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II. Caída

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Debido al pecado de Adán y Eva, la semejanza divina de la humanidad queda herida y desfigurada (Gn 3:16-19).

1. Trastornos y pruebas. Las experiencias de pecado, debilidad, decadencia, muerte y desorden forman parte de las dificultades y pruebas que se experimentan durante la vida temporal humana (1 Pe 1:6).

2. Consecuencias del pecado. El pecado original y las consecuencias de cada pecado personal y social enfrentan a la humanidad contra Dios, a cada persona contra sí misma, a la persona contra la persona, y a la humanidad contra la naturaleza (Sal 78:19).

3. La bondad es fundamental, la maldad no. La tendencia hacia el mal es un desorden de inclinaciones, que son en sí mismas básicamente buenas. Mientras que las heridas del mal no son fundamentales, la bondad duradera de la creación de Dios sí lo es: «Donde el pecado aumentaba, la gracia abundaba aún más» (Rom 5:20).

4. Nuestra lucha contra el mal. El mal y el pecado ponen en peligro el progreso humano. El mal es un desorden y una privación de lo que deberían ser, según la naturaleza humana creada a imagen de Dios: emociones (odio), pensamientos (mentiras), elecciones (dañarse a uno mismo o a otros), compromisos (adulterio en lugar de fidelidad), o desarrollos (fracasos en el desarrollo de las capacidades humanas o en el cumplimiento de otras responsabilidades). El mal se opone a Dios por la desobediencia a la ley del amor, a través de obsesiones demoníacas y de la oposición espiritual, por ejemplo. En el contexto de las luchas contra el mal y la inquietud que produce el pecado, Dios ofrece la redención y puede hacer que todas las cosas colaboren para el bien (Rom 8:28).

Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I

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