Читать книгу Antología de prosistas castellanos - Ramón Menéndez Pidal - Страница 12
ARCIPRESTE DE TALAVERA
ОглавлениеPARTE II, CAP. I
De los viçios e tachas e malas condiçiones de las perversas mugeres, e primero digo de las avariçiosas.
Por quanto las mugeres que malas son, viçiosas e desonestas o enfamadas, non puede ser dellas escripto[93] nin dicho la meitad que dezir o escrevir se podría por el hombre,[94] e por quanto la verdad dezir non es pecado, mas virtud, por ende digo primeramente que las mugeres comunmente por la mayor parte de avariçia son doctadas; e por ésta razón de avariçia muchas de las tales infinitos e diversos males cometen: que si dineros, joyas preçiosas e otros arreos intervengan o dados les sean, es dubda[95] que a la más fuerte non derruequen, e toda maldad espera que cometrá la avariçiosa muger con defrenado apetito de aver, asi grande como de estado pequeño...[96]
Asy la muger piensa que non ay otro bien en el mundo sinon aver, tener e guardar e poseer, con sulíçita guarda condensar,[97] lo ageno francamente despendiendo e lo suyo con mucha industria guardando. Donde por esperiencia verás que una muger en comprar por una blanca más se fará de oir que un ombre en mil maravedis. Item, por un huevo dará voces como loca e fenchirá a todos los de su casa de ponçoña: «¿Qué se fizo este huevo? ¿quién lo tomó? ¿quién lo levó? ¿Adole[98] este huevo? Aunque vedes que es blanco, quiçá negro será oy este huevo. ¿Quién tomó este huevo, quién comió este huevo? Comida sea de mala ravia. ¡Ay huevo mio de dos yemas, que para echar vos guardava yo! ¡Ay huevo mio, qué gallo e qué gallina salieran de vos! del gallo fiziera capón que me valiera veinte maravedises e la gallina catorze, o quiça la echara e me sacara tantos pollos e pollas con que pudiera tanto multiplicar, que fuera causa de me sacar el pié del lodo. Agora estarme he como desventurada, pobre como solía... ¡Ay huevo mio de la meajuela redonda, de la cáscara tan gruesa, ¿quién me vos comió? ¡Ay Marica, rostro de golosa, que tú me has lançado por puertas: yo te juro que los rostros te queme, doña vil, suzia, golosa! ¡Ay huevo mio, y que será de mi! ¡Ay triste, desconsolada, Jesús, amiga, y cómo non me fino agora! ¡Ay Virgen María, cómo non rebienta quien vee tal sobrevienta![99] ¡Non ser en mi casa señora de un huevo! Maldita sea mi ventura e mi vida si non estó en punto de rascarme[100] o de me mesar toda. ¡Ya,[101] por Dios! ¡guay de la que trae por la mañana el salvado, la lumbre, e sus rostros quema soplando por la encender; e fuego fecho, pone su caldera y calienta su agua e faze sus salvados por fazer gallinas ponedoras; y que, puesto el huevo, luego sea arrebatado! ¡Ravia, Señor, y dolor de coraçon, endúrolos[102] yo, cuitada, e paso como a Dios plaze, e liévamelos el huerco! ¡Ya, Señor! e liévame deste mundo, que mi cuerpo non goste más pesares nin mi ánima sienta tantas amarguras. ¡Ya, Señor! por el que tú eres, da espaçio a mi coraçon con tantas angosturas como de cada dia gusto. ¡Una muerte me valdríe más que tantas, ya por Dios!». Y en ésta manera dan bozes e gritan por una nada.
