Читать книгу El retorno. Geógrafos latinos menores. - Rutilio Namaciano - Страница 20

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LIBRO PRIMERO

*** 1 Más extrañeza ha de causarte, lector, la precipitación de mi retorno, que pueda yo renunciar tan presto a las excelencias de la ciudad de Rómulo 2 . ¿Se les hace largo a quienes pasan su vida entera adorando a Roma? Nada que gusta sin límites se hace largo.

¡Oh, cuán imponderablemente y cuántas veces felices [5] puedo considerar a quienes merecieron nacer en este suelo dichoso, y como generosos retoños de los nobles romanos acrecientan la distinción de su cuna con la gloria de su Ciudad! Las semillas de las virtudes caídas y transmitidas del cielo 3 no habrían podido hallar más digno asiento en otros lugares. ¡Dichosos también aquellos que habiéndoles correspondido [10] en suerte beneficios parejos a los anteriores han alcanzado una morada en el Lacio! La sagrada Curia se abre a los méritos del forastero, y no considera extraños a quienes [15] cuadra que le pertenezcan. Gozan de la autoridad del orden senatorial y de la de sus colegas y poseen una parte del Genio que veneran: tal creemos que es la asamblea del dios supremo por los polos celestiales de la bóveda del mundo 4 .

Pero esa fortuna se me arrebata al arrancarme de estas [20] queridas tierras, pues los campos de la Galia reclaman a su paisano, desfigurados —cierto es— por guerras harto largas, pero tanto más dignos de conmiseración cuanto menos atractivos 5 . Pequeño delito es descuidar a los conciudadanos si viven seguros, pero las calamidades que sufre la comunidad [25] reclaman la lealtad individual. Las lágrimas por las moradas de nuestros ancestros debemos derramarlas estando allí presentes: la enseñanza que se obtiene del dolor hace a menudo provechosa la tarea de reconstrucción, y no es lícito seguir ignorando unas ruinas que se han acrecentado por la tardanza de un socorro que va demorándose. Es ya tiempo, [30] destrozadas nuestras heredades tras largos incendios, de edificar al menos cabañas de pastores. Es más, si las mismas fuentes pudieran hacer oír su voz y los propios árboles hablar, podrían apremiarme con justas quejas, si yo permaneciera [35] ocioso, y dar velas a mis deseos. Ahora que afloja el abrazo de mi querida Ciudad, voy a dejarme vencer y a emprender, mal que me pese, tarde mi camino.

He escogido el viaje por mar, pues por tierra los caminos llanos están inundados por los ríos, y los de montaña erizados de peñascos. Es preferible confiar las velas a la incertidumbre del mar, ya que la campiña etrusca y los muros de contención de la vía Aurelia han estado sufriendo a hierro [40] y fuego las hordas de los getas, e incluso los bosques carecen de casas de posta y los ríos de puentes 6 . Imprimo apretados besos en las puertas que he de dejar atrás y mis pies traspasan a disgusto el sagrado umbral. Ruego el perdón [45] con mis lágrimas y ofrezco en sacrificio una alabanza, en tanto los sollozos dejan fluir mis palabras:

«¡Escucha 7 , Roma, hermosísima reina de un mundo que es tuyo, acogida entre las celestes estrellas! ¡Escucha, engendradora de hombres y engendradora de dioses, gracias a [50] tus templos no nos mantenemos alejados del cielo! A ti cantamos y siempre cantaremos mientras los hados lo permitan: nadie en vida puede olvidarte. Antes sepultaría yo el sol en impío olvido que apartar de mi corazón tu gloriosa fama, pues derramas tus favores como rayos de sol por donde [55] se agita vacilante el envolvente Océano. Por ti da vueltas Febo, que todo lo abarca, y en ti esconde los caballos que de ti habían salido. A ti no te detuvo Libia 8 con sus ardientes arenas ni te arredró la Osa guarnecida de hielo. Cuanta extensión [60] comprende la naturaleza hasta las regiones habitables, otro tanto la tierra se convierte en camino accesible a tu valor. Formaste de pueblos distintos una única patria; al imponer tu poder, beneficiaste a los vencidos, ignorantes de la justicia, y al ofrecerles compartir tus propias leyes, formaste [65] una ciudad de lo que antes era un mundo 9 . Como autores de tu linaje reconocemos a Venus y a Marte, la madre de los Enéadas y el padre de los Romúlidas. Cuando [70] vences, la clemencia ablanda tu brazo armado: en tu personalidad aúnas la inspiración de ambos dioses. De ahí tu gran satisfacción en combatir y en perdonar: vences a quienes has temido, amas a quienes has vencido. Damos culto a la diosa que creó el olivo y al dios que descubrió el vino, y al [75] niño que fue el primero en hincar el arado en tierra; gracias a la destreza de Peón, la Medicina mereció los honores de un altar, y merced a su distinción personal, Alcides fue convertido en dios 10 . También tú, que abarcas el mundo con tus triunfos civilizadores, haces que todo viva con arreglo a una ley común. A ti, diosa, a ti el último rincón romano te ensalza [80] y ofrece su cuello libre a tu pacífico yugo. Los astros todos que mantienen su eterno movimiento no han visto nunca imperio más hermoso. ¿Cómo compararlo con el que los asirios llegaron a reunir con las armas y que sus vecinos [85] los medos domeñaron? Los Grandes Reyes de los partos y los tiranos de los macedonios varias veces se impusieron alternativamente sus leyes 11 . Y es que tú no tuviste al nacer más almas y más brazos, sino mayor decisión y cordura. Conocida por las justas motivaciones de las guerras que emprende y por no ensoberbecerse en la paz, tu gloria alcanza su [90] máximo poder. El que reines es menos que el que merezcas reinar. Con tus hazañas superas las más grandes hazañas. Tanta fatiga produce enumerar los altos monumentos de tu gloria rica en trofeos, como pretender contar el número de estrellas. Tus deslumbrantes templos turban las miradas que [95] los recorren: tal creería yo con gusto que viven los propios dioses. ¿Y qué decir de los canales suspendidos en el aire sobre arcadas, adonde a duras penas podría Iris elevar sus llovedizas aguas? 12 . Antes parecen montes encumbrados a los astros. Tamaña obra la alabaría Grecia como propia de [100] gigantes. Ríos de agua se acumulan encerrados en tus muros, tus baños se alzan consumiendo lagos enteros 13 . Y no menor humedad brota de tus propias entrañas al nacer en ti corrientes que hacen murmurar las murallas por doquier. Un [105] fresco soplo atempera entonces las auras del estío y la pureza incomparable del agua alivia la sed inofensiva. Por cierto, un torbellino de agua caliente te brotó de súbito en el camino de la roca Tarpeya con ocasión de un ataque enemigo. Si hubiera pervivido, yo lo habría juzgado cosa del azar, pero fluyó en tu ayuda para luego retirarse 14 . ¿Y qué decir [110] de los bosques encerrados en tus artesonados, donde se solaza con su abigarrado canto el ave allí nacida? En tu primavera el tiempo nunca deja de suavizarse y el invierno de [115] vencida ampara tus encantos. Levanta, ¡oh Roma!, tus cabellos laureados y trenza en verdes bucles tu vetusta y sagrada cabellera; que desde su almenada cimera lance tu diadema dorados rayos, y tu bloca de oro vomite fuego sin cesar; que el olvido de las afrentas a ti inferidas oculte dolorosos [120] reveses y el desprecio del dolor restañe y cicatrice tus heridas. En la adversidad tienes por costumbre confiar en el éxito: a imitación del cielo los daños sufridos te enriquecen. Las llamas de los astros traen con su ocaso nuevos ortos; [125] ves que la luna acaba su ciclo para iniciarlo. No difirió el río Alia el castigo del victorioso Breno; el samnita pagó con la esclavitud su cruel pacto; tú, derrotada y tras numerosos desastres, pusiste en fuga a Pirro y el propio Aníbal hubo de lamentar sus éxitos 15 . Lo que no puede hundirse resurge con [130] renovado brío y salta empujado aún más arriba desde las más profundas simas. Y así como una antorcha recobra nuevas fuerzas cuando se la inclina, así tú tratas de alcanzar los cielos aún más esplendorosa tras un suceso humillante. Extiende al porvenir romano tus leyes perdurables: sólo tú no [135] has de temer los hilos del destino aunque a los mil años y dieciséis décadas transcurridos se les añada además el noveno 16 . El tiempo que te queda no está sujeto a límite alguno mientras la tierra perviva, mientras el cielo transporte los [140] astros. A ti te da fuerzas lo que a otros reinos debilita: el secreto de renacer está en poder crecerse en la desgracia. ¡Ea, pues! Sucumba, por fin, como víctima un pueblo sacrílego: ofrezcan temblorosos los getas sus pérfidas cervices; que las tierras ya pacificadas paguen abundantes tributos; que el botín tomado a los bárbaros colme los pliegues majestuosos de tu toga; eternamente surque el Rin la tierra para ti y para [145] ti la inunde el Nilo, y el mundo así fertilizado fertilice a su nodriza. Más aún, proporciónete copiosas cosechas el África, rica en sol, pero más rica aún por la lluvia que de ti recibe 17 . Y que, mientras, se alcen los graneros entre los surcos del Lacio y fluyan abundantes los lagares en néctar de la [150] Hesperia. Ceñido de triunfal junco el propio Tíber apreste servicialmente sus aguas en provecho de los descendientes de Rómulo y transporte desde aquí por sus amenas riberas las copiosas provisiones del campo y traiga de allá corriente arriba las del mar. Franquéame —te lo ruego— el mar ya [155] pacificado por el gemelo Cástor y que la Citerea 18 , mi guía, sosiegue la llanura marina si es que no decepcioné cuando aplicaba las leyes de Quirino, si reverencié y consulté a los inviolables senadores. Pues en cuanto a que ningún delito me ha hecho desenvainar la espada, no se tome como mérito [160] del prefecto, sino del pueblo 19 . Tanto si se me concede terminar mi vida en la tierra de mis padres, como si alguna vez de nuevo eres devuelta a mis ojos, seré feliz e incluso más feliz de lo que ansío si te dignas recordarme siempre».

