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LOS AGENTES HISTÓRICOS

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¿Cuáles son estas fuerzas, agentes históricos, que hacen la historia? En primer lugar, insisto, los individuos humanos, individuos que somos al mismo tiempo individuales y sociales, condicionados por la sociedad en que vivimos.

¿Cuál es la circunstancia de que nos habla Ortega? Los restantes agentes históricos en los que está inserto el individuo. Principalmente, por su mayor efecto histórico, las clases: la historia es la historia de la lucha de clases tal como ha mostrado el materialismo histórico, aunque muchas veces deformando y dogmatizando esta idea. En otras ocasiones me he ocupado del tema, de forma que a ellas me remito (García-Durán, 1975, 2000 y 2009). La base para no caer en su deformación es la distinción clases «en sí» y clases «para sí». Las clases no son un concepto meramente económico ni un conjunto de individuos, sino:

Las clases son determinados intereses históricos objetivos enfrentados entre sí, fruto de las relaciones de producción (clases en sí), las cuales se concretan (o no) en fuerzas sociales activas (clases para sí) a través de la lucha de clases, cuyo resultado forma las relaciones de producción, formación social, de la cual las clases son resultado (estructura de clases) y agente (lucha de clases). (García-Durán, 1975).

Pero los individuos no se agrupan solo en clases, sino también en clanes que luego (a través de las culturas) formarán tribus y pueblos, pueblos que crean civilizaciones (y civilizaciones que crean pueblos) a través de distintas generaciones. Definamos estos conceptos:

Cultura es un conjunto integral constituido por los utensilios y bienes de los consumidores, por el cuerpo de normas que rigen los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías, ciencias y costumbres. (Malinowski, 1970).

Es un amplio aparato material, humano y espiritual de base biológica que crea las instituciones con las que satisfacer las necesidades.

Dinámica es:

Un conjunto dado de valores puede explicar por qué una cultura funciona, posiblemente sin apenas cambios, durante mucho tiempo; pero ninguna cultura se mantiene en un equilibrio permanente [...]. Las contingencias características de una cultura pueden no ser adecuadamente transmitidas, de tal modo que la tendencia a ser reforzadas por un conjunto dado de valores no se mantenga. El margen de seguridad al producirse emergencias puede, por consiguiente, aumentar o disminuir. En resumen, la cultura puede vigorizarse o debilitarse [...]. Una cultura es un conjunto de prácticas. Pero este conjunto es susceptible de mezclarse con otros conjuntos de prácticas de otras culturas. (Skinner, 1973).

Dando lugar a pueblos:

Y lo mismo el espíritu de un pueblo. Su actividad consiste en hacerse un mundo real, que existe también en el espacio. Su religión, su culto, sus costumbres, sus usos, su arte, su constitución, sus leyes políticas, el orbe entero de sus instituciones, sus acontecimientos y actos, todo esto es su obra, todo esto es ese pueblo. (Hegel, 1985).

A través de generaciones:

1933 parece un tiempo único, pero en 1933 vive un muchacho, un hombre maduro y un anciano [...]. Todos somos contemporáneos, vivimos en el mismo tiempo y atmósfera —en el mismo mundo—, pero contribuimos a formarlo de forma diferente. Solo se coincide con los coetáneos. Los contemporáneos no son coetáneos [...]. Pero ese mundo cambia con cada generación porque la anterior ha hecho algo en el mundo, lo ha dejado más o menos distinto de cómo lo encontró. (Ortega, ob. cit.).

Todo ello dentro, y sometido a, la generosidad de la naturaleza, aunque actuemos como si estuviéramos por encima de ella. Destruyéndola a través de un desarrollo económico que pretendemos infinito, pero que entra en contradicción con las leyes de la termodinámica que gobiernan el comportamiento de la materia y la energía. Primera ley: la materia y la energía no pueden destruirse ni crearse, simplemente se transforman, de modo que la utilización de recursos significa, además de producción de bienes, creación de residuos. Degradándose, como nos explica la segunda ley. Con su uso, la materia y la energía crean entropía, desorden o falta de disponibilidad.

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