Читать книгу Vinculación y autonomía a través de los cuentos - Rafa Guerrero - Страница 17
3.4 IDEAS CLAVE
Оглавление∘ Cuando un niño experimenta rabia se libera adrenalina y cortisol en su cerebro, lo que lo empuja a la acción y le dificulta pensar.
∘ Las situaciones que pueden hacernos sentir rabia son cuatro: sensación de injusticia, que nos obliguen a hacer algo que no queremos, que detengan algo placentero y divertido y, en último lugar, que nos pongan límites o nos digan que no.
∘ Ante la rabia, las personas sentimos la necesidad de atacar y luchar contra aquellas personas o cosas que obstaculizan nuestros objetivos.
∘ La rabieta es la manera natural y más adaptativa que tiene un niño de mostrar su inconformismo. No tiene otra manera de expresar su enfado.
∘ A grandes rasgos, existen dos tipos de rabietas en los niños: rabietas del sótano cerebral y rabietas del ático cerebral.
∘ Las rabietas del sótano cerebral activan las zonas más arcaicas y primitivas del cerebro porque hay alguna necesidad fisiológica o emocional que no está siendo cubierta y atendida por los padres.
∘ En cambio, las rabietas del ático cerebral activan las zonas más avanzadas del cerebro y el menor manipula y tiene cierto control sobre su conducta para obtener a cambio una recompensa.
∘ Las rabietas del sótano cerebral se activan por necesidades no cubiertas, mientras que las rabietas del ático cerebral se producen por caprichos o deseos del niño.
∘ Es importante que ayudemos a nuestros hijos a reconocer la emoción de rabia que están experimentando (etiquetar o nombrar la emoción) y les permitamos sentirla (legitimar la emoción). Tanto el etiquetado como la legitimación son dos de las fases iniciales de una correcta educación emocional.
Cuento. El superpoder de Drago
Para qué sirve este cuento
A medida que nuestros hijos, o los niños y niñas a los que educamos, crecen, van enfrentándose a más situaciones que les generan enfado, ira o que les frustran. Y también tendrán que enfrentarse a situaciones nuevas más complejas y generadoras de enfado, como experiencias que obligan a los niños a no hacer lo que quieren, a no poder hacer lo que desean o a ser tratados de un modo injusto.
Un niño de 3 o 4 años tendrá que vivir situaciones que le causen enfado, como que otro niño llegue antes a jugar con el juguete que quería, lo que hará que él tenga que jugar con otro y esperar hasta el día siguiente para jugar con ese, que se le cuelen en la cola del tobogán, que mamá o papá le digan que se acabó el tiempo de juego porque tiene que ducharse, etc.
A partir de los 5 o 6 años a estos desafíos se añaden otros nuevos y, por tanto, rabietas nuevas del ático cerebral. Estas son algunas de las situaciones nuevas a las que nuestros pequeños estarán expuestos y que les van a suponer percibir una injusticia o tener que renunciar a hacer algo que deseaban con fuerza :
• Tomar conciencia de que otros niños o niñas tienen capacidades que ellos no poseen.
• Tomar conciencia de que no tener esas capacidades les va a impedir hacer algo que desean hacer con fuerza.
Enseñar a los niños a gestionar el enfado o la rabia que pueden generar este tipo de situaciones va a ser muy importante para que puedan estar felices y adaptarse a esa clase de adversidades.
Este cuento pretende ser una herramienta para que podamos ayudar a los niños, después de consolarlos y comprenderlos, a eliminar el enfado o rabia que puede aparecer cuando, gracias a una mayor capacidad cognitiva, tomen conciencia de que no van a ser buenos en todo, de que va a haber otros niños que tengan capacidades que ellos no poseen o que poseen a un nivel diferente y de que habrá niños que tienen más posesiones materiales.
Pretende también empezar a inculcar en los niños y niñas un estilo de pensamiento centrado en desarrollar nuestras fortalezas y no frustrarnos por no tener las de otros. Centrado en pensar en nosotros mismos y no en compararnos con los demás, capaz de aceptar que siempre habrá personas que tengan más que nosotros, pero que eso no impide que podamos ser felices.