[165] Tras estas palabras emprendemos ansiosamente el camino. Me acompañan unos amigos. Mis ojos no pueden decir adiós sin humedecerse. Y mientras los demás se vuelven a Roma, me sigue acompañando Rufio, gloria viviente de su padre Albino, que trae su apellido del antiguo linaje de Vóluso [170] y que según testimonio de Marón evoca a los reyes rútulos 20 . A su elegante palabra se ha encomendado el palacio 21 : a pesar de su juventud ha merecido el honor de hablar en nombre del emperador. Anteriormente, mozo aún, había gobernado como procónsul a los cartagineses; les infundió a [175] los tirios miedo y afecto a partes iguales 22 . Su diligencia en el desempeño del cargo le tiene asegurado el altísimo honor de los fasces. Si se puede confiar en los méritos contraídos, llegará a cónsul 23 . Al final le obligué, mal que le pesaba, a dar media vuelta. Con todo, una misma disposición de espíritu mantiene unidos a quienes físicamente están separados.

[180] Me encamino, en fin, hacia los barcos por donde el Tíber, que aparece dividido en dos brazos, corta más hacia la derecha. El izquierdo, intransitable por los bancos de arena, hay que evitarlo; sólo le queda la gloria de haber acogido a Eneas 24 . Para entonces ya Febo había prolongado las horas de la noche en el desvaído cielo de Escorpio. Dudamos si [185] aventurarnos en el mar, pero permanecemos en puerto y sobrellevamos sin contrariamos la inactividad impuesta por el retraso mientras la Pléyade cae encolerizada en el mar traicionero y se enfurece la cólera del temporal propio de la estación 25 . Me entretengo volviéndome con frecuencia a mirar la Ciudad, aún cercana, y recorriendo los montes con [190] una mirada que ya apenas los distingue. Por donde nos guía la vista, los ojos disfrutan contemplando el querido terruño mientras creen poder distinguir lo que anhelan. Y ese lugar que comprende las atalayas soberanas y la capital del mundo no lo reconozco por indicios de humo, por más que Homero 26 [195] recomienda tales indicios siempre que desde el solar amado se eleva el humo hasta las estrellas, sino que una zona del cielo más clara y un trecho despejado dibujan las cumbres brillantes de las siete colinas. Allí luce de continuo el sol e incluso parece más puro el día que Roma se forja [200] para sí misma. De vez en cuando los ruidos del Circo resuenan sorprendiendo mis oídos; una encendida salva de aplausos indica que los teatros están a rebosar; batidos por el aire recibo ecos de voces conocidas, bien porque realmente me lleguen o bien porque los fragüe mi cariño 27 .

[205] Durante quince días observamos las condiciones de seguridad del mar, en tanto se presentase el viento bonancible de la luna nueva. A punto ya de marcharme, hago volver a sus estudios de Roma a Paladio, esperanza y prez de mi linaje; por su elocuencia y juventud acaba de ser enviado de [210] las campiñas de las Galias a aprender las leyes del foro romano. Cuenta con una dulcísima atadura, la de mi interés por él, hijo mío en lo afectivo y pariente por sangre 28 . Su padre Exuperancio está ahora enseñando a las costas de [215] Armórica a estimar el retorno de la paz: ha restablecido la ley, ha restituido la libertad y no consiente que para sus sirvientes los amos sean esclavos 29 .

Zarpamos rayando el alba, justo en el momento en que el retorno del color permite distinguir los labradíos. Avanzamos [220] por cerca del litoral en unas barcas pequeñas a las que en una emergencia podría abrir la costa numerosos refugios. Traspase las olas en verano el velamen de los barcos mercantes, que el otoño es más seguro con mayor posibilidad de pronta huida. Costeamos la tierra de Alsio y dejamos atrás Pirgos, hoy grandes quintas, pequeños pueblos antaño. A continuación nos muestra el piloto el territorio de Cere 30 : [225] con el tiempo Agila ha abandonado su antiguo nombre. Pasamos rozando Castro 31 , 〈asediado〉 32 por el oleaje y por el tiempo: como ejemplo, la vieja puerta de esta localidad semiderruida. Preside, representado en una pequeña estatua de piedra, aquél que como protector de los rebaños lleva cuernos [230] en la frente. Aunque los muchos años hayan borrado su primitivo nombre, la leyenda asegura que esto fue Castro de Inuo, sea que Pan cambiara el Ménalo 33 por los bosques tirrenos, o que Fauno entrara a habitar las sinuosidades de su tierra natal; pues que renueva la humana estirpe con abundantes [235] preñeces, a este dios se le representa muy inclinado a los placeres de Venus.

Por la fuerza del austro nos desviamos a Centuncelas 34 : las naves atracan en su tranquilo puerto. Entre los muelles enormes queda el mar encerrado formando un anfiteatro y [240] su estrecha bocana la protege una isla artificial. Se yerguen allí dos torres, y a uno y otro lado se abre un canal angosto con doble entrada. Como no bastaba la construcción de fondeaderos en la parte más amplia del puerto para evitar que [245] incluso allí la virazón agitara los barcos, la parte interior de la ensenada se ha replegado hasta el medio de los edificios, y la estabilidad de sus aguas ya no sabe de cambios de viento, como el agua que encerrada en las piscinas de la euboica Cumas 35 sostiene los brazos de sus nadadores de pausado y alterno chapoteo.

Me apetece conocer las termas que toman su nombre de [250] un toro 36 , pues desviarse tres millas no representa un serio retraso. Los manantiales no tienen allí el defecto de amargos regustos ni sus aguas calientes están saturadas de vapores de azufre. La pureza de olor y la suavidad de sabor hacen dudar [255] al bañista qué aplicación darles mejor. Si se ha de dar crédito a la leyenda, fue un toro el que al descubrir el manantial nos proporcionó estos baños termales, pues suele anunciar su embestida arrancando terrones y frotando sus cuernos amenazadores contra un duro tronco; o bien fue un dios que aparentando las hechuras y las armas de un novillo [260] no quiso que permanecieran ocultos los dones del suelo abrasador, como aquél que arramblando con la joya raptada a Agenor se llevó su carga virginal a través de los mares 37 . No sólo los griegos han de adornarse con portentos difícilmente creíbles: la fuente del Helicón tiene por creador un animal 38 ; convengamos en que estas aguas han brotado de [265] parecido origen y en que la pezuña de un caballo cavó las fuentes de las Musas. En el poema de Mesala 39 que enaltece estos parajes se compara estas hendiduras con las grutas del monte Pierio. Este delicioso poema, grabado en su sagrada [270] puerta, cautiva a los que entran y retiene a los que salen. Este Mesala es aquél cuya estirpe arranca del primer cónsul, si nos remontamos a sus antepasados los Publícolas. También es él quien como prefecto del pretorio mandaba en las cohortes pretorianas con sólo un gesto de su cabeza. Pero su grandeza le viene sobre todo de su inteligencia y elocuencia. Nos ha enseñado qué asiento moral exige la elocuencia: uno [275] será elocuente en la medida en que desee ser persona de bien 40 .

