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20 de enero - Vida

Una oveja solitaria entre lobos

“Yo dejaré en Israel siete mil personas que no se han arrodillado ante Baal ni lo han besado” (1 Rey. 19:18).

Cuando Misión imposible debutó como serie de televisión en 1966, presentaba a un grupo de élite de agentes que trabajaban juntos semana tras semana para rescatar rehenes, frustrar conspiraciones maléficas, descifrar códigos y evitar que secretos de estado cayeran en manos enemigas. Cada semana se las arreglaban para lograrlo gracias a dispositivos de alta tecnología, disfraces audaces, nervios de acero y un dedicado trabajo en equipo.

Cuando Misión imposible se relanzó en 1996 como película, el concepto cambió por completo: ya no se podía confiar en el equipo. Ahora era un hombre contra el sistema, abriéndose camino por sí solo. Pero ¿quién necesita amigos cuando uno puede colgarse de un helicóptero mientras, debajo de ti, una serie de explosiones sacuden un túnel ferroviario?

A primera vista, la Biblia parece estar llena de ovejas solitarias entre lobos. Después de matar y enterrar a un capataz egipcio, Moisés huyó solo al desierto. Elías se escondió teniendo como única compañía a los cuervos. Pero luego todo cambió. Moisés permaneció entre ovejas durante cuarenta años mientras los esclavos israelitas seguían siendo explotados y muriendo. Elías celebró ante la gente una demostración increíble del poder de Dios. Cuando Dios le preguntó qué estaba haciendo en el desierto, se quejó: “Yo todo este tiempo te he defendido tanto, Señor, ¡y ahora Jezabel quiere matarme!” Dios le dice que se levante y actúe, porque hay mucho que hacer y hay siete mil fieles que pueden respaldarlo.

En el jardín del Getsemaní, ante el final de su misión y su muerte inminente, Jesús rogó a sus amigos que se quedaran a su lado. “Estoy muy apesadumbrado –les dijo a Pedro, Santiago y Juan–. Manténgase despiertos conmigo”.

La sociedad de hoy celebra el individualismo, pero no fue así como Dios nos creó. Necesitamos extender nuestras manos y mantenernos unidos. Las investigaciones así lo demuestran. Cuando los científicos de la Universidad Carnegie Mellon expusieron a varias personas a virus activos del resfriado, los que tenían fuertes conexiones sociales presentaron cuatro veces menos probabilidades de enfermarse que los que estaban socialmente aislados. Investigaciones demuestran que, para las personas mayores, unirse a un club o a una asociación puede reducir en un 50 % su riesgo de morir en el siguiente año.

Como ves, el amor y la comunión no son solo un lujo que pueden darse los que tienen mucho tiempo libre. Es una cuestión de vida o muerte.

Sin miedo al fracaso

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