El superpoder de Drago
En un precioso bosque vive Drago. Drago es un pequeño geco.
Los gecos son reptiles chiquititos muy parecidos a las lagartijas. Son capaces de hacer cosas imposibles para las personas. Por ejemplo, andar por las paredes y bocabajo por los techos. Consiguen hacerlo porque sus dedos son parecidos a las pegatinas que tanto te gustan.
El bosque de Drago está rodeado de tres grandes montañas. En la más alta habita un águila, se llama Lala.
Drago es muy alegre, muy listo y muy goloso. Sonríe mucho y le encanta hacer cosas divertidas. Pero, a veces, siente una rabia muy fuerte dentro de él. Esto le pasa cada vez que se da cuenta de que Lala el águila es más fuerte y más rápida. No le parece justo no tener tantas capacidades como tiene Lala. ¿Por qué no puede él volar como un águila?, se pregunta muchas veces.
En primavera, en el bosque de Drago pasa algo fascinante. Por la mañana las plantas amanecen con sus hojas llenas de gotitas de agua. Estas gotitas se llaman rocío. El rocío que aparece en este bosque es muy especial porque las gotitas de agua están dulces, son como caramelos para los animales.
A Drago le chiflan estas gotitas porque es muy goloso. Pero hay alguien a quien le gustan las gotas de rocío dulces tanto o más que a él. ¿Sabes a quién? Sí, lo has adivinado, a Lala.
En primavera, Drago trata de conseguir la mayor cantidad de gotitas. Pero no lo consigue. Una de las cosas en las que Lala es mejor que él es la visión. La vista de Lala es muchísimo mejor que la suya porque ella puede ver cosas muy pequeñas a mucha distancia. Por este motivo, Lala siempre encuentra las gotitas antes que Drago y se las bebe casi todas. Cuando esto pasa, a Drago le entra en su pequeño cuerpo una rabia muy grande. Sus ojos se llenan de lágrimas, grita fuerte y da patadas contra el suelo.
—Yo quiero tener una vista tan poderosa como la de Lala —dice llorando y pataleando cada vez que esto sucede.
Un día Drago se levantó muy temprano para intentar llegar antes del amanecer a las gotitas de rocío de las margaritas y, por tanto, antes que Lala. Pero el madrugón no le sirvió de nada; Lala, gracias a su supervisión, había llegado antes. Cuando Drago llegó a las flores, Lala ya se había bebido todas las gotitas. Esta vez Drago sintió una rabia mucho mayor que la que había sentido otras veces. Las manos le ardían y el corazón le latía con tanta fuerza que pensaba que se le iba a salir del pecho. Tenía también un incendio dentro de su cabeza que le impedía pensar. Como la rabia era más grande que su cuerpo, acabó saliéndole por las orejas y obligándolo a correr. Corrió tanto tanto, sin parar y sin rumbo, que se le hizo de noche corriendo. Cuando al fin, agotado, paró, descubrió que estaba en una zona del bosque que no conocía, que nunca había visto. Empezó a sentir miedo porque no sabía cómo regresar a casa.
De pronto, lo sobresaltó una sombra, se giró y vio que era Lala.
—¿Qué haces aquí? Esta es zona peligrosa para gecos —dijo el águila.
Drago le explicó que se había perdido y que no sabía cómo volver a su casa y, utilizando toda su valentía, le preguntó:
—¿Y qué haces tú aquí en lugar de irte volando a tu casa?
—Vine a dar un paseo a esta parte del bosque, que es mi preferida, pero sin darme cuenta se hizo de noche. Ahora no soy capaz de volver porque de noche, sin luz, no puedo ver bien, no veo los colores de las plantas, ni de las montañas. Si viera los colores podría encontrar el camino, pero sin luz me resulta imposible. Estoy muy enfadada y rabiosa por no ser capaz de ver en la oscuridad. Tanto que la rabia me sale por las orejas.