El crepúsculo cubierto de rocío comenzó a brillar en el cielo de color de púrpura 41 . Desplegamos las velas, que se curvan al darles el viento de través. Por poco tiempo nos apartamos de la orilla del Munión 42 , llena de bancos de arena: su estrecha desembocadura se alborota ante el mar traicionero. [280] Desde allí divisamos los tejados diseminados de las Graviscas 43 , agobiadas a menudo en verano por el mal olor de sus marismas. Pero sus frondosos alrededores verdeguean de espesos bosques y la sombra de los pinos flota en [285] las orillas del mar. Distinguimos unas ruinas antiguas sin guarda alguno y las repulsivas murallas de Cosa 44 , ya deshabitada. Vergüenza da, frente a lo serio de su desgracia, sacar a colación su risible causa, pero sería una pena pasar por alto esta chanza: dícese que antaño sus vecinos se vieron [290] obligados a emigrar abandonando sus hogares por estar infestados de ratones. Yo preferiría creer en los daños sufridos por la cohorte de los pigmeos o en las grullas juramentadas para sus propósitos bélicos.

No lejos de aquí se toca un puerto distinguido por el nombre de Hércules 45 ; al ocaso del día le sigue un viento ya [295] más suave. En medio de las ruinas de un campamento nuestra conversación recae sobre la precipitada huida de Lépido a Cerdeña 46 . Y es que Roma, yendo en pos de su valiente general Cátulo, expulsó de las costas de Cosa a enemigos de su misma sangre. Peor fue, sin embargo, aquel Lépido 47 que [300] durante las contiendas civiles llevó a cabo una impía guerra en tiempos del triunvirato y que en medio del terror de la Ciudad sepultó con nuevos refuerzos la libertad recuperada en la batalla de Módena. Un tercer Lépido 48 , que había osado maquinar asechanzas a la paz, encontró el destino correspondiente a tan funesto malhechor. El cuarto 49 , cuando [305] intentaba encaramarse al poder absoluto de los Césares, hubo de pagar las consecuencias de un impuro adulterio. También hoy en día… 50 . Pero mejor será dejar que la Historia se lamente de nuestros contemporáneos y que el juicio de la posteridad condene esta funesta estirpe. No sé si pensar que de ciertos nombres se derivan determinadas conductas o si [310] más bien por determinadas conductas se asignan ciertos nombres. Sea como sea, hay en los anales latinos la sorprendente coincidencia de que la maldad de los Lépidos aparece siempre truncada a espada.

Y sin que aún se hayan disipado las sombras nos confiamos al mar 51 . Nos llega viento de una montaña próxima: en medio del agua penetra el monte Argentario 52 , que con [315] su doble cima amenaza las bahías azuladas y forma un estrechamiento que se alarga entre sus colinas hasta dos veces tres millas; su perímetro por mar llega hasta tres veces doce millas. Del mismo modo el istmo de Éfira 53 , cuyo litoral da [320] a dos mares, divide por entre ambas orillas las aguas del mar Jonio. A duras penas costeamos su contorno erizado de escollos y la maniobra zigzagueante no deja de presentar serios cuidados: a cada variación de rumbo cambian también los vientos, las velas tan pronto resultan útiles como dañosas. [325] De lejos admiro las boscosas cumbres de Igilio 54 ; sería un pecado privarlo del honor de su alabanza. Esta isla consiguió proteger, poco ha, sus propios bosques, bien por la índole de su naturaleza, bien por el genio tutelar de su dueño 55 cuando merced a su mediano estrecho resistió a las [330] armas victoriosas como si hubiese estado separada por un dilatado brazo de mar: acogió a muchos fugitivos de la Ciudad, que había sido saqueada 56 ; aquí hallaron a sus fatigas segura salvación y abandonaron el miedo. Pues la caballería, que en contra de su propia naturaleza se hizo luego temible por mar, había devastado diversas zonas costeras con [335] tácticas de tierra. Es de admirar el hecho histórico de que un mismo puerto, por la inconstancia del azar, estuviera para los romanos tan cerca y para los getas tan lejos.

Tocamos el Umbrón 57 , río no carente de fama, cuya desembocadura acoge protectora los navíos en apuros: tan accesible es su cauce de fluidas aguas, que se abre acogedor siempre que se abate sobre el mar un violento temporal. En [340] este punto quise yo ganar su tranquila ribera, pero hube de seguir a los marineros, ansiosos de avanzar más. Y así, por más que me apresuro, nos quedamos sin viento y sin luz: ya no se puede ni avanzar ni retroceder. Tomamos medidas para [345] el descanso nocturno en la arena de la orilla 58 ; un bosque de mirtos nos proporciona el fuego para la tarde; levantamos unas tiendas pequeñas poniendo debajo los remos, y un bichero colocado de través nos sirvió para improvisar un techo.

La luz del día hacía su aparición 59 . Aunque avanzamos a fuerza de remo, tenemos la impresión de estar parados, pero [350] la tierra firme que va quedando atrás prueba el desplazamiento de la proa. Aparece la isla de Elba, famosa por las minas de los cálibes; el subsuelo del Nórico no produce mayor riqueza. No es mejor tampoco la colada que fluye de los pródigos hornos de los bitúriges ni la masa que brota del suelo de Cerdeña 60 . Más servicio presta a los pueblos una [355] tierra fecunda en hierro que el amarillo cascajo del Tajo de los tartesios 61 . El oro trae la muerte y da materia a procurarse vicios; el ciego apetito de oro conduce a toda clase de delitos; presentes de oro abaten cabales matrimonios; una [360] lluvia de oro compra un pecho virginal; corrompida con oro, la lealtad traiciona ciudades bien guarnecidas 62 ; por el abuso escandaloso de oro enloquece la ambición misma. Pero, al contrario, con el hierro se labran los campos incultos; gracias al hierro se halló el primer medio de subsistencia; [365] con el hierro refrenaba las fieras sanguinarias la Edad de los Semidioses, desconocedora de un Marte guarnecido de hierro; al hombre no le basta que su mano trabaje desarmada si a modo de mano no tiene un arma de hierro.

Con tales pensamientos intentaba yo aliviar la tediosa [370] flojedad del viento mientras en diversos tonos iba repitiéndose la vulgar cantilena de la chusma 63 . La proximidad de Falesia 64 detiene nuestra ya cansada singladura aunque apenas había cubierto Febo la mitad de su camino. Casualmente a la sazón los lugareños, por las encrucijadas de su aldea, andaban entreteniendo alegremente sus ánimos cuitados con [375] festivos sacrificios, pues tal día precisamente resucita Osiris para convertir las fértiles semillas en frutos nuevos 65 . Tras haber desembarcado nos dirigimos a una posada y nos paseamos por un bosque: nos seducen unos estanques deliciosos de aguas bien cercadas. La espaciosa extensión del agua [380] allí encerrada permite que los peces retocen juguetones por entre los viveros. Pero el posadero, más cruel que Antífates 66 con sus huéspedes, nos hizo pagar caro el reposo en este ameno paraje. Y en efecto, regentaba este lugar un judío quejumbroso, animal incompatible con el alimento humano 67 . Nos cobra por haber zarandeado unos arbustos y [385] pisado unas algas y se pone a gritar que hemos derramado agua causándole graves perjuicios. Devolvemos los insultos apropiados a esta raza sucia que se recorta desvergonzadamente el prepucio, origen de insensatez 68 , y que tan dentro del corazón lleva esos fríos sábados, pero su corazón es aún [390] más frío que su religión. Uno de cada siete días se condenan a un vergonzoso letargo como afeminado retrato de su dios cansado. Los restantes disparates de esta cordada de esclavos mentirosos opino que ni un chiquillo puede creérselos. ¡Ojalá Judea no hubiera sido nunca sometida por las armas [395] de Pompeyo y el mando supremo de Tito! 69 , pues el contagio de esta peste, aunque se extirpe, se expande más y más y, así, una nación vencida atosiga a sus vencedores.

Se yergue de frente el bóreas 70 , pero también nosotros [400] pugnamos por erguirnos al remo cuando el día oculta los astros. Inmediatamente después Populonia 71 abre su costa serena, donde extiende hacia las tierras de labor una bahía natural. Allí no alza su mole erecta hacia las estrellas ningún faro cuya [405] luz se pueda ver de noche, sino que en tiempos antiguos se eligió como atalaya una fuerte roca cuya escarpada cresta amenaza las olas amansadas y que sirvió a los hombres de asentamiento para un castillo de doble uso, defensa terrestre y guía marítima. No pueden reconocerse los monumentos del [410] pasado: la voracidad del tiempo ha consumido sus murallas poderosas. Sólo quedan a trechos restos de sus muros; unas casas yacen sepultadas bajo amplias extensiones de escombros. No ha de irritarnos que cuerpos mortales perezcan: estamos viendo ejemplos de que pueden morir ciudades.

