza un desplazamiento de orden metodológico. En el transcurso del recorrido epistemológico realizado se ha operado un pasaje, de la entrevista que transcurre en un consultorio a la entrevista que se desarrolla en el marco de lo que se ha convenido en llamar una «presentación de enfermos»12 y que está dirigida a una asistencia compuesta por psiquiatras, psicólogos, estudiantes de psicología, enfermeras, educadores especializados, asistentes sociales, etc. De esa manera, la entrevista está sometida a una suerte de «control» por parte de los asistentes que pueden entonces hacer preguntas, exponer ideas, plantear objeciones, emitir críticas. La característica que tiene la entrevista desarrollada en el marco de una «presentación de enfermos» es la de estar abierta a los debates y de suscitar discusiones.13

RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN

El trabajo de investigación, cuyos resultados presentamos, es la recopilación de una cantidad de textos que fueron escritos en el transcurso de los últimos quince años. Dichos textos tienen un alcance teórico al mismo tiempo que práctico, en la medida en que, como se ha señalado, su fuente es la clínica psicoanalítica de las psicosis y se apoyan en referencias que se sitúan en el campo explorado por Freud y Lacan. Cada uno de los textos se ha reelaborado y adaptado para esta publicación.

Se distinguen cuatro partes:

la voz en el psicoanálisis;

el problema de la identificación en la psicosis;

el niño y la psicosis;

literatura y psicoanálisis.

La primera parte estudia ese «fenómeno elemental» (según la expresión de Clérambault) que es el mecanismo de la alucinación verbal.14 Las voces que oye, o que cree oír, el sujeto psicótico son alucinaciones inherentes al verbo, es decir, al circuito de la palabra, a la forma misma en que la palabra se oye, resuena, en función de la temporalidad que le es propia.

La segunda parte plantea el problema del ser en la psicosis. La manera en que el sujeto se sitúa en relación con la voz y con la mirada desempeña un papel determinante.

La tercera parte aborda un tema doloroso en sí mismo: la evidencia de la psicosis en algunos niños. Si nos referimos al aprendizaje del lenguaje, la partida se juega, en particular, en relación con la hiancia, a la falla que hay o que puede llegar a haber entre la palabra y la frase. En este sentido, debe efectuarse un salto en el momento en que el niño aprende la lengua y que, sin que él lo sepa, desde ese instante es la suya.

La cuarta parte se aventura en el terreno de la literatura, con el fin de descubrir cuál es el síntoma que caracteriza la posición, relativa a la lengua, de escritores como James Joyce y Samuel Beckett.

Se propone distinguir cuatro tipos de resultados principales:

1) el problema de la responsabilidad, tal como se plantea en la psicosis, implica que el sujeto rechaza la culpa del lado del Otro. De alguna manera es la estructura de la psicosis misma la que hace esa elección radical y produce ese efecto de rechazo;

2) el hecho de que no haya lazo social para el sujeto psicótico comporta una cantidad de consecuencias inherentes a la relación con el lenguaje. Por ejemplo, la dificultad de asumir la responsabilidad de la enunciación, la interrupción de las frases que se manifiesta por frases rotas y palabras quebradas o desgarradas, la importancia que se concede a la voz, la sensación de tener la mirada como enemigo;

3) la posición del sujeto psicótico con relación al lazo social se declina según diferentes modalidades que van de la tragedia a la comedia: la soledad, el silencio, el rechazo, el hecho de ser pasto de amenazas y de burlas, pero también el esfuerzo de rigor (compárese Cantor y Wittgenstein, por ejemplo) y cierta ironía;

4) la psicosis no es un problema, sino la solución que aporta la elección de cierto tipo de suplencia al problema planteado por la ausencia de vínculo social. Como demuestran los escritos de James Joyce y de Samuel Beckett, la actividad de la escritura puede constituir esa suplencia.

Las psicosis y el vínculo social

Подняться наверх