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3.3. ALGUNOS PIONEROS INDIRECTAMENTE RELACIONADOS

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Hay algunos autores que no encajan perfectamente en lo que hoy llamaríamos Nueva Era, pero que, de un modo u otro, han influido en su desarrollo. En primer lugar cabe mencionar a Alexandra David-Neel (1868-1969), anarquista a los 19 años, librepensadora y feminista militante, quien en 1888 va a Londres y se relaciona con Blavatsky y la teosofía; al volver a París estudia con Sylvain Levi, uno de los indólogos franceses más célebres; posteriormente se introduce en los textos tibeta-nos y será una de las primeras mujeres occidentales en vivir entre los lamas del Tibet. En 1965 publica Magos y místicos del Tibet, del que se ha dicho que es «uno de los clásicos de la era de Acuario».

Una segunda mujer que merece ser tenida en cuenta es Mirra Alfassa (1878-1973), parisina que en 1905 conoce al ocultista Max Theón en Argelia y luego a Sri Aurobindo en Pondicherry, de quien se convertiría en compañera espiritual hasta el final de sus días y con quien elaboraría el “Yoga integral y supramental”. En 1968 funda Auroville «uno de los centros nueva-era más célebres» (Heelas).

La Orden Hermética de la Golden Dawn es a finales del siglo XIX y comienzos del XX otra de las influencias mayores. En 1888 abre en Londres «Isis Urania» encabezada por William Westcott, MacGregor Mathers y Woodman. También fue miembro William Butler Yeats. En 1898 fue iniciado allí Aleister Crowley (1875-1947), polémico personaje que tras ser expulsado de ella se unió en 1912 a la «Ordo Templi Orientis» (orden oculta alemana) y en 1922 se convirtió en su director. En 1920 fundó la Abadía de Thelema. Sigue siendo leído, sobre todo en ambientes paganos y atraídos por la magia.

En el campo de la psicoterapia habría que destacar a Roberto Assagioli (1888-1976), creador de la psicosíntesis, uno de los pioneros más significativos de la visión transpersonal. Con influencias teosóficas, habló del supraconsciente y del Yo superior transpersonal que había que desarrollar.

Hay que mencionar también la polémica figura de Gurdjieff (1866?-1949), nacido en Armenia, que llegó a París con el fin de fundar el Instituto para el Desarrollo Armónico del Ser humano (1922), que dirigió hasta 1933. Según su pensamiento, el ser humano es una “máquina” con tres centros (motor, emocional e intelectual) y ha de trabajar interiormente para alcanzar la auto-conciencia y la conciencia objetiva (estado iluminado). Su escritura refleja bien su carácter –su misma imagen lo hace– y sus textos son a veces crípticos y plagados de un lenguaje propio y oscuro (Gurdjieff, 1976, 1977, 1983). En realidad, Heelas lo nombra como una de las tres influencias principales, junto a Blavastky y Jung. Influyó en la Escuela de Ciencia Económica, en la Emin Foundation y en Oscar Ichazo y su Instituto Arica (Nueva York, 1971). Parece muy probable que el eneagrama proceda de él, pese a las aportaciones posteriores de O. Ichazo, C. Naranjo (1996), H. Palmer (1998), H. Almaas (2002) y otros muchos. Resulta curioso no sólo el creciente auge del eneagrama en la Nueva Era, como símbolo capaz de articular una tipología psicológica (de nueve eneatipos) con grandes aplicaciones, sino su éxito en medios católicos –como es el caso de Richard Riso (1990), John Burchill (1987), Suzanne Zuercher (1992) y otros–.

De entre los pensadores orientales, procedentes concretamente de la India, Swami Vivekananda (1862-1902) y Paramahamsa Yogananda (1893-1952) destacan como fundadores de organizaciones que tendrán una enorme influencia en Occidente. El primero con la Vedânta Society (Estados Unidos, 1897), el segundo con la Self-Realization Fellowship (Los Ángeles, 1925), que en los años sesenta del siglo XX dice tener doscientos mil miembros. Oriente comienza a influir en la Nueva Era.8

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