Cunde a la sazón entre nosotros de oído en oído una feliz [415] noticia; a punto estuve de decidir mi regreso a Roma, pues aquí nos enteramos, querido amigo, de que ha sido confiada a tus méritos la prefectura de la Ciudad sagrada 72 . Yo quisiera engarzar en mi poema tu verdadero nombre, pero [420] la rigidez del metro rechaza cierto tipo de pies 73 . Te traeré a mis versos con tu sobrenombre, queridísimo Rufio; con él te canta mi libro más arriba. Que un día de fiesta, como el que hace poco honró mis penates, celebre la consecución de mis deseos coronando de guirnaldas los montantes de mi puerta; que unos ramos verdes adornen nuestra común alegría: [425] una buena parte de mi propio ser ha obtenido un ascenso. Así, así me gustaría que se renovase mi cargo, volviendo a disfrutar de esa magistratura a través de la persona por la que yo más me inclinaba.

Al virar el aquilón 74 , nos disponemos a navegar a vela en cuanto Eos empezó a brillar en su rosáceo caballo. Córcega [430] comienza a mostrar entre penumbras sus montañas, y una sombra del mismo tono prolonga sus cumbres nubosas. Así suelen desvanecerse a intervalos los gráciles cuernos de la luna y esconderse a los ojos que fatigosamente los habían entrevisto. La estrechez de este brazo de mar ha incrementado [435] las fantasías de la leyenda: cuentan, en efecto, que un rebaño de bueyes lo cruzó a nado en el momento en que llegó casualmente a las costas de Cirne por vez primera una mujer, Corsa, persiguiendo un buey suelto 75 . Siguiendo por [440] mar se alza enseguida Capraria, desolada isla llena de hombres que huyen de la luz. Ellos se llaman a sí mismos con el apodo griego de «monjes» porque desean vivir solos sin testigo alguno 76 . Recelan de los dones de la fortuna, pues temen sus reveses. ¿Quién es capaz de hacerse voluntariamente [445] desgraciado por no ser desgraciado? ¿Qué rabia es ésa tan necia y propia de un cerebro extraviado, de no poder soportar lo bueno por miedo a lo malo? Puede que como atajo de esclavos estén expiando sus fechorías o que sus sombrías entrañas se hallen henchidas de negra hiel. Así, [450] Homero atribuyó a una enfermiza demasía de bilis las angustias de Belerofonte 77 . Dícese, en efecto, que al caer herido este joven tras las acometidas de un dolor brutal, sintió aversión por la raza humana.

Al entrar en la región de Volterra, propiamente llamada Los Vados 78 , escojo la parte profunda de su canal, que es [455] inseguro. El vigía de proa observa el fondo, guía el timón obediente a sus órdenes y gobierna la nave voceando la maniobra. Dos árboles permiten distinguir su equívoco acceso y ambas orillas quedan delimitadas por unas estacas. A éstas es costumbre atarles unos lauros altos fáciles de ver por sus [460] ramas y frondoso follaje, para que, si el banco movedizo de espeso limo muestra un manto de algas, las señales permanezcan inalterables indicando claramente el camino 79 . Allí me obligó a detenerme un impetuoso viento del noroeste, cual el que suele conmover las espesuras de los bosques. Aun protegidos por unas casas, a duras penas pudimos aguantar [465] la furia del aguacero. Pronto nos acogió la finca de mi querido Albino 80 , pues querido es, en efecto, aquél que Roma nombró para sustituirme en el cargo prolongando a través de él la autoridad de mi toga 81 ; con sus méritos compensó los años que aún debía esperar, siendo como es un niño por su [470] edad florida, pero un anciano por su ponderación. La mutua estima unió caracteres parejos y la simpatía evolucionó hacia una amistad recíproca. Él prefirió que llevara yo las riendas aun cuando habría podido ser el primero, pero el cariño por su predecesor lo ha hecho mayor. Me entretengo en [475] observar unas salinas 82 situadas al pie de la finca, pues con este nombre se designa una laguna salada en la que entra el mar por unos canales en pendiente cavados en la tierra y en que una fosa pequeña reparte el agua a unas albercas de muchas secciones. Pero cuando aplica Sirio 83 su fuego ardiente, [480] cuando palidece la hierba, cuando está sediento el campo todo, entonces se cierra el paso al mar con las compuertas de las represas para que, abrasada, la tierra endurezca las aguas allí retenidas. La masa coagulada que surge de forma natural recibe la fuerza punzante de Febo y con el [485] calor del verano se cuaja una pesada costra, de un modo que no difiere en absoluto de cuando el hórrido Histro 84 queda endurecido por el hielo y permite, al solidificarse, el arrastre de carros enormes. Investigue los procesos de la naturaleza quien esté acostumbrado a examinarlos e indague los efectos contrarios de un mismo elemento: corrientes que se han solidificado por obra del hielo se licúan cuando reciben el [490] sol y, al revés, aguas en estado líquido se congelan a causa del sol.

¡Oh, cuán a menudo del mal nace el germen del bien!: un temporal desabrido trajo consigo una gustosa demora. Efectivamente, Victorino 85 , parte queridísima de mi alma, colmó los anhelos de ambos al coincidir aquí conmigo. La [495] toma de Tolosa lo empujó al exilio hasta establecerse en tierras etruscas y venerar lares extranjeros. Su sabiduría brilló no sólo en la adversidad: con idéntico espíritu sobrellevó la prosperidad. Océano es sabedor de sus cualidades, también lo es Tule 86 y los labradíos todos que ara el fiero britano, [500] donde, haciendo las veces de prefecto, su moderación en el ejercicio del poder va produciéndole una gran cosecha de cariño imperecedero. Aquel país está apartado en un confín del mundo, pero él lo rigió como si estuviera en el centro 87 . Mayor mérito tiene haber querido complacer a gentes entre [505] las que suscitar desagrado entraña poco desdoro. Habiéndosele destinado recientemente a la sagrada corte en calidad de conde honorario 88 , despreció los más altos peldaños del escalafón por amor al campo. Después de haberle dado un abrazo burlé los vientos contrarios, en tanto que creo estar [510] ya disfrutando de una porción de mi tierra natal 89 . La aurora azafranada y serena había sacado su tiro 90 ; la brisa de la orilla aconseja tensar las antenas; un soplo apacible empuja la toldilla de popa, que no se zarandea; tiemblan suavemente las velas, firmes sus amarras. Aparece Górgone 91 en [515] medio del mar rodeada de olas entre la costa de Pisa y la de Cirne. Rehúyo el arrecife, recuerdo de una reciente desgracia: aquí se frustró sepultándose en vida un conciudadano nuestro 92 , pues nuestro era hasta hace poco ese joven de [520] ilustres antepasados, en nada inferior a ellos en hacienda o matrimonio, quien impelido por las Furias abandonó hombres y tierras y vive en la superstición, desterrado en vil escondrijo. Cree, el infeliz, que las divinidades celestiales se alimentan de su inmundicia y a sí mismo se tortura con mayor [525] crueldad de lo que lo harían dioses ofendidos. ¿Acaso no es peor —pregunto yo— esta secta que los venenos de Circe? 93 . En aquel entonces se transformaban los cuerpos, ahora las almas.

Desde allí nos dirigimos a Triturrita 94 : así se llama el caserío, una península que yace repeliendo el oleaje, pues [530] avanza en el mar sobre rocas apiladas a mano, y quien levantó una casa edificó previamente su suelo. Me dejó impresionado el puerto vecino 95 cuya reputación se elogia a menudo por sus mercancías de Pisa y las riquezas de su mar. El aspecto del lugar es admirable: lo bate el mar abierto y su costa está desamparada y expuesta a todos los vientos. No tiene rompeolas alguno que con sus brazos protectores [535] pueda alejar las amenazas de Éolo. Pero las crecidas algas que se entretejen en sus profundidades no causan daño a las embarcaciones, que chocan blandamente en ellas y, sin embargo, en su golpear fragmentan las olas enfurecidas y no [540] permiten que vengan de alta mar con grandes crestas.

El euro 96 , despejando el cielo, había dado ocasión de seguir navegando, pero yo tenía interés en visitar a Protadio 97 . Si acaso alguien desea conocerlo por señales inequívocas, dispóngase a representarse en su corazón la imagen de la virtud. La pintura no producirá matices más verosímiles [545] que la estampa que surge moldeada de sus cualidades: resplandecen de lejos su sabiduría, visible en su rostro decidido, y su imagen de equidad, digna de admiración. Quizá sería menor la alabanza si se la otorgara a su paisano la Galia. Roma puede dar testimonio de quien fue su prefecto. [550] Umbria 98 le ha ofrecido, en sustitución de su morada natal, un modesto retiro: sus virtudes han equiparado la buena y la mala suerte. El espíritu indomable de este varón considera grande lo pequeño y para su mente fue pequeño lo grande. [555] Un exiguo pegujal contenía vencedores de reyes y unas pocas yugadas producían Cincinatos. Para mí, desde luego, las cualidades de Protadio no tienen menor categoría que el arado de Serrano o el hogar de Fabricio 99 .

