Читать книгу Antología de prosistas castellanos - Ramón Menéndez Pidal - Страница 16
Quarto auto.—Celestina andando por el camino habla consigo misma, fasta llegar a la puerta de Pleberio, onde halló a Lucrecia, criada de Pleberio. Pónese con ella en razones; sentidas por Alisa, madre de Melibea, y sabido que es Celestina, fázela entrar en casa. Viene un mensajero a llamar a Alisa; váse.
ОглавлениеLucrecia.—¿Quien es esta vieja que viene haldeando?
Celestina.—Paz sea en esta casa.
Lucrecia.—Celestina, madre, seas bienvenida. ¿Qual dios te traxo por estos barrios no acostumbrados?
Celestina.—Hija, mi amor; desseo de todos vosotros; traerte encomiendas de Elicia, y aun ver a tus señoras vieja y moça, que después que me mudé al otro barrio, no han sido de mi visitadas.
Lucrecia.—¿A esso solo saliste de tu casa? Maravíllome de tí que no es essa tu costumbre, ni sueles dar passo sin provecho.
Celestina.—¿Más provecho quieres, bova, que cumplir hombre sus desseos? Y tambien como a las viejas nunca nos fallecen necesidades... ando a vender un poco de hilado.
Lucrecia.—¡Algo es lo que yo digo! en mi seso estoy, que nunca metes aguja sin sacar reja.[144] Pero mi señora, la vieja, urdió una tela, tiene necessidad dello; tú de venderlo; entra y espera aquí, que no os desavenirés.
Alisa.—¿Con quien hablas, Lucrecia?
Lucrecia.—Señora, con aquella vieja de la cuchillada, que solía vivir aquí en las tenerías, a la cuesta del río.
Alisa.—Agora la conozco menos; si tú me das a entender lo incógnito por lo menos conocido, es coger agua en cesto.[145]
Lucrecia.—¡Jesú, señora! Más conosçida es esta vieja que la ruda.[146] No sé como no tienes memoria de la que empicotaron por hechizera...
Alisa.—¿Qué oficio tiene? Quiçá por aquí la conoceré mejor.
Lucrecia.—Señora, perfuma tocas, haze solimán y otros treynta oficios; conoce mucho en yiervas, cura niños, y aun algunos la llaman vieja lapidaria.
Alisa.—Todo esso dicho no me la da a conocer. Díme su nombre, si le sabes.
Lucrecia.—¿Si le sé, señora? No ay niño ni viejo en toda la cibdad que no le sepa ¿havíale yo de ignorar?
Alisa.—¿Pues por qué no le dizes?
Lucrecia.—He vergüença.
Alisa.—Anda, bova, díle, no me indignes con tu tardança.
Lucrecia.—Celestina, hablando con reverencia, es su nombre.
Alisa.—¡Hí, hí, hí! ¡Mala landre te mate si de risa puedo estar, viendo el desamor que deves de tener a essa vieja, que su nombre has vergüença nombrar! ¡Ya me voy recordando della! ¡Una buena pieça! No me digas más; algo me verná a pedir; dí que suba.
Lucrecia.—Sube, tia.[147]
Celestina.—Señora buena, la gracia de Dios sea contigo y con la noble hija. Mis passiones y enfermedades han impedido mi visitar tu casa, como era razón; mas Dios conoce mis limpias entrañas, mi verdadero amor, que la distancia de las moradas no despega el querer de los coraçones; assí que lo que mucho desseé, la necessidad me lo ha hecho complir. Con mis fortunas adversas otras, me sobrevino mengua de dinero; no supe mejor remedio que vender un poco de hilado, que para unas toquillas tenía allegado; supe de tu criada que tenías dello necessidad; aunque pobre, y no de la merced de Dios, veslo aquí, si dello y de mí te quieres servir.