Item, si una gallina pierden, van de casa en casa conturbando toda la vezindat: «¿Do mi gallina la ruvia, de la calça bermeja, o la de la cresta partida, çenizienta escura, cuello de pavo, con la calça morada, ponedora de huevos? ¿Quién me la furtó? Furtada sea su vida. ¿Quién menos me fizo[103] della? Menos se le tornen los días de la vida. ¡Mala landre, dolor de costado, ravia mortal comiese con ella; nunca otra coma, comida mala comiese, amen! ¡Ay gallina mia, tan ruvia! un huevo me dabas tú cada día; aojada te tenia el que te comió, asechándote estaba el traidor; desfecho le vea de su casa[104] a quien te me comió; ¡comido le vea yo de perros aina!, ¡cedo sea! ¡véanlo mis ojos, e non se tarde! ¡Ay gallina mia, gruesa como un ansarón, morisca de los pies amarillos, crestibermeja! más avía en ella que en dos otras que me quedaron. ¡Ay triste! aun agora estava aquí, agora salió por la puerta, agora salió[105] tras el gallo por aquel tejado. El otro día, ¡triste de mí, desaventurada, que en mal ora nascí, cuitada!, el gallo mio bueno cantador, que asi salían dél pollos como del çielo estrellas, atapador de mis menguas, socorro de mis trabajos, que la casa nin bolsa, cuitada, él bivo, nunca vazia estava. ¡La de Guadalupe señora, a ti lo acomiendo! señora, non me desampares ¡ya, triste de mí! que tres días ha entre las manos me lo llevaron. ¡Jesús, quánto robo, quánta sinrazón, quánta injustiçia! ¡Callad, amiga, por Dios; dexadme llorar, que yo sé qué perdí e qué pierdo oy! E cada uno le duele lo suyo ¡y tal joya como mi gallo! ¡Cuitada, e agora la gallina! Rayo del cielo mortal e pestilençia venga sobre tales personas: espina o hueso comiendo se le atravesase en el garguero, que Sant Blas non le pusiese cobro. Non diré, amigas, aina diría que Dios non está en el cielo, ni es tal como solía, que tal sufre e consiente. ¡Oh Señor, tanta paciencia e tantos males sufres! ¡ya, por aquel que tu eres, consuela mis enojos, da lugar a mis angustias, sinon raviaré o me mataré o me tornaré mora![106] Agora, noramala, si Dios non me vale, non sé qué me diga. Dexadme, amiga, que muere la persona con la sinrazon, que mal de cada rato non lo sufre perro nin gato: dapno de cada dia, sofrir non es cortesia: oy una gallina e antier un gallo, yo veo bien mi duelo, aunque me lo callo. ¿Cómo te feziste calvo? Pelo a pelillo el pelo levando. ¿Quién te fizo pobre, María? Perdiendo poco a poco lo poco que tenía.[107] Moças, venid acá. ¿Non podeis responder?—Señora.—Ha, agora, landre que te fiera, y ¿dónde estavas? dy, ¿non te duele a ti asi como a mí? Pues corre en un punto, Juanilla, ve a casa de mi comadre, dile si vieron una gallina ruvia de una calça bermeja. Marica, anda, ve a casa de mi vezina, verás si pasó allá la mi gallina ruvia. Perico, ve en un salto al vicario del arçobispo que te dé una carta de descomunión que muera maldito e descomulgado el traidor malo que me la comió. Bien sé que me oye quien me la comió. Alonsillo, ven acá, para mientes e mira que las plumas no se pueden esconder, que conocidas son. Comadre, ¿vedes qué vida ésta tan amarga? yuy, que agora la tenía ante mis ojos. Llámame, Juanillo, al pregonero, que me la pregone por toda esta vezindad. Llámame a Trotaconventos, la vieja de mi prima, que venga e vaya de casa en casa buscando la mi gallina ruvia. ¡Maldita sea tal vida, maldita sea tal vezindad! que non es el ombre[108] señor de tener una gallina, que aun non ha salido el umbral, que luego non es arrebatada. Andémonos, pues, a furtar gallinas, que para ésta[109] que Dios aqui me puso, quantas por esta puerta entraren ese amor les faga que me fazen.[110] ¡Ay gallina mia ruvia! y ¿adónde estádes vos agora? Quien vos comió bien sabia que vos quería yo bien, e por me enojar lo fizo. Enojos e pesares e amarguras le vengan por manera que mi ánima sea vengada. Amen. Señor, asi lo cumple tú por aquel que tú eres: e de quantos milagros has fecho en este mundo, faz agora éste porque sea sonado.»
Esto e otras cosa faze la muger por una nada. Son allegadoras de la ceniza, mas bien derramadoras de la farina.[111] En las faldas rastrando e en las mangas colgando, e otros arreos desonestos que ellas trahen, non ponen cobro, por do sus maridos, parientes e amigos desfazen ¡y ponen cobro en el huevo e la gallina! E aun ellas mesmas dizen quando las faldas las enojan: el diablo aya parte en estas faldas, e aun en la primera que las usó; mas non maldize[112] a sí mesma que las trae. E si alguno ge lo retrae, responde: pues fago como las otras. E bien dize verdad, que ya la muger del menestral, si vee la muger del cavallero de nuevas guisas arreada, aunque non tenga que comer, cayendo o levantando, ella así ha de fazer, o morir.[113] Non son sino como monicas: quanto ven, tanto quieren fazer: «¿Viste fulana, la muger de fulano, la vezina, cómo iva el domingo pasado? Pues quemada sea, si este otro domingo otro tanto non llevo yo, e aun mejor.» Quantas ropas visten las otras, de qué paño, qué color, qué arreos, qué cosas traen consigo, yo te digo que tanto paran mientes en estas cosas que non se les olvidan después: «fulana llevava ésto, çutana vestía ésto», por quanto en aquello ponen su corazón e voluntad, mas non en el provecho de su casa, estado e honra, sinon en vanidades e locuras, e en cosas de poca pro.
PARTE II, CAPÍTULO XII