Atracados, pues, mis barcos en fondeadero seguro 100 , [560] hago que me conduzcan a Pisa por donde suelen ir los viajeros a pie. El tribuno 101 , a quien guardo estima —y él a mí— de cuando éramos compañeros de armas y de cuando yo, como maestro de oficios, administraba la casa imperial y la guardia armada del piadoso príncipe, me procura caballos y [565] me ofrece incluso vehículos. Contemplo la vieja ciudad que tiene origen en el Alfeo, ceñida por el Arno y el Áusur de aguas gemelas 102 . Éstos ríos trazan al encontrarse el cono de una pirámide: la parte frontal resultante ofrece acceso por una mediana lengua de tierra 103 . Pero en la confluencia de [570] ambos ríos es el Arno el que conserva su nombre y, claro está, sólo él se encamina al mar. Mucho antes de que el azar implantara unos penates de origen troyano a los reyes de Laurento, Etruria había acogido a gentes de Pisa procedentes de la Élide, raza de la que da testimonio manifiesto su nombre. Aquí se me presentó ante los ojos la estatua de mi [575] venerado padre que los pisanos erigieron en su propio foro. Me mueven a llorar los elogios dedicados a mi progenitor ya desaparecido: por mis mejillas humedecidas corrieron el gozo y la tristeza. Y es que, efectivamente, mi padre había gobernado tiempo atrás los campos tirrenos y ejercido el [580] poder jurisdiccional encomendado a los seis fasces 104 . Solía contar —lo recuerdo— que después de haber recorrido muchos cargos públicos era su gobierno de Etruria el que más le había agradado, pues ni la administración del sagrado Tesoro, por importante que fuera, ni la autoridad de la cuestura le habían complacido más. En su cariñosa inclinación por los etruscos no dudaba incluso, si se me permite decirlo, en [585] relegar a un segundo plano su cargo de prefecto. Y no se engañaba, siendo como era tan grato a quienes él a su vez apreciaba: es el cariño recíproco el que les hace cantar en versos su eterna gratitud. Los viejos que lo recuerdan comentan [590] a sus hijos que fue tan firme para sus cosas como agradable, incluso celebran que yo no haya desmerecido de los honores que él alcanzó y me acogen con redoblado afecto. Estas mismas muestras de fidelidad al prestigio de mi padre las hallé a menudo al marchar por las comarcas aledañas a la vía Flaminia. Toda Lidia 105 venera, entre los [595] allí nacidos, la memoria de Lacanio como si fuera un dios. Esta provincia, agradecida a las gentes de bien, conserva sus viejas costumbres y es merecedora de tener siempre buenos gobernantes, como actualmente Decio, noble hijo de Lucilo, [600] que administra las fértiles campiñas del país de Córito 106 . Y no es extraño que su padre, viéndose representado en la grandeza de carácter de su hijo, se sienta dichoso por tan parecida descendencia. Ni Turno ni Juvenal lo harían mejor cuando escribe sus sátiras burlonas con los hirientes versos [605] de las Camenas 107 . Su crítica mordaz ha acabado por restablecer la antigua honestidad y al tiempo que censura a los malos enseña a ser bueno. ¿Y cuando administraba con extraordinaria mesura el sagrado Tesoro, no consiguió repeler a las harpías 108 que en derredor lo acosaban? Sí, a las harpías, [610] que despedazan el mundo con sus uñas, que con sus patas pegajosas arrastran cuanto tocan, que vuelven tuerto a Argos y a Linceo ciego y vuelan, pública rapiña, entre los custodios. Pero a Lucilo no le pasó desapercibido este expolio propio de Briareo y a tamaña concurrencia de manos hizo él frente con la suya sola 109 .

Y tras haber regresado ya de la ciudad de Pisa a Triturrita 110 [615] estaba yo haciendo aparejar velas que colgaran al límpido noto cuando cubriéndose repentinamente de nubarrones se ensombreció el cielo; las nubes al rasgarse derramaron rayos a voleo. Nos detuvimos, pues ¿quién en un avieso temporal se atrevería a andar por mares que amenazan [620] furia? Ante la imposibilidad de navegar matamos el tiempo en unos bosques cercanos y nos entretenemos en desentumecer los miembros persiguiendo las fieras. El granjero que nos hospeda apresta los avíos de cazar y perras adiestradas en descubrir las apestosas guaridas. Un jabalí aterrador [625] de colmillo centelleante se lanza a las trampas y redes de ancha malla, y cae en ellas; ante él se arredrarían los brazos de Meleagro y blandearía la fuerza atenazante del hijo de Anfitrión 111 . Resuena entonces la trompa por los cerros, que pronto responden, y cantando se hace liviano el transporte [630] de la presa.

Entretanto el ábrego de húmedas alas no cesa de vedarnos insistentemente los días con unas nubes negras como la pez 112 . Ya están en su ocaso matutino las húmedas Híades, ya, tapada por una lluvia inverniza, se esconde la Liebre, [635] astro escaso de luz pero causante de grandes olas, bajo el cual ningún navegante abandonaría la tierra mojada, pues está, en efecto, colocado al pie del tormentoso Orión y, como presa empapada en rocío, huye de la Canícula abrasadora 113 . [640] Vimos amarillear el mar al alborotarse sus arenas, y anegar los campos arrojándose en tromba, igual que Océano se derrama tierra adentro cubriendo con vacilante fluctuación los sembrados que pronto ha de abandonar, tanto si su reflujo proveniente de otro mundo choca contra el nuestro, como si nutre con sus aguas los astros rutilantes 114 .


1 El comienzo ex abrupto del poema mueve a pensar en la pérdida de al menos un dístico, que varios filólogos han reconstruido en pura hipótesis. Véase Introducción , pág. 22 s.

2 Achacable a la muerte de Ataúlfo, según LANA , Rutilio Namaziano , pág. 52.

3 Según los estoicos, el alma recibe en su descenso del cielo a la tierra semillas que se desarrollarán durante su vida.

4 Alusión al genius populi Romani , es decir Urbis Romae que tutelaba la vida, el Estado y la propiedad.

5 Referencia a las invasiones de vándalos, suevos, alanos y burgundios en 406-407, de los visigodos de Ataúlfo en 412 y de las correrías de los bagaudas.

6 Con el nombre de getas, pueblo originario de Tracia, designa RUTILIO a los visigodos y cualesquiera bárbaros hostiles a Roma; también en vv. I 142, 336 y II 51. La Vía Aurelia, que toma su nombre de Aurelio Cota, censor en 241 a. C., parte de Roma, toca el Tirreno en Alsium (Palo), remonta hasta Génova y penetra en la Galia hasta Forum Iulii (Fréjus).

7 Sobre el himno a Roma, que se extiende hasta el v. I 164, véase Introducción, pág. 28 s.

8 Sc . África.

9 Se alude a la Constitutio Antoniniana de Caracalla del año 212 d. C. por la que se concedió la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio, unificados desde ese momento bajo un Derecho único. Cf . PLINIO , Historia Natural III 39.

10 Se inicia la segunda parte del himno, cuyo modelo es el himno a Venus que abre el De rerum natura de LUCRECIO . Se alude a Minerva, Baco, Triptólemo, Peón (médico de los dioses identificado luego con Apolo y Asclepio), y a Hércules, nieto de Alceo; tras ellos aparece Roma divinizada.

11 Gran Rey es el título oficial de los soberanos persas; los tiranos de los macedonios son los Seleucos de Siria, sucesores de Alejandro Magno.

12 Se creía que el arco Iris aspiraba con sus extremos el agua y la transmitía a las nubes; véase A. BARTALUCCI , «Note rutiliane», Studi classici e orientali 14 (1965), 30-39.

13 Se trata del río Anio actual Aniene, que alimentaba el Anio Novus y el Anio Vetus ; del Herculaneus , que surtía al Anio Novus ; del Curtius y del Caeruleus , que nutrían el Aqua Claudia . Los lagos que cita a continuación son el Alsietinus (Lago di Martignano), el Sabatinus (Lago di Bracciano) y el Sublacensis (Lago di Subiaco). Cf . FRONT ., Aquaed . 11; 71; 93, 2. Véase la interesante nota de USSANI , («Leggendo Rutilio»), que toma el término lacus en sentido figurado.

