Читать книгу Fuimos elegidos - Veronica Roth - Страница 14

Оглавление

Chillicothe Gazette

LOS INFORMES OFICIALES SOBRE EL DESASTRE DE TOPEKA CONTINÚAN SIENDO UN MISTERIO

Jay Kaufman

TOPEKA, 6 DE MARZO: Según los últimos recuentos, la cifra de víctimas mortales en Topeka (Kansas) durante el desastre del 5 de marzo de 2004 asciende a 19 327, aunque las autoridades ignoran cuál ha podido ser la causa de tan significativa pérdida de vidas. O, si lo saben, prefieren guardar silencio al respecto.

La previsión meteorológica para el 5 de marzo por la mañana era de cielos cubiertos y un máximo de 5 ºC, con apenas un 10 % de probabilidad de lluvia. Testigos de las localidades vecinas describen intervalos de sol y una brisa apacible. El caos se desató exactamente a la 1:04 p.m. Un empleado del Servicio Nacional de Meteorología calificó el ambiente en la sede de “desconcierto absoluto”, citando “gritos y monitores que chirriaban”.

“Durante unos minutos fue como si estuviéramos sufriendo un tornado, un terremoto y un huracán a la vez. Los cambios en la presión barométrica eran demenciales y los temblores se registraron incluso en Kentucky. No he visto nunca nada parecido”, comenta la fuente. El empleado solicitó que se respetara su anonimato por temor a perder el empleo. El Servicio Nacional de Meteorología ha emitido un comunicado según el cual lamenta no poder divulgar más detalles, puesto que la investigación aún está en curso.

El Gobierno federal sostiene la misma postura. El Departamento de Seguridad Nacional, incluida la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias, guarda silencio. El FBI ha dicho que su investigación de momento no apunta a que haya ninguna organización terrorista, ni nacional ni extranjera, tras el incidente, aunque por ahora tampoco se puede descartar esa opción. Incluso a nivel regional, el alcalde de Topeka, Hal Foster (que en esos momentos se encontraba de vacaciones en Orlando, Florida), ha expresado sus condolencias y su pesar, pero no ha querido aventurar ninguna teoría sobre lo ocurrido.

Todo cuanto sabemos sobre el suceso hasta el momento proviene de ciudadanos particulares. Andy Ellis, de Lawrence (Kansas), se acercó en coche hasta los alrededores de Topeka con un dron que utilizaba para supervisar las obras de su nueva casa. Las imágenes de Topeka que Ellis proporcionó simultáneamente a todas las agencias de información del país, son desoladoras. En ellas se ven edificios reducidos a su armazón, cadáveres en las calles y, lo más singular de todo, ni una sola planta con vida. De todos los árboles de Topeka, según estas imágenes, solo quedan ramas encogidas y hojas marchitas.

A falta de explicaciones concretas, entre la población circulan teorías tan descabelladas como una invasión alienígena, un experimento gubernamental fallido, una nueva arma de destrucción masiva o un nuevo tipo de fenómeno atmosférico resultante del cambio climático. La histeria que campa a sus anchas ha empujado a algunas personas a empezar a construir refugios antiaéreos en sus hogares o a desarrollar nuevos planes de evacuación que abogan por el alejamiento del centro de las ciudades en vez de buscar protección allí.

“Necesitamos respuestas —dice Fran Halloway, vecina de Willard, una de las poblaciones supervivientes en las afueras de Topeka— Nos merecemos saber por qué han muerto nuestros seres queridos. Y no pararemos hasta encontrarlas”.

Fuimos elegidos

Подняться наверх