Alisa.—Vezina honrrada, tu razón y ofrecimiento me mueven a compassión, y tanto, que quisiera cierto más hallarme en tiempo de poder complir tu falta, que menguar tu tela. Lo dicho te agradezco; si el hilado es tal, serte ha bien pagado.
Celestina.—¿Tal, señora? Tal sea mi vida y mi vejez, y la de quien parte quisiere de mi jura.[148] Delgado como el pelo de la cabeça, igual, rezio como cuerdas de vihuela, blanco como el copo de la nieve, hilado todo por estos pulgares, aspado y adreçado. Veslo aquí en madexitas; tres monedas me davan ayer por la onça, assí goze desta alma pecadora.
Alisa.—Hija, Melibea, quédesse esta muger honrrada contigo, que ya me parece que es tarde para ir a visitar a mi hermana, su muger de Cremes, que desde ayer no la he visto, y tambien que viene su paje a llamarme, que se le arrezió desde un rato acá el mal...
Celestina.—¿Y qué mal es el suyo?
Alisa.—Dolor de costado, y tal, que según del moço supe que quedava, temo no sea mortal. Ruega tú, vezina, por amor mío, en tus devociones, por su salud a Dios.
Celestina.—Yo te prometo, señora, en yendo de aquí, me vaya por essos monesterios, donde tengo frailes devotos míos, y les dé el mismo cargo que tú me das; y demás desto, ante que me desayune, dé quatro bueltas a mis cuentas.[149]
Alisa.—Pues, Melibea, contenta a la vezina en todo lo que razón fuere darle por el hilado; y tú, madre, perdóname, que otro dia se verná en que más nos veamos.
Celestina.—Señora, el perdón sobraría donde el yerro falta; de Dios seas perdonada, que buena compañía me queda. Dios la dexe gozar su noble juventud y florida mocedad, que es el tiempo en que mas plazeres y mayores deleites se alcançarán, que a la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de renzillas, congoxa continua, llaga incurable, manzilla de lo pasado, pena de lo presente, cuydado triste de lo por venir, vezina de la muerte, choça sin rama que se llueve por cada parte, cayado de mimbre que con poca carga se doblega.
Melibea.—¿Por qué dizes, madre, tanto mal de lo que todo el mundo con tanta eficacia gozar y ver dessean?
Celestina.—Dessean harto mal para sí, dessean harto trabajo; dessean llegar allá, porque llegando viven, y el vivir es dulce, y viviendo envegescen. Assí que el niño dessea ser moço, y el moço viejo, y el viejo más, aunque con dolor; todo por vivir, porque como dizen: viva la gallina con su pepita.[150] ¿Pero quien te podría contar, señora, sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuidados, sus enfermedades, su frío, su calor, su descontentamiento, su renzilla, su pesadumbre, aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera y fresca color, aquel poco oír, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerça, aquel flaco andar, aquel espacioso comer? Pues ¡ay, ay, señora!, si lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar todos los otros trabajos quando sobra la gana y falta la provisión, que jamás sentí peor ahito que de hambre.
Melibea.—Bien conozco que dize cada uno de la feria segund le va en ella,[151] assí que otra canción cantarán los ricos.[152]
Celestina.—Señora, hija, a cada cabo ay tres leguas de mal quebranto;[153] a los ricos se les va la bienaventurança, la gloria y descanso por otros alvañares de asechanças que no se parescen, ladrillados por encima con lisonjas. Cada rico tiene una dozena de hijos y nietos que no rezan otra oración, no otra petición, sino rogar a Dios que le saque d’en medio; no veen la hora que[154] tener a él so la tierra y lo suyo entre sus manos y darle a poca costa su casa para siempre.
Melibea.—Madre, pues que assí es, gran pena ternás por la edad que perdiste. ¿Querrías bolver a la primera?