—Lala, ¿¡tú no puedes ver en la oscuridad!? Pero si tu vista es mejor que la mía. Las águilas sois los animales con la mejor vista —exclamó Drago asombrado.
—Sí, mi vista es la mejor, pero de día, de noche no veo tan bien. Para ver bien me hace falta luz.
—Pues, Lala, los gecos podemos ver perfectamente sin luz. Además, podemos ver colores también en la oscuridad.
Lala miró con admiración al pequeño reptil.
—No sabía que los gecos teníais ese superpoder, pequeño amigo. Entonces estamos salvados. Te subiré a mi espalda y me harás de ojos. Iremos a mi casa, te daré una rica cena y te haré una mullida y calentita cama. Cuidaré muy bien de ti en agradecimiento por haberme rescatado. Y mañana, con luz, te llevaré a tu casa. A partir de ahora seremos grandes amigos.
—Me parece un plan perfecto, Lala –respondió Drago.
Y así lo hicieron.
Esa noche, Drago, cuando se fue a dormir en la camita que Lala le había construido, guardó en su corazón para siempre lo que había aprendido ese día. Guardó que cada animal tiene su superpoder, que es igual de importante que los superpoderes de los otros animales. No hay que enfadarse ni esforzarse por tener el superpoder de otro, sino descubrir el propio, valorarlo y hacerlo cada día más grande.
A partir de aquel día, todas las noches sin nubes, en el cielo del bosque se veía a un águila volando con un pequeño geco subido a su espalda. El geco guiaba al águila y le hablaba del color de las estrellas. Y al amanecer desayunaban juntos gotitas de rocío.
Recomendaciones para usar este cuento y preguntas para hacer a los niños con las que favorecer la asimilación de los contenidos
Una vez leído el cuento, lo primero que le recomendamos es explicar a los niños que, de la misma manera que cada animal tiene su superpoder, cada niño, cada niña, cada persona tiene el suyo. Si al niño le cuesta encontrar su superpoder, le brindaremos un poquito de ayuda, con la información que tenemos de él, para encontrar su superpoder. Si le cuesta ver en qué es bueno sugeridle actividades en las que sabéis que tiene destreza para que él pueda pensar en lo que se le da bien.
Una vez que el niño o niña haya encontrado su superpoder o sus superpoderes, continuaremos preguntándole lo siguiente:
1. Drago tiene el superpoder de ver en la oscuridad. No solo ve bien sin luz, sino que puede ver en color en la oscuridad. Este es un gran superpoder para un geco. Entonces, ¿cuál es tu superpoder? ¿Qué hemos visto que se te da muy bien a ti?
2. También es un superpoder disfrutar mucho con alguna actividad, porque quien es capaz de disfrutar mucho haciendo una actividad concreta, por ejemplo, dibujar, correr, leer o montar en bici, será capaz de hacer esa actividad muy bien cuando sea mayor. Y, además, tendrá en su mano la posibilidad de ser feliz, aunque le pasen cosas malas, haciendo esa actividad que le genera alegría o bienestar. ¿Con qué actividad disfrutas tú? ¿Haciendo qué actividad te sientes más feliz o te lo pasas mejor?
El objetivo de las preguntas que le proponemos, tras la lectura del cuento, es que los niños y niñas puedan identificar que, a veces, cuando vemos que otra persona posee un superpoder, una capacidad, un atributo o una pertenencia que nosotros no tenemos, y que para nosotros es inalcanzable, podemos sentir enfado y rabia.
Para acercar esta idea, el cuento muestra como Drago siente una rabia muy fuerte cuando se da cuenta de que Lala es mejor que él en algunos aspectos y tiene una cualidad inalcanzable para él: volar. Lala es más fuerte, más rápida, y de día tiene una agudeza visual inigualable que le permite encontrar antes que nadie las gotitas de rocío. Esto le resulta injusto al pequeño geco y le llevará a preguntarse: ¿por qué yo no puedo volar como un águila?, ¿por qué yo no puedo ver como un águila para encontrar antes las gotitas de rocío?
Un niño puede sentir enfado porque, entre otros:
• No puede correr tan rápido como otros niños.
