Читать книгу Vinculación y autonomía a través de los cuentos - Rafa Guerrero - Страница 13

2.4 IDEAS CLAVE

Оглавление

∘ Los celos son una de las emociones más frecuentes que pueden experimentar nuestros hijos.

∘ Los celos son un problema de tipo emocional y denotan una incapacidad o dificultad para adaptarse a la nueva situación que está viviendo el menor.

∘ Los celos implican una serie de cambios en el niño a nivel emocional, cognitivo y conductual.

∘ Las consecuencias de los celos pueden evidenciarse en diferentes ámbitos de la vida del menor: alimentación, sueño, socialización, conducta, estado de ánimo, rendimiento académico, etc.

∘ Son muchas las situaciones que pueden generar celos en los más pequeños de la casa, pero en este capítulo nos hemos centrado en los celos ante el nacimiento de un hermanito.

∘ La llegada de un hermano puede provocar síntomas tan variopintos como conductas disruptivas, problemas para conciliar el sueño, terrores nocturnos, ansiedad, irritabilidad, etc.

∘ Aunque sea una etapa complicada y de muchos cambios, creemos que es una buena oportunidad para mejorar y aprender como familia.

∘ Lo mejor que podemos hacer es armarnos de paciencia y cariño para tratar de ayudar a nuestro hijo mayor a que se adapte a la nueva situación.

∘ Etiquetar, nombrar y legitimar la emoción en cuestión (celos) siempre es muy positivo para el niño.

∘ En contra de lo que se piensa habitualmente, permitir las regresiones en diferentes ámbitos de la vida también puede ayudarle.

∘ Metafóricamente, consiste en pasar de ser un triángulo a ser un cuadrado.

Cuento. Las dos casas de las golondrinas

Para qué sirve este cuento

Como se ha explicado, es normal que determinadas situaciones generen celos en los niños, especialmente en los niños más pequeños, los que cursan infantil y los primeros cursos de primaria. El objetivo del cuento de este capítulo es facilitar una herramienta para ayudarlos a identificar esta emoción y gestionarla de forma adecuada para, finalmente, dejar de sentirla.

Este cuento se centra en una de las situaciones que suele generar celos en los niños y en los hermanos: tener que compartir el amor y la atención de los padres. Se ha elegido esta situación porque ocurre con frecuencia y porque lo que se va a mostrar y recomendar, a partir de esta situación, es fácilmente extrapolable a otras que también generan celos en los niños.

Cuando un niño tiene un nuevo hermanito o cuando un hermano pequeño se enfrenta al hecho de que sus padres realizan actividades con su hermano mayor que con él aún no pueden hacer, es normal que aparezcan los celos. Esta emoción lleva a los niños a experimentar un fuerte dolor e inquietud al sentir que:

• el amor de sus padres por ellos ha desaparecido,

• parte del amor que sus padres sentían por él ha pasado a estar depositado no en ellos, sino en su hermano, o

• su hermano les va a quitar aquellos aspectos de la relación con sus padres que son exclusivos de él.

Es normal y esperable que aparezcan estas sensaciones dentro del corazoncito de los niños al ver a sus padres interactuar con su hermano, porque los niños no tienen aún todas las capacidades cognitivas y emocionales adultas. Los niños son personas en desarrollo, por tanto, en muchos momentos de su proceso evolutivo, sin estas capacidades, no comprenderán adecuada y objetivamente las realidades que viven y sentirán celos. Ahora llegan las buenas noticias: con nuestra ayuda sí podrán alcanzar esta comprensión y es nuestra labor apoyarlos para que lo consigan.

Un ejemplo análogo a lo que sucede en las situaciones en las que los niños sienten celos es la incapacidad de los pequeñines hasta los 6-7 años para comprender plenamente la conservación de los sólidos. Puede que ahora esto le suene incomprensible, pero enseguida lo entenderá. Déjeme que se lo explique. Si a un niño de tres años le damos una chocolatina y la partimos delante de él, es decir, nos ve romperla, puede que se ponga a llorar, que experimente un dolor muy fuerte. Este dolor no se produce solo porque la hemos roto, ya que también él iba a romperla al comérsela. Este dolor se produce porque aún no tiene la capacidad cognitiva que nos permite entender que, aunque un objeto se rompa en dos partes, esas dos, sumadas, tienen la misma cantidad de masa que tenía el objeto no roto. Esta capacidad es lo que se denomina conservación de los sólidos. Los niños no nacen con ella, la tienen que ir desarrollando, y hasta los 6-7 años no está plenamente construida en el cerebro. Sin esa capacidad, o sin esa capacidad plenamente desarrollada, el niño de nuestro ejemplo no puede más que pensar que hay menos chocolate ahora que se ha partido su chocolatina. Por tanto, al creer que ha perdido parte de su chocolate y que ahora no se va a comer todo lo que él pensaba, sentirá que la vida le ha tratado muy injustamente, que le ha quitado parte de su chocolate, por lo que se enfadará y llorará. La realidad es que hay el mismo chocolate, pero el niño no es consciente de ello y, por este motivo, siente ese dolor emocional.