14 Jano ayudó a los romanos haciendo brotar de la roca Tarpeya un manantial de agua hirviente que cerró el paso a los sabinos de Tito Tacio.

15 Derrota de Roma en Alia en 390 a. C. ante los galos; desastre romano ante los samnitas en las Horcas Caudinas en 321 a. C.; Pirro es finalmente vencido por Roma en Benevento en 275 a. C.; Aníbal acaba destrozado en Zama en 202 a. C.

16 El año 1169 desde la fundación de Roma. Sigue siendo objeto de discusión la era que se toma como base de cálculo y, por tanto, la fecha del viaje. Véase Introducción, pág. 24 ss.

17 Creencia antigua de que el viento del norte reunía en Italia lluvias providenciales para África.

18 Invocación a los Dioscuros, Cástor y Pólux, mediante la corriente mención de uno solo, y a Venus, nacida de la espuma del mar cerca de la isla de Citera. Roma y los Dioscuros tenían santuarios en Ostia, y Venus, a quien estaba consagrada la Insula Tiberina , en la zona del Portus Augusti , donde embarcará el poeta.

19 Probablemente en el año 413 Rutilio fue prefecto de Roma; de ello habla también en vv. I 423-428 y 467-468. Quirino es el nombre de Rómulo tras su apoteosis.

20 Primer panegírico de sus amigos y parientes, a los que dedica el poeta más de 1/5 de su obra. Rufio Antonio Agripnio Volusiano, Proconsul Africae en 411-412, Quaestor Sacri Palatii, Praefectus Urbi durante el viaje de Rutilio (cf . vv. I 415 ss.) y acaso una segunda vez en el 421, y Praefectus praetorio Italiae en 428-429. Véase A. CHASTAGNOL , «Le sénateur Volusien et la conversion d’une famille de l’aristocratie romaine au Bas-Empire», Revue des Études Anciennes 58 (1956), 241-253. Vóluso es un caudillo de los rútulos (cf . VIRGILIO , Eneida XI 463 s.).

21 El Quaestor Sacri Palatii daba forma de ley a las órdenes del emperador y leía en la Curia las comunicaciones de éste al Senado.

22 Sc . cartagineses, que procedían de la fenicia Tiro.

23 Al llegar el poeta a Populonia, se enterará de que Rufio Volusiano ha sido nombrado Prefecto de Roma; cf . vv. I 415 ss.

24 El poeta llega al Portus Augusti por un canal de unos cuatro metros de profundidad, la Fossa Claudia o Traiana , actual Fiumicino; el brazo izquierdo, hoy Fiumara, es el lecho original del Tíber (cf . VIRG ., Eneida VII 29-32). Ambos brazos trazan la Insula Sacra o Tiberina .

25 No sabemos si se alude a las Pinzas de Escorpio (entre 19 de octubre y 17 de noviembre) o a la constelación de Libra (entre 19 sept. y 18 oct.). Optan por Escorpio quienes datan el viaje en el 415; por Libra, los que lo fechan en 417. Para la datación del viaje, véase Introducción, pág. 24.

26 Cf . HOM ., Od . I 57-59 y X 29-30. Aunque el estudio del griego ya se hallaba muy orillado, no se excluye un conocimiento directo de Homero por parte del poeta. Sobre este asunto, véase Introducción, pág. 33.

27 Referencia cronológica ambigua: si optamos por el 415, sólo caben los Ludi plebei , celebrados cinco días en las idus de noviembre (véase LANA , págs. 31 s.; CORSARO , págs. 16 ss.); optando por el 417, sólo encajan los juegos Circenses, pues en los días de octubre propuestos para el viaje en ese año no había juegos escénicos, luego los aplausos son fantasía del poeta. Véase Introducción, pág. 25.

28 Acaso pariente de Rutilio por rama femenina; parece tratarse del Paladio Rutilio Tauro Emiliano autor de un Opus agriculturae y prefecto del Pretorio bajo Mayoriano en 458.

29 Se alude a las revueltas de Armórica, entre el Loira y el Sena, en 408. Exuperancio no parece que deba ser identificado ni con el homónimo correspondiente de SAN JERÓNIMO (Epístolas 145) ni con el Julio Exuperancio autor de un breviario de Historia (De Marii, Lepidi ac Sertorii bellis civilibus) . Véanse CASTORINA , págs. 172 s.; LANA , págs. 74 ss.; DOBLHOFER , vol. I, pág. 24, y vol. II, págs. 113 s.

30 Alsio, actual Palo, antigua ciudad etrusca. Pirgos, cerca de la actual Santa Severa, era el puerto de la etrusca Cere, hoy Cerveteri. Sobre localidades citadas y no citadas, véase DOBLHOFER , vol. II, págs. 117-119.

31 Se trata de Castrum Novum , próximo a la actual Santa Marinella, donde hoy está Torre Chiaruccia. LANA (págs. 113 ss.) ha demostrado que no se trata de Castrum Inui al S. de Roma, sino que el poeta sugiere que durante algún tiempo se llamó Castrum Inui .

32 Leemos 〈expugnatum 〉 con E. BAEHRENS , Poetae Latini Minores , vol. V, Leipzig, 1883.

33 Inuo, antigua divinidad solar identificada con el Fauno latino o con el Pan de Arcadia. Ménalo, monte de Arcadia consagrado a Pan.

34 Hoy Civitavecchia, cuyo puerto construyó Trajano (Portus Traianus) y describió PLINIO EL JOVEN (Ep . VI 31, 15-17), testigo de la obra.

35 Porque Cumas, lugar de veraneo, era colonia de su homónima de Eólida y de Calcis de Eubea. Eran famosas sus termas y piscinas, luego denominadas Aquae Baianae .

36 Hoy Terme del Toro en Bagni di Ferrata, 3 millas al N. de Civitavecchia.

37 Europa, hija del rey Agenor, raptada de la playa de Sidón o Tiro por Zeus metamorfoseado en toro blanco que la transportó a Creta y la hizo madre de tres hijos, Minos, Sarpedón y Radamantis. El toro fue luego catasterizado y colocado entre los signos del Zodíaco.

38 La fuente Hipocrene de Beocia consagrada a las Musas en el monte Helicón; surgió por un golpe de pezuña del caballo alado Pégaso.

39 Valerio Mesala, prefecto del pretorio en 399-400. Pretendía descender de Valerio Publícola, colega de Junio Bruto sólo por renuncia de Tarquino Colatino. Cf . LIVIO , II 2, 11 y 8, 1.

40 Cf . vv. I 597 ss. y 606.

41 Comienza el 2.° día de viaje (19 de noviembre del 415 ó 30 de octubre del 417), hasta Porto Ercole, de 50 millas de singladura.

42 O Minión, hoy Mignone, nace al O. del Lago di Bracciano y muere en el mar entre Civitavecchia y la desembocadura del Marta.

43 Puerto etrusco de Tarquinios, junto al actual Porto Clementino.

44 Junto a la actual Ansedonia, cerca de Orbetello. Su puerto era Porto Ercole, llamado también Portus Cosanus . Sólo Rutilio transmite esta noticia que considera inverosímil. Los pigmeos, enanos de la altura de un puño habitantes de las riberas del Nilo, luchaban contra las grullas; cf . HOM ., Il . III 3-6.

45 Porto Ercole.

46 M. Emilio Lépido, padre del triúnviro, cónsul en 78 a. C. Declarado enemigo público por haber intentado abolir la constitución aristocrática de Sila, marchó contra Roma y fue vencido por su colega Cátulo y por Pompeyo. En su huida se embarcó para Cerdeña, donde acabó su vida.

47 M. Emilio Lépido, triúnviro hijo del anterior, unió sus fuerzas a las de Antonio tras la batalla de Módena (44 a. C.) y fue obligado a retirarse con el cargo de pontífice máximo.

48 Probablemente hijo del triúnviro, que conspiró en el 30 a. C. para asesinar a Octaviano después de Accio, pero fue detenido y condenado a muerte. No obstante, LANA (págs. 64-66) lo identifica con L. Emilio Paulo, cónsul en el año 1 d. C. e hijo de P. Emilio Lépido. Véase también la interesante nota de USSANI , art. cit .

49 Otro M. Emilio Lépido, segundo marido de Drusila, hermana de Caligula; conspiró contra su cuñado y tuvo relaciones ilícitas con Agripina y Livila, también hermanas del emperador. Fue ejecutado en 39 d. C.

50 Parece aludir a Claudio Póstumo Dárdano, gobernador de Germania y hermano de Póstumo Dárdano. Para esta identificación, véase la ingeniosa argumentación de Fo, págs. 89-90. Según LANA (págs. 61-73) la reticencia afecta a más Lépidos contemporáneos del poeta, que calla por prudencia, lo que discute CASTORINA (págs. 187 s.) en vista del V . I 312. Véase también USSANI , art. cit .