Celestina.—Loco es, señora, el caminante que enojado del trabajo del día quissiese bolver de comienço la jornada para tornar otra vez aquel lugar, que todas aquellas cosas cuya possesión no es agradable, más vale poseellas que esperallas, porque más cerca está el fin dellas quanto más andado del comienço; no ay cosa más dulce ni graciosa al muy cansado que el mesón, assí que aunque la mocedad sea alegre, el verdadero viejo no la dessea, porque el que de razón y seso carece, quasi otra cosa no ama sino lo que perdió.
Melibea.—Siquiera por vivir más, es bueno dessear lo que digo.
Celestina.—Tan presto, señora, se va el cordero como el carnero;[155] ninguno es tan viejo que no pueda vivir un año, ni tan moço que oy no pudiesse morir; assi que en esto poca avantaja nos levais.
Melibea.—Espantada me tienes con lo que has hablado; indicio me dan tus razones que te aya visto otro tiempo. Díme, madre, ¿eres tú Celestina, la que solía morar a las tenerías, cabe el río?
Celestina.—Señora, hasta que Dios quiera.
Melibea.—Vieja te has parado; bien dizen que los dias no se van en balde[156]; assí goze de mí, no te conosciera sino por esa señaleja de la cara. Figúraseme que eras hermosa; otra pareces, muy mudada estás.
Lucrecia.—¡Hi, hi, hi! Mudada está el diablo. ¿Hermosa era con aquel su Dios-os-salve[156] que traviessa la media cara?
Melibea.—¿Qué hablas, loca? ¿Qué es lo que dizes? ¿De qué te ríes?
Lucrecia.—De como no conoscías a la madre en tan poco tiempo en la filosomía[157] de la cara.
Melibea.—No es tan poco tiempo dos años, y más que la tiene arrugada.
Celestina.—Señora, ten tú el tiempo que no ande, terné yo mi forma que no se mude. ¿No has leido que dizen: Verná el día que en el espejo no te conozcas?[158] Pero también yo encanecí temprano, y parezco de doblada edad, que assí goze desta alma pecadora y tú desse cuerpo gracioso, que de quatro hijas que parió mi madre yo fui la menor. Mira como no so vieja como me juzgan.
Melibea.—Celestina amiga, yo he holgado mucho en verte y conoscerte; también hasme dado plazer con tus razones. Toma tu dinero y vete con Dios, que me parece que no deves haver comido.
NOTAS
[123] Algunas de estas imitaciones advierte Menéndez Pelayo en su fundamental estudio sobre la Celestina, publicado en los Orígenes de la Novela III, 1910, pág. XLII, etc.—Alguna vez el cultismo de Rojas se exacerba, por ejemplo en el discurso final de Pleberio, pagando demasiado tributo a una erudición huera y tosca, muy de moda entonces.
[124] Sin razón el Sr. Foulché-Delbosc, corrige estas formas como «erratas y deficiencias», en la pág. 174 de su reimpresión de la edición de La Celestina hecha en Burgos, 1499.
[125] Sangustiado forma derivada de otra perdida, *esangustiado (del latín *ex-angustiatus), como el verbo arcaico secutar por esecutar (del latín executare), o el vocablo vulgar sagerao por exagerado. En la traducción del Coloquio de las Damas, del Aretino, por Fernán Juárez, se halla «una muy gran sangustia... muy sangustiada» N. Bibl. A. E., XXI, 261 b.
[126] ‘Ni hay otro poder (que el divino de que Calixto viene hablando) que pueda satisfacer mi voluntad humana’. Las ediciones modernas unen esta cláusula a la anterior con una coma, que no tiene sentido. La edición antigua pone punto.
[127] Misto, adverbio, que se opone a puramente: los santos se glorifican de una manera absoluta, sin reserva; mi alegría está mezclada de dolor. Como consecuencia del lugar final que tiende a ocupar el verbo, el adverbio se le antepone: «Fortuna medianamente partió lo suyo», «haz tu lo que bien digo y no lo que mal hago», etc., en el mismo Auto primero de La Celestina.
