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3.6. NUEVAS CIENCIAS Y NUEVO PARADIGMA

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Otro capítulo necesario en el tratamiento de la Nueva Era, otra dimensión de ésta, si se quiere, es el relativo al Nuevo Paradigma tal como trata de elaborarse a través de las llamadas Nuevas Ciencias, especialmente Física y Biología. Destaca, en primer lugar, el “paradigma holográfico,” formulado por David Bohm y Karl Pribram y divulgado por Michael Talbot y David Peat. El Universo sería una especie de holograma, como también lo sería nuestro cerebro; de tal modo que las intuiciones herméticas que afirmaban «como arriba así es abajo, como abajo así es arriba» y las ideas místicas capaces de ver el Todo en la parte y lo Infinito en lo finito, parecen recibir una ilustra ción perceptible en la realidad del holograma, que como se sabe cumple tal principio.

En segundo lugar habría que recordar la hipótesis Gaia de James Lovelock, sobre todo en distintas reformulaciones o reinterpretaciones que ha ido sufriendo –desde la Tierra como organismo viviente hasta la noción del Logos planetario–. Otra de las ideas más célebres y acogidas con entusiasmo en la Nueva Era es la hipótesis de los campos morfogenéticos de Rupert Sheldrake, que postula la existencia de campos organizativos que operarían a través de cierta “resonancia mórfica”. Quizás menos afin con el espíritu de la Nueva Era, pero no menos influyentes en algunos de sus ambientes serían las ideas de Ilya Prigogine o Francisco Varela, con su paradigma de la auto-organización.

Puede resaltarse, en este mismo sentido, la reciente obra de Ervin Laszlo (2004), quien analiza las investigaciones más recientes en cosmología, física cuántica, biología e “investigaciones sobre la conciencia” para formular una “teoría integral de todo” basada en la hipótesis de un “campo akáshico”. Recojamos sus propias palabras: «Hemos tenido la sospecha de que el campo misterioso implícito a las correlaciones trascendentales del espacio-tiempo en el cosmos y en el conocimiento puede ser un campo de información en el propio corazón del universo. Esta sospecha se ha confirmado: el campo de punto cero del vacío cuántico no es sólo un campo energético super-denso, sino que es también un campo informativo súper-rico, la memoria holográfica del universo. Este descubrimiento recuerda al concepto de la filosofía hindú de la Crónica Akásica, el registro de todo lo que ocurre en el mundo que permanece trazado en el campo akásico. Tiene mucho sentido denominar al nuevo campo informativo del universo (re)descubierto el “campo A,” a partir de la antigua tradición del campo akásico. El campo A ocupa su lugar entre los campos fundamentales del universo, uniéndose al campo G (el campo gravitatorio), el campo EM (el campo electromagnético) y los distintos campos nucleares y cuánticos» (Laszlo, 2004:51). Veremos que la noción de los registros akáshicos resulta clave en buena parte de los investigadores esotéricos.

6. La historia del esoterismo occidental está siendo reconstruida de manera crítica y sistemática tan sólo recientemente. Véase las obras de Antoine Faivre (1986; 2002).

7. «Su sistema de creencias fundamental era una versión ocultista del evolucionismo romántico desde el principio hasta el final; y el karma se adoptó para proveer a este evolucionismo con una teoría de la causalidad “científica”» (Hanegraaff, 1998:472).

8. Tomo estos seis nombres de Heelas, no sin reparos y situándolos como influencias indirectas.

La llamada (de la) Nueva Era

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