51 Comienza el 3.° día de viaje (20 de noviembre del 415 ó 31 de octubre del 417), de unas 40 millas de navegación.

52 Antes llamado Mons Cosanus . Rutilio es el primero en atestiguar la denominación de Argentarius , debida al centelleo de su mica. La cima del S. está sobre Porto Ercole, la del N. sobre Porto Santo Stefano. El poeta yerra, pues su perímetro es de unas 20 millas.

53 Istmo de Corinto. En sentido estricto el mar Jonio sólo baña un lado del istmo, siendo el otro ribereño del Egeo.

54 Hoy Giglio, frente al Argentario, refugio de los fugitivos de Roma en el 408 (bajada de Alarico a Roma), ó 410 (saco de Roma por Alarico) ó 412 (marcha de Ataúlfo hacia la Galia). Fo (págs. 91 s.) refiere al año 410 esta huida en la que acaso participara el poeta.

55 Sólo aquí se menciona al emperador, el cristiano Honorio, pero con alusiones paganas.

56 La huida podría deberse a la llegada de Ataúlfo en 412.

57 El Ombrone. A partir de este río comienza el territorio de Umbria.

58 Donde la actual Pineta del Tombolo.

59 Comienza el 4.° día de viaje (21 de noviembre del 415 ó 1 de noviembre del 417), de la Pineta del Tombolo a Falesia, en que se cubren 40 millas hasta mediodía (cf . v. 372).

60 Cálibes, pueblo legendario del Ponto. Nórico, hoy Estiria y Carintia. Bitúriges, entre el Loira y el Garona.

61 Tópos del elogio del hierro e invectiva del oro (cf . vv. I 607-614). El pasaje se relaciona con el tráfico de honores bajo Arcadio, reprimido por Honorio (cf . v. I 608), según VESSEREAU -PRÉCHAC , pág. 19. Para este pasaje y sus precedentes literarios, véase DOBLHOFER , vol. II, págs. 165-172. «Tartesios» vale por «hispanos».

62 Los personajes aludidos son: Erífile, que corrompida por Polinices persuade a su marido Anfiarao de participar en la expedición contra Tebas sabiendo que perecerá en ella; Dánae, que fecundada por Júpiter en forma de lluvia de oro dará a luz a Perseo; y, por último, Filipo de Macedonia.

63 Se alude a la zaloma o saloma (gr. kéleusma) , canto que marcaba el ritmo a los remeros.

64 Puerto etrusco al NE. de Piombino, donde hoy Porto Vecchio, también llamado Falese o Porto di Faliesi. No debe confundirse con Falerios, capital de los faliscos. Véase R. GELSOMINO , «Note a Rutilio Namaziano: I 371 ‘Falesia’ non ‘Faleria’, e il comportamento prosodico di Rutilio», Rivista di cultura classica e medioevale , 15 (1973), 35-47, cuya corrección aceptamos. El atraque a mediodía tras 45 millas de singladura podría ser una exageración para realzar la fiesta de Osiris. Véase LANA , págs. 90 y 121-124.

65 Referencia cronológica controvertida. Véase Introducción, pág. 24 ss. La fiesta de Osiris, relacionada con la conclusión de la siembra, duraba 4 días; parecen explícitas las alusiones a los ritos de la heúresis y los hilaria . Obsérvese que la alusión a la fiesta de Osiris es anterior a la mención del desembarco (cf . v. I 377).

66 Célebre pasaje antijudío de raigambre estoica. Antífates, rey de los lestrígones, devoró a uno de los hombres de Ulises y hundió todos sus barcos, excepto aquél en que navegaba el héroe (cf . HOM ., Od . X 114 ss).

67 Alude a la abstinencia de la carne de cerdo, que TÁCITO (Historias V 4, 4) atribuye al miedo a la lepra. Sobre el tabú del cerdo, véase J. G. FRAZER , La rama dorada , Madrid, 1984, págs. 536-542.

68 Pasaje muy discutido. Se ha querido ver aquí un ataque encubierto al cristianismo como derivación del judaísmo (cf . CASTORINA , págs. 200 s.), o bien la insinuación de que la demencia del letargo sabático radica en la circuncisión, considerada casi castrante (cf . USSANI , art. cit.) ; otros, en fin, entienden que el judaísmo es fuente de ideas y hábitos no superados en necedad (véase GIANNOTTI -VILLA , págs. 50 s.).

69 Alusión a las conquistas de Jerusalén por Pompeyo (63 a. C.), que puso fin al reinado de los Macabeos, y por Tito (70 d. C.).

70 Comienza la 5.a jornada de viaje (22 de noviembre del 415 ó 2 de noviembre del 417), de 10 millas de navegación hasta Populonia, 8 kms. al N. del promontorio de Piombino.

71 Floreciente ciudad etrusca (Popluna) que disponía de puerto ya en el siglo VII a. C. y fue prácticamente destruida en la guerra civil entre Mario y Sila. Su bahía es el actual golfo de Baratti.

72 Se trata de Rufio, el mismo que había acompañado al poeta hasta su embarque (vv. I 167 ss.). Rufio fue evidentemente nombrado prefecto en torno al día 20 de noviembre del 415, pues la noticia le llega al poeta el 22 y no la conocía el 17, víspera de su embarque; si el viaje se desarrolla en el 415, como pretende LANA , cabe la posibilidad, apuntada por CHASTAGNOL (art. cit.) de que las dos prefecturas urbanas de Rufio se fundieran en una sola. Véase CASTORINA , pág. 205.

73 Su nombre no cabe en el metro dactílico.

74 Comienza el 6.° día de navegación (23 de noviembre del 415 ó 3 de noviembre del 417), de Populonia a los Vada Volaterrana . El pasaje es controvertido: dado que el aquilón sopla del norte y que el desconocimiento de la vela triangular impedía navegar en contra de él, hemos de suponer que ese viento comienza a soplar en dirección distinta y favorable al rumbo, es decir del sur, de donde nuestra traducción. Véanse USSANI , art. cit ., CASTORINA , págs. 206 s., LANA , págs. 125 s.

75 Córcega era denominada Kýrnos por los griegos. Dista del continente 55 millas. Según una leyenda que trata de explicar la colonización lígur de Córcega, la isla toma su nombre de una pastora lígur que observó cómo un buey solía cruzar hasta allí atraído por la abundancia de los pastos; cf . SAL ., Hist . fr. II 11 MAURENBRECHER , Sol. III 3, ISID ., Etim . XIV 42.

76 Este pasaje, así como los vv. I 511-526, es famoso por sus ataques al monacato y, por ende, al cristianismo. Cf . MINUCIO FÉLIX (Octavius VIII 4), que llama a los cristianos latebrosa et lucífuga natio , y PÁLADAS (XI 384), que afirma. «¿Si son ‘monjes’, por qué hay tantos? ¿Y si hay tantos, cómo es que son solitarios?».

77 Cf . HOM ., Il . VI 201 ss., que no achaca a la negra bilis (melancholía) su conducta, sino a la muerte violenta de sus hijos. Rutilio asimila esa locura a la de los monjes porque también aquél incurrió en el odio a los dioses, según Fo, págs. 103 s.

78 Actual Secche di Vada, entre Cecina y Pisa.

79 Pasaje muy discutido. Véanse comentarios ad. loc . en DOBLHOFER , vol. II, págs. 209 s. y GIANOTTI -VILLA , pág. 59.

80 El aristócrata pagano Cécina Decio Acinacio Albino, prefecto de la Ciudad tras Rutilio, nuevamente prefecto en 426, prefecto del pretorio de Italia en 443 y 447, cónsul en 444. En 439-440 Valentiniano III le confió una misión en la Galia. No debe confundirse a este Albino con el padre de Rufio (vv. I 165 ss.). Para más datos prosopográficos, véase DOBLHOFER , vol. I, pág. 26 y vol. II, págs. 210 s.

81 En tiempos de Rutilio la toga ya sólo era distintiva de senadores y altos funcionarios imperiales. Cf . lo dicho a propósito de Rufio Volusiano (vv. I 171 ss.). El poeta ya ha hecho referencia a su prefectura en los vv. I 157-160 y 1427-428.

82 Situadas en la actual Padule, existían aún en el siglo VIII . Cf . PLIN ., His. Nat . XXXI 73-81.

83 La Canícula, estrella más brillante de la constelación del Can Mayor, cuya aparición en julio señalaba el inicio de los calores más mordientes. Citada también por el poeta con motivo de su ocaso invernal en v. I 638.