Cuando llega un nuevo hermanito a la familia o cuando hacemos cosas con los niños mayores que no llevamos a cabo con los niños más pequeños, la realidad es que los queremos igual. Tenemos amor suficiente para seguir queriendo con la misma intensidad al hermano mayor y para darle el mismo amor al pequeño.

Pero de igual manera que hasta que no tienen 6-7 años no poseen la noción de la conservación de los sólidos totalmente desarrollada, los niños no disponen de la capacidad para comprender la “conservación del amor”, que se consolida incluso más tarde. Es decir, un niño no puede entender que tener un hermanito, sea pequeño o mayor, no supone que el amor de sus padres se divida en dos (el tiempo para él sí se divide; el amor, no). Dicho de otro modo: el niño aún no comprende que seguirá recibiendo el mismo amor que tenía y su hermano será ofrendado con una cantidad equivalente. Por este motivo tenemos que entender que sientan celos, de la misma manera que comprendemos que en los dos trozos, que suman una chocolatina igual que la entera, ellos vean menos chocolate.

Una cosa es que entendamos esos celos y otra diferente es que los niños estén en lo cierto y que los tengamos que dejar con una representación inadecuada de la realidad. No, nos toca a nosotros ayudarlos. Es nuestra labor apoyarlos para que cambien esa representación incorrecta que tienen de la realidad y dejen de sentir celos. Además, recuerde las buenas noticias: con nuestra ayuda sí podrán. Este cuento pretende ser una herramienta para conseguirlo.

De la misma manera que en el caso de la chocolatina al niño le tenemos que mostrar y explicar, juntando los dos trozos, que hay la misma cantidad de chocolate, para que, después de muchas repeticiones de esta experiencia, comprenda la realidad, con la “conservación del amor” tenemos que hacer lo mismo.

Para que los niños entiendan la “conservación del amor” hay que poner el acento en estas ideas:

• Aunque ahora el tiempo que pasamos con ellos es menor, el amor que sentimos es el mismo, igual que, aunque haya dos trozos de chocolatina, el chocolate es el mismo. No olvidemos que los niños tienen un pensamiento concreto, es decir, piensan en función de lo que ven y solo pueden pensar en lo que ven. Por lo que, si ellos ven menos tiempo, pensarán que hay menos amor. Con nuestra ayuda podrán aprender que, aunque vean menos tiempo, en realidad en nuestro corazón hay el mismo amor hacia ellos.

• Empezar a compartir nuestro tiempo con una nueva persona no supone que a las que ya estaban en nuestra vida las queramos menos, sino todo lo contrario: las queremos lo mismo o incluso más.

• Los papás, las mamás y las personas en general tenemos la capacidad para generar más amor. De tal manera que si aparece una persona nueva en nuestra vida no tenemos que repartir el amor que ya tenemos, sino que seremos capaces de generar nuevo amor para la nueva persona.

• El que queramos a una persona nueva no daña el amor y la exclusividad del amor que sentimos hacia las personas que ya estaban. Podemos explicarles a los niños esta idea con el siguiente ejemplo: si tenemos un perro y después adoptamos un gato, querer al gato no lleva a que se pierda la unión exclusiva que tenemos con el perro. Al perro siempre lo querremos muchísimo como un perro y al gato nuevo lo querremos muchísimo como un gato. Incluso a veces tener un gato hace que mi unión “tipo perro” y mi amor hacia el can sean mayores.

Otra cuestión importante es el nivel que han alcanzado nuestros niños en el sentimiento de ser queridos por nosotros. Si hemos conseguido hacer que se sientan muy queridos, incondicionalmente queridos, por nosotros, los celos que experimentarán serán menores. Si el niño llega al momento chocolatina con mucha hambre, probablemente el fastidio que sienta por haber perdido chocolate será mayor. Por lo que siempre es bueno invertir en hacer perceptible para los niños nuestro amor incondicional por ellos. En su vida todo les irá mejor y en nuestra relación con ellos todo irá mejor, sobre todo cuando llegue ese temible momento que es la adolescencia.

Aunque no se pueda evitar que sientan celos, es muy importante ayudar a los niños a que puedan salir de la incapacidad que estos, si se manejan mal, generan para entender y sentir que alguien a quien quieren mucho, si quiere también a otras personas, no deja de quererlos a ellos. Y, por supuesto, para que no sientan el deseo de que aquellos a quien quieren solo los quieran a ellos. Así como para que no necesiten que otra persona solo los quiera a ellos para poder sentirse queridos por esta.

