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3.3 PAUTAS PARA MADRES Y PADRES

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A continuación, desarrollaremos algunas pautas y orientaciones sencillas y concretas para ayudar a nuestros hijos cuando estén experimentando la emoción de rabia.

• Legitimar la emoción: como hemos visto, la rabia nos invita a la lucha y a la acción. Es fundamental que, dado que esto es natural en el ser humano y en el resto de mamíferos, permitamos y legitimemos la emoción. Otra cosa bien diferente es la conducta asociada a la emoción. Por lo tanto, una cosa es permitir que estén rabiosos por querer seguir jugando más en el parque (emoción) y otra cosa bien diferente es que nos tiren arena por sentirse muy enfadados (conducta). Se legitima y se permite la emoción siempre, pero tendremos que valorar si la conducta es adecuada o no.

• Etiquetar la emoción: una de las primeras cosas que debemos hacer si queremos que nuestros hijos sean, el día de mañana, autónomos en la regulación de sus emociones consiste en nombrar, identificar o etiquetar la emoción que están experimentando. Por eso, cada vez que su hijo sienta rabia, por muy absurdo o básico que lo considere, dígale que siente rabia o que está rabioso. Saber lo que les pasa les ayuda a encontrar la calma.

• Asegurar la protección: cada vez que nuestro hijo sienta rabia de alta intensidad, debemos asegurarnos de que tanto él como su entorno están seguros, es decir, de que no puede hacerse daño ni a sí mismo ni a los demás. Recuerde que la rabia invita a la acción como consecuencia de la liberación de adrenalina.

• Esperar y acompañar: en ocasiones, lo único que podemos hacer para ayudar a gestionar la rabia de nuestros hijos es esperar a que pase el tiempo y acompañarlos físicamente hasta que la emoción deje de ser tan intensa. Aunque te parezca poco e insuficiente, con estar al lado de ellos mientras están enfadados suele ser más que suficiente.

• Conectar y redirigir: como bien explica Daniel Siegel, lo primero que debemos hacer ante una emoción intensa de nuestro hijo es conectar con su estado emocional para legitimarlo y tratar de comprender cómo se siente. Haremos todo lo posible por tranquilizarlo. Una vez que haya alcanzado cierta calma, ya podremos pasar a la fase de redirigir: explicarle lo que ha ocurrido (pasado) y buscar estrategias de cara a próximas situaciones similares (futuro). No se puede redirigir cuando el nivel de rabia y angustia es alto.

Vinculación y autonomía a través de los cuentos

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