84 Se trata del Danubio inferior.

85 Galo, como Rutilio (cf . v. I 510), dejó Tolosa tras su toma por Ataúlfo en 413 ó 414 (cf . v. I 496). Había sido vicarius Britanniarum antes del 408, cargo equivalente al de viceprefecto, lo que le valió el título de comes illustris .

86 Tule se situaba confusamente al N. de Britania en Escandinavia, las Órcades o Islandia.

87 Según BOANO (art. cit.) el poeta abraza aquí la doctrina estoica al expresar la estrecha cohesión entre las diversas partes del mundo.

88 De las tres categorías del cargo —ejercientes, nominados y honorarios— Victorino pertenece a la última, sin residencia en la corte del emperador Honorio.

89 Parece deducirse que el poeta es originario de Tolosa y propietario en la zona. Véase Introducción, pág. 19.

90 Dependiendo de la duración de la estancia en Vada (1/2 jornada o bien 1 1/2 jornada) estaremos ante el 7.° día de viaje (24 de noviembre del 415 ó 4 de noviembre del 417) o el 8.° (25 de noviembre del 415 ó 5 de noviembre del 417) respectivamente. Véase Introducción, pág. 24 ss. En todo caso, la demora mencionada en el v. I 492 puede entenderse como imprevista a causa de la violencia del temporal. De los Vada Volaterrana al Portus Pisanus hay unas 18 millas.

91 Hoy Gorgona, a unos 40 Km. al N de Capraria y 30 Km. al SE de Livorno. Sólo Rutilio la denomina así, pues era conocida como Urgo (PLINIO , Hist. Nat . III 81), Gorgónē y Orgṓn . Comienza aquí la segunda invectiva contra los monjes y su vida solitaria (cf . vv. I 440 ss.).

92 Sobre los intentos de identificación del personaje, véase DOBLHOFER , vol. I, pág. 25.

93 Célebre maga que transformó en cerdos y otros animales a los compañeros de Ulises (cf . HOM ., Od . X 133-574). Con el vocablo secta se denominan a sí mismos los cristianos hasta bien entrado el siglo III . En todo caso podría asumir el significado más amplio de religión , pero sin sentido peyorativo, según USSANI , art. cit .

94 Islote artificial próximo al Portus Pisanus (cf . v. I 531) y desaparecido quizá por el aluvión; debía de ser una fortaleza destinada a proteger el puerto; Sólo Rutilio hace alusión a ella pues no parece tratarse de la Turrita de la Tabula Peutingeriana y del Anónimo Ravenate , según sostiene LANA , págs. 132 s. De Vada a Triturrita hay sólo 18 millas, por lo que LANA , ibídem , achaca el atraque al empeoramiento del tiempo, lo que anima al poeta a dirigirse a Pisa.

95 Es el Portus Pisanus , de imprecisa localización.

96 Viento del SE. que además de traer el buen tiempo ayudaba a navegar hacia el N., como pretende Rutilio, que no obstante decide dirigirse a Pisa.

97 Pagano fanático nacido en Tréveris, hijo de un famoso rétor de Burdeos, cruzó correspondencia con SÍMACO (Ep . IV 17-34, 56 y 57); fue prefecto de Roma en 401 (cf . v. I 550). Para otros datos prosopográfícos, véase VESSEREAU , Claudius Rutilius …, págs. 223 s., DOBLHOFER , vol. I, págs. 25 s. y W. ENSSLIN , «Protadius», RE XXIII (1957), col. 908. La casualidad del atraque obliga a desechar una cita previa, pues Protadio residía a la sazón en Umbria (cf . v. I 551).

98 Sc . Etruria, habitada antiguamente por los umbros.

99 De Cincinato, dictador en 458 a. C., es fama que su designación lo halló empuñando el arado. G. Fabricio Lúscino, cónsul en 282 y 278 a. C., combatió contra Pirro y los samnitas sin dejarse corromper. G. Atilio Serrano recibió su nombramiento mientras sembraba su terruño.

100 En el Portus Pisanus .

101 Es un tribunus militum de guarnición en esta plaza. Probablemente pertenecía a los scholares , guardias del palacio imperial dependientes del magister officiorum , cargo que a la sazón desempeñaba Rutilio en la corte (cf . v. I 563).

102 Pisa, fundada por los habitantes de la ciudad homónima griega de la Élide, por donde discurre el Alfeo (cf . vv. I 573 ss.). Áusur, actual Serchio, que fue luego desviado y desemboca 10 km. al N. del Arno.

103 Pasaje controvertido: o bien se trata simplemente de un triángulo de tierra sobre el que está situada Pisa, o bien de una especie de polígono piramidal de corta base formado por el aluvión. Véanse VESSEREAU -PRÉCHAC , pág. 43, CASTORINA , pág. 226, y GIANNOTTI -VILLA , Rutilio Namaziano …, pág. 69.

104 Antes que consularis Tusciae et Umbriae con derecho a las seis fasces había sido comes sacrarum largitionum (v. I 583) o administrador del Tesoro regio, quaestor sacri Palatii (v. I 584) y praefectus Urbi (v. I 585), no praefectus Praetorio . Véanse más datos prosopográficos en CASTORINA , pág. 227 y en DOBLHOFER , vol. II, págs. 246 s.

105 Sc . Etruria, pues según HERÓDOTO , I 94, 2, los etruscos eran originarios de Lidia.

106 De Lucilo y de Decio, consulares Tusciae et Umbriae a la llegada del poeta, sólo tenemos esta noticia. «De Córito», es decir «de Etruria», pues Córito, hijo de Menelao y Helena, era el mítico fundador de la antigua ciudad etrusca de Cortona.

107 De Turno (s. I d. C.) conocemos sólo dos versos transmitidos por el escoliasta de JUVENAL (Sát . I 71). Las Camenas, originariamente ninfas de las fuentes, dotadas de facultades proféticas, fueron pronto identificadas con las Musas.

108 Míticas rapaces de cabeza de mujer y cuerpo de pájaro encontradas, entre otros, por los Argonautas. Fo (pág. 116) sostiene que Rutilio está reelaborando aquí materiales del propio Lucilo.

109 Argos, apodado panóptēs («el que todo lo ve»), tenía cien ojos, de los que cincuenta estaban siempre abiertos. Linceo era uno de los argonautas, célebre por su agudeza visual. Briareo o Egeón, hijo de Titán y de la Tierra, podía robar con sus cien brazos gracias a sus artimañas. El pasaje es de difícil interpretación; véanse GIANNOTTI -VILLA , Rutilio Namaziano …, pág. 74, FRASSINETTI , «Postille rutiliane», Bollettino di studi latini 2 (1972), 36-48, y Fo, pág. 117.

110 LANA (págs. 138-141) afirma que regresó el mismo día (24 de noviembre del 415, 7.° día de viaje) y pospuso su partida por la tormenta (vv. I 617 s.) hasta primeros de diciembre; para CARCOPINO (pág. 260 s.), el poeta pernoctó en Pisa el 7 nov. y regresó el 8, zarpando el 11; según VESSEREAU -PRÉCHAC (pág. XVII), regresó la tarde del 9.° día de viaje, es decir el 8 nov. Véase cuadro cronológico del viaje en Introducción, pág. 27.

111 Meleagro, hijo de Eneo y de Altea (cf . v. II 53), reyes de Calidón en Etolia, logró matar un enorme jabalí que Artemisa había enviado a devastar sus tierras. Hércules, hijo de Júpiter suplantador de Anfitrión, capturó un jabalí que devastaba el Erimanto y, estrechado entre sus brazos, se lo llevó vivo a Euristeo, que le había impuesto ese trabajo.

112 Este pasaje, precisado por los versos 633 ss., indica que la espera en Triturrita no fue muy breve.

113 Las Híades, la Liebre, el cazador Orión y el Can aparecen relacionadas por su ocaso: el de las Híades, ligado al de la Liebre (21-22 de noviembre) y al de Orión (23 de noviembre) parece confirmar la espera en Triturrita del 24 de noviembre al 1-2 de diciembre del 415. Quienes propugnan el 417 sólo dan valor literario a estas citas. Véase LANA , págs. 32-37, DOBLHOFER , vol. I, pág. 37, vol. II, pág. 260, y CARCOPINO , pág. 198 e Introducción, pág. 24 ss.

114 Las teorías antiguas aparecen en LUCANO (I 411 ss.), SOLINO (XVI 2; XXVI 21) y SÉNECA (Sobre la providencia I 1, 4.). Se creía que la marea surge empujada por un viento del polo opuesto o como un rebote de agua de los Antípodas o bien al atraer los astros el agua para su alimento. Rutilio omite la moderna teoría lunar, presente ya en esos autores, si bien CASTORINA (pág. 235) la cree incluida en la segunda explicación.

El retorno. Geógrafos latinos menores.

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