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2.4. ULTRAORTODOXIA EN EL JUDAÍSMO FUNDAMENTALISTA: GUSH EMUNIM, LUBAVICH

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Quizás sea cierto, como afirma Julio Trebolle, que el estudio del fundamentalismo tiene en el caso judío el mejor paradigma de análisis y que la experiencia judía, en ello, como también en los movimientos revolucionarios y en otros muchos aspectos de la cultura de este siglo, ha sido pionera y paradigmática (Trebolle, en Mardones, 1999:186). Veamos algunas de las ideas, los acontecimientos y las fechas significativas:

Hasta mediados de los sesenta, en Estados Unidos, judíos y negros se habían sentido aliados y enfrentados con el establishment blanco, anglosajón y protestante (wasp). Los judíos, generalmente más instruidos que los negros, se hacían portadores de sus reivindicaciones. Pero al crecer el black Power y los black Muslims, todos los blancos comenzaron a ser sospechosos. Paradójicamente, la contracultura y su crítica de la democracia americana y el consumismo, preparó el terreno para la rejudai-zación. Muchos hippies de origen judío abandonan los vaqueros y el LSD y entran en los yeshivot, adoptando el traje negro, las patillas y el kasherut (la comida ritualmente sana).

El año 1967 es el año 1 de la Redención. Al vencer en la guerra de los seis días, Israel pasa a un estado de euforia. Los ejércitos árabes son vencidos y Cisjordania, Sinaí y el Golán son ocupados. El vencedor es un Estado secular, pero propiciará el resurgimiento de unos valores religiosos que el nacionalismo sionista había eclipsado. El rabí Abraham Yitzhak Hacohen Kook (1865-1935), el primer maestro formado en la tradición ortodoxa de las yeshivot, produce la unión del sionismo político con el sionismo religioso. Su hijo, el rabí Zvi Yehuda Kook (fallecido en 1982), sería el intérprete de su pensamiento en el nuevo contexto. El ejército del Estado sionista secular habría ejecutado, sin saberlo, el plan divino. Nablus, Jericó, Hebrón no pueden dejar de ser parte de la Tierra de Israel (Kepel, 1991:217).

El 6 de octubre de 1973, el ejército egipcio cruza por sorpresa el Canal de Suez y penetra en el Sinaí ocupado. Se produce una grave crisis y cuestionamiento del poder laborista que ha gobernado el país desde 1948, año de su creación, con la presión de Estados Unidos para que, a cambio de la paz, ceda territorios.

En febrero de 1974 nace el Gush Emunim (Bloque de Fieles), movimiento político-religioso nacido al final de la guerra árabe-israelí de octubre de 1973, que infligió una profunda herida por la derrota de Israel. Un grupo de discípulos del rabí Zvi Yehuda Kook se reúne en el simbólico Kfar Etzion, al Sur de Belén, sobre la carretera Jerusalén-Hebrón. El Gush se erigió en heraldo de la rejudaización de Israel frente a un Estado y una sociedad dominados por una concepción laica y socializante del sionismo. Gush Emunim destaca por constituir el polo más político y más violento, incluida la violencia terrorista, del más vasto movimiento de rejudaización. El rabino Moshe Levinger es uno de sus dirigentes destacados. La noción jurídica de Estado de Israel es sustituida por la idea bíblica de Tierra de Israel (Eretz Israel), legitimando la ocupación de territorios.

Participan del movimiento de teshuvá, término que implica el retorno al judaísmo y el “arrepentimiento”. Esto se acompaña de una ruptura y estricta separación entre judíos y goyim (no-judíos, gentiles) que intenta impedir la asimilación y su riesgo de desaparición del pueblo judío; es, pues, una redefinición de la identidad judía. El Bloque de Fieles colaboró en la apertura de grandes yeshivot (institutos talmúdicos) para “arrepentidos”. Pese a su distanciamiento del sionismo laico, trata de integrar lo que éste haya aportado de positivo interpretándolo desde su perspectiva mesiánica:

«La corriente religiosa más celota, representada por grupos como Gush Emunim (Bloque de los creyentes), creado en 1974 tras la guerra de Yom Kippur, o la más extremista de Meir Kahane, no duda en apropiarse los logros del sionismo laico, al que considera como una etapa más en el proceso histórico que conduce a la redención final del pueblo de Israel con la plena independencia de la tierra y del Estado de Israel. Esta corriente celota trata incluso de acelerar los tiempos mesiánicos mediante un agitado activismo político, que no para mientes ante la lucha violenta» [Trebolle, en Mardones, 1999:197].

En 1977, el Likud de Menahen Begin gana las elecciones (por primera vez desde 1948 dejan de gobernar los laboristas). Los apoyos, simpatías y complicidades del Gush crecen mucho más con este Gobierno. Sus colonizaciones son totalmente legitimadas por el Primer Ministro. Al año siguiente, en 1978, aparecen dos libros de autores “arrepentidos” que tendrían gran divulgación: Ser judío, de Shimon Hurwitz, judío americano que descubre su identidad a través de una yeshivá, y El camino de regreso, de Mayer Schiller. Hay en todos ellos una crítica al enfoque de la Haskalá, la Ilustración judía, a través de la cual parte de la intelectualidad se había emancipado de la tutela de los rabinos y compartía un “humanismo universal”. El sionismo inicial sería hijo de la Haskalá.

La luna de miel entre el Gush y Begin duró poco. La visita de Sadat a Jerusalén en el otoño de 1977, pero sobre todo los acuerdos de Camp David y el Tratado de Paz de 1979 fueron vistos como capitulaciones ante las exigencias de los goyim. (Kepel, 1991:225)

Desde 1980, algunos dirigentes del Gush se habían volcado al activismo violento, sustituyendo a un Estado que consideran demasiado blando en la cuestión palestina. Es el tránsito al terrorismo. En 1984 la policía israelí detiene a algunos de sus miembros terroristas que intentaban hacer saltar por los aires varios autobuses árabes. Al mismo tiempo, otros planeaban volar las mezquitas de Rocher y Al-Aqsa, situadas en la explanada del Templo de Jerusalén. Dinamitar la “abominación” incitaría a millones de musulmanes a la yihad, lo cual pensaban que precipitaría a la humanidad entera a una confrontación definitiva. La victoria de Israel al final de esa prueba de fuego largamente esperada prepararía el camino para la llegada del Mesías. El Estado de Israel, sionista y secular, daría paso a un reino que redimiría a la humanidad entera (Kepel, 1991:229).

El descubrimiento del complot de la explanada del Templo perjudicó la “rejudaización desde arriba”. Tras los virulentos ataques de la izquierda y de los medios laicos, los militantes del Gush (unos 50.000) se replegaron temporalmente sobre la resocialización de sus miembros, adaptando técnicas rejudaizantes “desde abajo”. De cualquier modo 1974-1984 es la década del Gush.

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