Читать книгу Buscando una esperanza - Valmy Ardila - Страница 16
ОглавлениеNuevas Evaluaciones, Nuevas Esperanzas
El día de la ecografía genética había llegado. Siempre a mi lado, mis padres vieron en esta cita un motivo de doble alegría. No sólo les permitía darme el apoyo que tanto necesitaba; tendrían también la oportunidad de reencontrarse con un gran amigo para ambos. Al momento de la consulta, los abrazos de años de amistad se hicieron presentes; no faltaron anécdotas que volvían frescas a revivirse entre cuentos y risas. Todo esto me aseguraba que Dios me guiaba a buenas manos.
Una vez hecho el eco genético, se corroboró el sexo del bebé y se observó cuidadosamente su condición. Se revisó las vías arteriales a su pequeño corazón, se tomó las medidas de sus órganos, se observó los huesos. Sólo hizo una observación. El cerebelo del bebé era un poquito más pequeño de lo normal. Agregó que estaba en el margen mínimo, pero que me daría otra cita para el eco tridimensional. Este último se haría pasadas tres semanas, esperando a que el bebé creciera un poco más y así poder hacer seguimiento. Su tono no era uno de preocupación. Al contrario. Nos indicó que el niño estaba creciendo bien.
Una semana después, mi padre me hizo otra evaluación ginecológica. Él como especialista deseaba ver a su nieto. No notó nada fuera de lo común. Ya nos acercábamos al séptimo mes y era momento de hacer la ecografía tridimensional.
Mientras, mi esposo y yo, comenzamos a decorar el cuarto para José Antonio. Las paredes eran celestes y blancas. Lo decoraríamos con trenes. Ahí estaba ya su cunita, una mecedora para cuando lo tuviera que amamantar. También una mesita para cambiar sus pañales. En el armario, comenzábamos a colocar algunas ropitas para él. A veces, cuando mi esposo llegaba del trabajo, nos sentábamos en este cuarto, fantaseando juntos la llegada de nuestro hijo. Añadimos su coche, y poco a poco los biberones y todo lo que pensamos sería necesario. ¡Lo habíamos logrado! ¡Sólo dos meses más!
Al preparar los detalles para recibir a nuestro hijo, una alegría inmensurable llenaba nuestros corazones. Era como si el sol no dejaba de brillar cada día; los días eran gozosos, cargados de amor y fe.
Con el pasar de los días, había planificado una fiesta para la llegada del bebé, o baby shower. Con mucho cariño, preparé los dulces, canapés, torta y otros alimentos que degustaríamos. Mi esposo, se había encargado de la música para amenizar una hermosa reunión que contó con la presencia de los familiares y amigos más allegados. Los abuelos se encargaron de decorar, y mis padres compraron los recuerditos de la fiesta. Entre juegos y risas, regalos y los mejores consejos, pasamos una velada inolvidable, que indicaba que muy pronto José Antonio estaría con nosotros.
A las 34 semanas de gestación tuve mi cita para el eco tridimensional. Me sentía mal de salud. Las náuseas y el dolor en mi estómago me agobiaban. El dolor de cabeza no me dejaba tener los ojos abiertos por mucho tiempo. No había aumentado mucho de peso en este trimestre. La tarde se hizo muy larga. Mientras esperaba, la secretaria del doctor me informó que no podría ser atendida. La paciente anterior había tenido una emergencia médica y el doctor entraría a quirófano. Se pospuso mi evaluación y regresé a casa a tratar de descansar un poco.