Para todo esto sirve el primer cuento de este libro. Esperemos que les guste y les ayude a enseñar a los niños y niñas a manejar sanamente sus celos.

Las dos casas de las golondrinas

Había una vez un pequeño pueblo famoso por sus golondrinas. Todas las primaveras miles de estas preciosas aves de plumaje negro, azul y blanco llegaban y alegraban a sus habitantes con sus vuelos y acrobacias.

En la casa de Jonás y Joanna había un nido. Las golondrinas lo habían construido en lo alto de una pared que daba a su jardín.

Jonás y Joanna eran dos hermanos de siete y tres años. La mañana en la que las golondrinas llegaron a su pueblo los pequeños estaban enfadados, llorando cada uno en su cuarto.

Jonás lloraba porque pensaba que sus padres querían a su hermana más que a él.

Joanna lloraba porque pensaba que sus padres querían a su hermano más que a ella.

Jonás así lo creía porque sus padres ayudaban a su hermana a vestirse, a partir la comida y a lavarse los dientes, y a él no le ayudaban tanto en esas tareas.

Joanna así lo creía porque sus padres a veces iban con su hermano al cine y a la montaña y a ella no la llevaban. Esos días la dejaban con los abuelos.

Sus padres les habían explicado un montón de veces que los querían a los dos por igual, pero los niños no se lo terminaban de creer. No sabían qué más hacer para que Jonás y Joanna lo entendieran.

Una tarde, mientras merendaban en la terraza, los hermanos volvieron a llorar y a enfadarse por lo mismo de siempre. Todo empezó porque les habían puesto meriendas diferentes. Jonás era celiaco, por lo que tenía que tomar alimentos sin gluten, pero Joanna, no. Por este motivo sus meriendas, comidas y cenas siempre eran distintas.

La mamá y el papá golondrinas volaban por encima de ellos; también estaban dando de merendar a sus pollitos que habían nacido hacía unos días. Volaban primero por los alrededores en busca de pequeños insectos. Después regresaban al nido mientras los pollitos no paraban de piar para que sus padres no olvidaran que tenían mucha hambre. A pesar de estar ocupadas en la merienda de sus polluelos, las golondrinas estaban escuchando a Jonás y a Joanna llorar desconsolados. Decidieron dar la merienda deprisa a los pollitos para ayudar a los niños. Descendieron desde el nido y se posaron en la mesa en la que los niños estaban merendando. La familia se sorprendió mucho, pues, a pesar de ser aves muy amigables, nunca se acercaban tanto a las personas.

La mamá golondrina comenzó a hablar a Jonás y a Joanna.

—Queridos niños, queremos explicaros una cosa para que entendáis al fin que vuestros padres os quieren por igual a los dos, aunque a veces os traten de manera diferente.

Y, después, fue el papá golondrina quien tomó la palabra.

—Queridos niños, no sé si sabéis que nosotras somos aves migratorias. ¿Sabéis lo que eso significa? Pues que en primavera y verano vivimos aquí en España, en vuestro pueblo, pero cuando termina el verano nos marchamos y hacemos un largo viaje hasta África. En África pasamos el otoño y el invierno porque aquí hace frío y en África hace calor. Por este motivo tenemos dos casas, dos nidos. A pesar de tener dos nidos, los queremos a los dos por igual, aunque los tenemos que cuidar de manera muy distinta.

»El nido de vuestro pueblo lo cuidamos con barro. Lo hacemos y mantenemos con tierra de los charcos de vuestro jardín porque está en una pared y el barro es el material adecuado para hacer un nido en una pared de ladrillos.

»El nido de África lo hacemos y cuidamos con palitos y ramitas porque está en un árbol. Estos son los materiales adecuados para hacer un nido en un árbol.

»A cada nido lo cuidamos de una manera diferente, pero ambos son nuestras casas, nuestro hogar, y, por tanto, los queremos igual. Además, tener dos nidos nos hace saber mejor lo especial que es cada uno de ellos.

»Los corazones de vuestro papá y de vuestra mamá, como las golondrinas, tienen dos casas. Una casita eres tú, Jonás, y la otra casita eres tú, Joanna, y aunque os tengan que cuidar de manera diferente, porque sois diferentes, os quieren igual.

A partir de ese momento, Jonás y Joanna entendieron al fin que su mamá y su papá los querían igual; se lo había contado un pajarito.

