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DON JUAN MANUEL
(1282-1348)
ОглавлениеDon Juan, hijo del infante don Manuel, se nos presenta como continuador de las tradiciones literarias fomentadas por su tío Alfonso el Sabio. Don Juan empezó a escribir movido de la admiración que en él despertaban las obras de Alfonso; tanto, que su primera producción es un modesto resumen de la Crónica General de España, hecho hacia 1320. En el prólogo de este resumen pondera don Juan el estilo claro, elegante y, sobre todo, conciso, que el Rey Sabio empleaba: «Et púsolo todo complido e por muy apuestas razones e en las menos palabras que se podía poner.»
Procurando emular estas dotes del rey su tío, llegó don Juan a superar a su modelo. Con segura satisfacción del éxito logrado, escribía el autor, hacia 1330, esta crítica de su estilo propio: «Sabed que todas las razones son dichas por muy buenas palabras et por los mas fermosos latines que yo nunca oi decir en libro que fuese fecho en romance; et poniendo declaradamente complida la razón que quiere decir, pónelo en las menos palabras que pueden seer»[61].
La sobriedad era su preocupación, según puede observarse en su obra maestra El libro de Patronio o el Conde Lucanor (primera parte, escrita entre 1328 y 1332). Este libro es una colección de cuentos tradicionales, así que varios de ellos se encuentran a la vez referidos en otros autores; y si comparamos los de don Juan con los del Arcipreste de Hita (que escribió unos diez años después), observamos un marcado contraste entre la juguetona y verbosa animación del Arcipreste y la mesurada compostura del estilo de don Juan Manuel. Atento éste principalmente a acumular en la frase trabazón lógica y fuerza didáctica, se detiene en desarrollar los sentimientos que pone en juego, se esmera en preparar las situaciones a que la narración conduce; pero, en cambio, mira con manifiesto desvío la ornamentación externa del relato. Tanto propende a no apartarse de la narración seguida, que, a pesar de su fin didáctico, ni siquiera se entretiene en intercalar un discurso sentencioso o una máxima; deja, por lo común, que la moralidad se desprenda del fluir de la acción, y sólo le da una forma aforística al final de cada cuento. No obstante, aunque siempre en forma fugaz, no descuida dar viveza al relato; véase, por ejemplo, la rápida pero feliz descripción de la bajada al subterráneo de don Illán, en el primer cuento que aquí se inserta.
En multitud de rasgos el lenguaje de don Juan Manuel se parece al de la segunda parte de la Crónica General; en ambos textos se ven los mismos defectos de la época arcaica, tales como la gran inhabilidad que revela el abuso del pronombre él (pág. 32, nota 67). Además, ni uno ni otro suelen emplear el diálogo; lo corriente es que el personaje principal hable en discurso directo, y el que contesta lo haga en forma indirecta, o sea en tercera persona. Pero, sin embargo, fácil es observar un gran progreso entre los dos autores. Don Juan construye el período en modos más variados que la Crónica, y a la ingenua viveza de ésta, sustituye una expresión más intencionada, que sabe lograr ya efectos muy variados, entre los que sobresale la ironía. En fin, por su mayor originalidad de composición, y por la serena y sencilla eficacia de su lenguaje, don Juan se nos muestra indisputablemente como un estilista muy superior[62].