[128] Mas por ‘mas bien’: «—Y allá hablaremos largamente... cerca destos amores.—Mas dolores; que por fe tengo que de muerto o loco no escapa desta vez». Auto VIII.
[129] ‘y cual ha sido el intento’. Respeto la puntuación de la edición incunable. Las ediciones modernas ponen punto y coma o punto tras atrevimiento.
[130] Estudio ‘diligencia, empeño’ (comp. estudiarse ‘esforzarse’ página 48).
[131] Endereçar ‘arreglar’ volver a colocar en la percha al gerifalte que se había abatido. Con los verbos de movimiento hoy va el infinitivo regido de la preposición a pero, antiguamente no: «se van omillar» etc. Mio Cid, pág. 34935. La edición de Sevilla 1501 ya elimina el arcaísmo y pone «vinele a endereçar».
[132] Es frecuente en la Celestina la ll, contraria a la etimología en tollerar y callentar; sin duda se pronunciaba tol-lerar por falso cultismo, como se pronunciarían intel-lectual, fal-lacia y otras voces que en latín presentan dos ll y en romance una sola.
[133] Las ediciones de Burgos 1499 y Sevilla 1501 dicen «Eras y Crato médicos» y «piedad de silencio». Como no existen tales médicos Eras ni Crato, otras ediciones trataron de corregir, y así hallamos: «Crato y Galieno» y «piedad de Celeuco» (1514, 1595); «Erasistrato y Galieno» y «piedad de Seleuto», «p. Seleucal» (1570 y otras, alguna en vez de «seleucal» estropea «celestial»). Nuestra corrección es la más sencilla: eras e crato es confusión facilísima por erasistrato, dado que la c y la t en la escritura medieval tiene forma muy semejante, y silencio por sileuco o seleuco también se confunden, dada la igualdad de n y u en la mayor parte de las grafías. Esta corrección es también la única exacta: Calisto alude a una anécdota de Valerio Máximo, VII, 3, según la cual, habiendo Erasístrato, médico, conocido que la enfermedad de Antíoco es de amor, logra que el rey Seleuco padre de Antíoco, por salvar la vida de su hijo, le ceda piadosamente el amor de Estratónica de quien el joven está enamorado. Esta anécdota fué muy famosa desde la Edad Media; Juan de la Cueva la refirió en un romance y Moreto le dedicó una comedia, Antíoco y Seleuco. Como se ve, el médico Galieno no debe figurar para nada; es por tanto sólo exacta a medias la corrección de la edición de 1570; así como las otras, aunque todas revelan conocimiento de la anécdota de Valerio Máximo. En vista de ellas, es graciosa la seguridad con que un anotador moderno, después de lanzarse a afirmar que no hubo tal médico Erasístrato, introduce en el texto los nombres de Hipócrates y Galeno, para luego ilustrarnos escribiendo que Galieno o Galeno nació en Pérgamo, hijo de fulano, y que Hipócrates fué famoso médico nacido el año tantos de la Olimpíada tal.
[134] Pleberio es el padre de Melibea, en el corazón del cual desea Calisto que obre la piedad de Seleuco, para que sea benigno con un enfermo de amor.
[135] Una de las oraciones de infinitivo a que hemos aludido. ‘No creo que vaya conmigo’.
[136] Refrán que Gonzalo Correas (Vocabulario de refranes, página 54) pone en dos formas «Asaz es señal...» etc. y «Asaz es de mal no querer sanar.»
[137] La edición de Sevilla 1501 y las siguientes: desenconan. La forma de la edición de 1499 es aceptable, a pesar del verbo enconar que precede. Se mezclan mucho formas como malancolia, melancolía, melanconia. Correas en su Vocabulario, pág. 195 a, da como refrán «Lágrimas y suspiros mucho desenconan el corazón dolorido.»
[138] Correas, pág. 136 a, da el refrán completo; «Esperar salud en muerte ajena, se condena.»