Recomendaciones para usar este cuento y preguntas para hacer a los niños con las que favorecer la asimilación de los contenidos

Una vez leído el cuento sería importante preguntar a los niños y niñas qué han aprendido de este cuento para comprobar si han entendido los mensajes que hemos querido transmitir con él. Los mensajes son, en primer lugar: tener dos nidos no hace que se los quiera menos, sino que hace que se los quiera igual a los dos, y mucho más a cada uno que cuando había un solo nido. De la misma manera, tener dos o más hijos (sobrinos, nietos, amigos, alumnos…) no hace que se los quiera a cada uno menos, sino que hace que se los quiera más a cada uno e igual a los dos. Y, en segundo lugar: hacer cosas diferentes con cada hijo no significa que los queramos menos, sino que los queremos lo mismo pero cada uno necesita cosas diferentes.

Si no lo han entendido bien se lo podemos explicar incidiendo en estos dos mensajes. Para asimilarlos mejor podemos hacer algunas de las preguntas que proponemos a continuación.

Preguntas sobre el cuento

1. Las golondrinas son aves migratorias, es decir, pasan la mitad del año en un lugar del mundo y la otra mitad en otro. Por eso tienen dos casas, dos nidos. En cuanto a las golondrinas, ¿quieren igual a sus dos nidos o quieren a uno más que a otro?

2. Sin embargo, las golondrinas cuidan de manera diferente a cada uno de sus nidos. ¿Por qué?

3. ¿Estaría bien el nido de barro si se cuidara como si fuera un nido de árbol?

4. Entonces, aunque los cuidan diferente, ¿los quieren lo mismo?

5. ¿Jonás siente que sus padres le quieren igual que a su hermana? Y, sus padres, ¿le quieren igual que a su hermana?

6. ¿Por qué si los padres de Jonás le quieren igual que a su hermana, él no lo siente?

7. ¿Joanna siente que sus padres la quieren igual que a su hermano? Y, sus padres, ¿la quieren igual que a su hermano?

8. ¿Por qué si los padres de Joanna la quieren igual que a su hermano, ella no lo siente así?

9. ¿Crees que Jonás y Joanna aprendieron gracias a las golondrinas que sus padres los quieren a los dos igual, aunque hagan con ellos cosas diferentes?

10. ¿Está bien que los padres de Jonás y Joanna los traten en algunas cosas de modo diferente?

11. ¿En qué sí tendrían que tratarlos igual?

12. ¿Qué consejo le darías tú a Jonás y qué consejo le darías a Joanna?

Preguntas al pequeño a partir de lo leído en el cuento

1. ¿Alguna vez has sentido que mamá o papá te quiera menos que a tus hermanos? ¿Cuándo? ¿Por qué?

2. ¿En alguna otra situación te has sentido menos querido que los demás?

3. Mamá y papá se quieren entre ellos porque son pareja y, además, papá y mamá te quieren a ti. ¿Es así?

4. ¿Que mamá también quiera a papá hace que tú seas menos importante para ella? O, preguntándolo de otra manera, si mamá no quisiera a papá, ¿tú serías más importante para ella?

5. ¿Que papá también quiera a mamá hace que tú seas menos importante para él? O, preguntándolo de otra manera, si papá no quisiera a mamá, ¿tú serías más importante para él?

6. Si mamá no quisiera a tu hermano/a, ¿te querría más a ti?

7. Si papá no quisiera a tu hermano/a, ¿te querría más a ti?

8. ¿Estaría bien un niño de tres años si se le cuidara como a uno de cinco años?

9. ¿Estaría bien un niño de cinco años si se le cuidara como a uno de tres años?

10. ¿Qué has aprendido con este cuento?

Una última reflexión sobre la importancia de ayudar a los niños a que manejen bien sus celos

Que los niños adquieran esta capacidad de gestionar bien los celos con sus figuras de cuidado es fundamental para que, en el futuro, sean adultos que manejen sanamente sus celos en las relaciones afectivas. Todos podemos sentir alguna vez un pellizquito en el corazón si una amiga o amigo muy querido empieza a tener una relación muy estrecha con otro amigo nuevo, o si nuestra pareja tiene un nuevo compañero/a de trabajo fantástico con el que pasa a compartir más tiempo que con nosotros. Ese pellizquito en el corazón o en las tripas es un poco inevitable, somos humanos, pero si somos adultos seguros, no pasará de ahí. Es decir, entenderemos que ese pellizquito aparece para decirnos lo mucho que queremos a nuestro amigo, amiga o pareja o lo importante que es esa persona para mí. Pero, después del pellizquito, tendremos muy claro que no va a dejar de querernos, no va a querernos menos porque tenga esa nueva relación de amistad o de compañerismo. Con esta certeza, el pequeño dolor que sentimos se irá. Por tanto y por supuesto, no le pediremos a nuestro amigo o pareja que saque a esa persona de su vida, ni mucho menos le cuestionaremos diciéndole que hace algo mal.

Así que ayudemos a los niños con sus celos para que no sean adultos patológicamente celosos y puedan disfrutar de la riqueza del mundo afectivo.

Vinculación y autonomía a través de los cuentos

Подняться наверх