• No tiene hermanos como otros niños.
• Su hermano tiene los ojos azules y él marrones.
• No es capaz de dibujar tan bien como algún compañerito del cole que dibuja a la perfección sin hacer prácticamente ningún esfuerzo.
• No tiene una casa con piscina o con jardín como algún amiguito.
• No es tan alto como sus compañeros del equipo de baloncesto y por eso no va a poder jugar a nivel profesional.
Y este niño, como Drago, puede sentir que sufre una injusticia, por tanto, enfadarse y preguntarse, entre otras cosas:
• ¿Por qué yo no tengo la capacidad de correr tan rápido como mi amiga Julia?
• ¿Por qué yo no tengo hermanos y todos los niños de la clase sí?
• ¿Por qué yo no tengo los ojos azules?
• ¿Por qué yo no dibujo tan bien como Jorge?
• ¿Por qué yo no tengo una casa con piscina y jardín?
• ¿Por qué yo soy bajito?
Cuando los niños se enfrenten a esta pequeña gran adversidad de la vida, necesitarán nuestra ayuda. Necesitarán lo siguiente:
Primero: que les ofrezcamos comprensión ante el malestar que experimentan.
Segundo: que les expliquemos que es normal que sientan ese enfado o rabia. Igual que le pasa a Drago. A nadie le hace sentir bien ver que no tiene una capacidad o que la tiene a un nivel inferior al de otras personas.
Tercero: que, una vez estén más calmados, les expliquemos que no todos podemos tener todos los superpoderes que existen ni todos podemos tener de todo. Que les ayudemos a comprender que cada superpoder es igual de importante y valioso, por lo que no hay que sufrir por no tener el superpoder de otro, sino, como dice el cuento, descubrir el propio, valorarlo y hacerlo cada día más grande.
Preguntas que podemos hacer para brindar esta ayuda a los niños y niñas:
1. ¿Es normal que Drago se sienta mal por no poder volar como Lala?
2. ¿Sería normal que Lala se sintiera mal por no poder ver en la oscuridad como Drago?
3. ¿Necesita Drago volar para poder ser feliz? A lo que tendremos que responder que no, que no necesita volar para ser feliz, lo que sí necesita es descubrir su superpoder, valorarlo y disfrutarlo para ser feliz.
4. ¿Qué es mejor: volar como un águila o ver en la oscuridad como un geco? ¿O son las dos cualidades igualmente valiosas?
5. ¿Podemos ser felices en la vida, aunque haya cosas que no podamos alcanzar? A lo que tendremos que responder que hay que aceptar las cualidades o capacidades que no podemos alcanzar o modificar, y esforzarnos por incrementar las que sí es posible mejorar, pero siempre sabiendo apreciar y disfrutar de aquello que poseemos y sacándole todo el partido posible.
Una última reflexión
No quisiéramos terminar este capítulo sin recordar que, aunque haya muchas cosas que no podamos ofrecer a nuestros hijos, a nuestros niños y niñas, o que estos no podrán alcanzar, lo más importante para ellos lo tenemos en nuestra mano de una manera infinita. Una buena adaptación a la vida pasa por desarrollar la capacidad de renunciar a tenerlo todo, empezando por el tiempo que, desde que nos es entregado en nuestro nacimiento, es limitado. Para estar felices en la vida es imprescindible aprender a renunciar.
Puede que no podamos darles una casa mejor, más juguetes, mejores vacaciones o actividades extraescolares, o que no tengan la mayor capacidad para un deporte, para una actividad artística, etc., pero sí está en nuestra mano, y esto es posible para todos, darles cariño y el mejor trato. Y esto es lo que más necesitan los niños y lo que más felices los va a hacer. Si miramos a lo esencial, descubriremos que somos afortunados, enormemente ricos y que todos vivimos en la abundancia, con independencia de nuestro nivel económico, al poder dar a nuestros pequeños aquello que más felicidad y bienestar puede generar en ellos: saberse querido y protegido por un adulto para quien él o ella es lo más importante. No renuncie a esto.