[139] Hoy «Echar la soga tras el caldero» como ya pone Covarrubias (s. v. caldero) «es, perdida una cosa echar a perder el resto; está tomado del que yendo a sacar agua al poço, se le cayó dentro el caldero, y de rabia y despecho, echó también la soga, con que le pudiera sacar atando a ella un garabato o garfio.»
[140] La edición de 1514, para evitar la ambigüedad que se origina de estas dos preposiciones a juntas, puso aquí «en quien.»
[141] Romance divulgadísimo en los siglos XVI y XVII. La música con que lo cantaba Sempronio podía ser la que da Luis Venegas de Henestrosa en su Libro de cifra nueva, Alcalá 1557, o la que pone Juan Bermudo en su Declaración de instrumentos musicales, 1555. Tan popular se hizo el comienzo de este romance cuando se trataba de algún despiadado, que en el Rinconete de Cervantes la Cariharta, enojada con Repolido, le llama «ese marinero de Tarpeya, ese tigre de Ocaña», es decir que el primer verso había cristalizado en un disparate popular, semejante al otro que equivale a «tigre de Hircania.»
[142] «Como de lo vivo a lo pintado (cuando hay gran diferencia en algo») Correas pág. 361. Una comedia de Claramonte lleva el título De lo vivo a lo pintado. Es hoy frase muy corriente.
[143] Esta misma exclamación la repite Lucrecia en el otro trozo de La Celestina que aquí publicamos, p. 75, arriba.
[144] «Meter aguja y sacar reja.» (Cuando se da poco para sacar mucho) Correas; «Dar aguja y sacar reja: quando con pequeño don se alcança cosa de mucho interesse» Covarrubias.
[145] «Como coger agua en cesto» (A trabajo perdido) Correas Vocabulario pág. 597 b.
[146] «Ruda, es yerva conocida, y aunque de grave olor, tiene muchos provechos en sí, y por el mucho uso della y ser a todos tan común, dezimos de alguna persona ser mas conocida que la ruda.» Covarrubias.
[147] Tia usado como título de respeto para las personas ancianas del pueblo; así como madre en boca de Alia y de Melibea. Celestina, en cambio, llama «señoras» a éstas. Lucrecia antes (p. 74) llamó también madre a Celestina.
[148] Frase obscura. Parece que Celestina alude al uso jurídico de prestar juramento una persona acompañada de otras varias que juraban con ella: ‘tan buena como mi tela sea mi vejez y la de quien quisiere apoyarme en este juramento’.
[149] Cuentas significa ‘el rosario’: Celestina ofrece rezarlo cuatro veces.
[150] Refrán que también tiene la forma de «Viva la gallina y viva con su pepita.»
[151] Refrán que hoy es más bien: «Cada uno habla (o cuenta) de la feria como le va en ella.»
[152] Comp. la frase «Ese es otro cantar» significado ‘eso es distinto’.
[153] Refrán que tenía múltiples formas: «Dondequiera hay una mala legua.» «En cada cabo hay dos leguas (o un rato) de mal quebranto.» «A cada cabo hay tres leguas de quebranto.» Correas, pág. 292 b, 119 b, 14 a.
[154] Hoy se dice «No ver uno la hora de una cosa», para denotar el deseo grande de que llegue el momento de que algo suceda. Se entiende ‘no ver nunca llegar la hora’, es decir que la impaciencia hace que parezca muy largo el tiempo. En la forma antigua, la hora que está por ‘la hora en que’. Compárese la frase aun vea el hora que por ‘ojalá llegue tiempo que’ o ‘en que’ Mio Cid, pág. 48838, 77910.
[155] Refrán.
[156] Dios-os-salve, o Dios-te-salve, nombre humorístico de la ‘cicatriz’ o ‘costurón’.
[157] Filosomía ‘fisonomía’.
[158] Tomado de Petrarca, como otros varios pasajes de este trozo.