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4. Estudios complementarios

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La última etapa de la entrevista diagnóstica consiste en la solicitud de estudios complementarios. El principal objetivo es cumplir con la regla de oro en medicina que consiste en descartar primero síntomas cognitivos, conductuales o psicológicos secundarios. Es decir, aquellos síntomas que se generan como consecuencia de otra enfermedad médica (como enfermedades infecciosas, metabólicas, endocrinológicas, oncológicas, etc.). En estos casos secundarios, los síntomas cognitivos, conductuales o psicológicos son una manifestación de la enfermedad médica y, por lo tanto, su resolución va a estar ligada al tratamiento de la enfermedad subyacente.

Para graficar esta situación, podemos mencionar a los síntomas depresivos que se producen en una persona con hipotiroidismo (disminución en la cantidad de hormona tiroidea), y que mejoran luego del tratamiento de reemplazo con la hormona tiroidea en forma de medicamento. Este es otro ejemplo de lo que habría que estudiar en el caso 2, donde Adriana presenta un cuadro depresivo.

Por otra parte, también es muy frecuente observar en personas mayores la aparición de síntomas cognitivos, conductuales o psicológicos en forma aguda y fluctuante. Para ejemplificar, sería el caso de un adulto mayor que rápidamente (en solo horas) comienza a presentar cambios cognitivos (como dificultades para prestar atención, desorientación en tiempo y lugar o mayor confusión) que pueden acompañarse de cambios psicológicos y conductuales (alucinaciones visuales, agitación, entre otros). Estos cambios se desarrollan de manera fluctuante, es decir que hay momentos en que la persona los presenta y momentos que no. Esta condición tan frecuente se denomina delirium o síndrome confusional agudo, y para su diagnóstico requiere de la realización de estudios complementarios ya que su origen siempre es una afección médica en general no relacionada con el cerebro (siendo las más frecuentes las infecciones urinarias o respiratorias). Es decir que si notamos que un familiar comienza abruptamente con cambios cognitivos, conductuales o psicológicos y estos van fluctuando en el tiempo, hay que consultar inmediatamente a un médico, porque seguramente sean consecuencia de una enfermedad médica no relacionada directamente con el cerebro. Por lo tanto, al tratar adecuadamente esa enfermedad van a desaparecer esos síntomas.

Los estudios complementarios también ayudan al diagnóstico de ciertas enfermedades neuropsiquiátricas, como la enfermedad de Alzheimer u otras demencias.

Los estudios complementarios de rutina son: los análisis de laboratorio (sangre y de ser necesario, orina) y una neuroimagen, que puede ser una resonancia magnética nuclear del cerebro (tiene una mejor resolución para ver lesiones por falta de irrigación sanguínea o la forma y tamaño de áreas específicas del cerebro) o una tomografía de cerebro (se suele pedir cuando se sospecha de ciertas enfermedades específicas o no se tiene acceso o hay contraindicaciones específicas para realizar la resonancia).

Además, el médico puede solicitar estudios más complejos de acuerdo a la sospecha diagnóstica. Por ejemplo, en el caso de Alejandro, seguramente se le solicitará una evaluación neuropsicológica luego de haberle realizado durante la entrevista un test de cribado cognitivo o screening cognitivo. Si hay sospecha de epilepsia, también se le podría pedir un electroencefalograma.

Finalmente, es importante mencionar que en la mayoría de las enfermedades que se presentan con cambios cognitivos, conductuales o psicológicos existen diferentes niveles de certeza en relación al diagnóstico. Hasta el momento actual, no existen estudios complementarios ni síntomas específicos que puedan dar una certeza definitiva al diagnóstico de muchas de estas enfermedades. Es decir que no existe forma de estar el 100 % seguros de un diagnóstico en base a los antecedentes, síntomas y a los estudios complementarios disponibles. Esta es una diferencia en relación a otras áreas de la medicina en donde el diagnóstico de determinada enfermedad puede realizarse con una certeza definitiva. Por ejemplo, el diagnóstico de diabetes se puede hacer con un 100 % de seguridad frente a determinados síntomas y la evaluación de los niveles de azúcar en un análisis de sangre. Por este motivo, los médicos suelen utilizar el término “diagnóstico presuntivo” al finalizar la consulta por problemas cognitivos, conductuales o psicológicos.

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