Читать книгу La salud comienza en tu boca - Yvonne Kort - Страница 12

CAPÍTULO 1

Оглавление

LA RELACIÓN ENTRE LA

BOCA Y LOS INTESTINOS

La importancia que tiene una boca saludable para el cuerpo no me quedó realmente clara durante mis estudios de higiene bucodental. Aprendí a mirar básicamente la boca y no a la persona poseedora de esa boca. Quieres conservar tu dentadura, ¿verdad? Esta era la motivación que se usaba para convencer a un paciente de que debía cuidarla. También era importante que, aparte del cuidado diario, un higienista dental tratara tus encías. Pero ahora, unos cuantos años más tarde, me he dado cuenta de que cepillarse dos veces al día y usar palillos (de madera o elásticos) o cepillos interdentales no son lo único necesario para conservar tu dentadura. Y que todavía hay otra razón completamente diferente para conservarla y mantenerla.

Las mucosas bucales tienen, al igual que la piel y los intestinos, una función importante. Son las barreras de tu cuerpo y son necesarias para mantenerte saludable. Las mucosas bucales están formadas de una capa de células epiteliales. Esta capa puede tener tres funciones distintas. En primer lugar, ofrece protección contra intrusos externos, como daños y deterioros producidos por sustancias químicas y deshidratación. Otra función del epitelio es la de transporte transcelular. Las sustancias ambientales son absorbidas por la mucosa oral, la piel y los intestinos. En la boca, por ejemplo, los carbohidratos pueden atravesar la membrana mucosa para proporcionarnos rápidamente energía. A través de la piel no las absorbemos tan fácilmente como sucede con la boca o los intestinos. Estos últimos son el lugar más importante para la absorción de sustancias. Ello también conlleva una serie de inconvenientes, de los que hablaremos más adelante. La función última de las células epiteliales es producir mucosidad y líquido acuoso. Las más conocidas son las glándulas salivales, que excretan diariamente gran cantidad de humedad en la cavidad bucal.

La membrana mucosa consta de distintas capas de células. La capa más exterior y más superficial, o sea, la que es visible, tiene una función de desgaste. En otras palabras, esta capa se desgasta con todo lo que haces con tu boca y con toda la comida que en ella introduces. Esta capa se renueva constantemente.

La función más importante de las mucosas bucales es proteger contra el deterioro. Agentes patógenos como virus, bacterias, hongos, parásitos y toxinas, pueden entrar en el cuerpo a través de las membranas mucosas y producir algún tipo de enfermedad o daño. El cuerpo tiene dos mecanismos de defensa que colaboran para atacar y eliminar estos agentes perjudiciales. El primero está formado por los intestinos, los pulmones, la piel, las membranas mucosas y todas las aberturas corporales. Están hechos de forma que en el cuerpo entren la menor cantidad posible de microorganismos que pudieran ser peligrosos, y determinan qué puede ser transportado por el flujo sanguíneo hacia todos los órganos. En estas barreras hay también muchas bacterias beneficiosas que ayudan a mantener la salud. Además de bacterias beneficiosas, nuestra flora contiene también agentes patógenos, es decir, bacterias nocivas. La placa dental, esa capa amarillenta que puedes ver en tus dientes cuando sonríes ante un espejo después de haber comido, está formada de bacterias en aproximadamente un 80 %. También contiene restos de alimentos y sustancias salivares. Si en tu dentadura o en tu lengua hay mucha placa dental, por lo que tu boca contiene muchos agentes patógenos, entonces estas bacterias nocivas pueden llegar a enfermarte, por medio de la excreción de toxinas.

El segundo mecanismo de defensa está formado por el sistema inmunitario, que nos protege contra las sustancias nocivas iniciando una reacción de inflamación, lo que hará que sangren las encías. Por ejemplo, estás cortando una manzana en la cocina y alguien reclama tu atención desde el comedor. ¡Au! Te has hecho un buen corte en el dedo. Este empieza a sangrar, los bordes del corte se vuelven más calientes y enrojecen. El tejido a su alrededor también se hincha, y realmente te duele mucho. Puede que no lo creas, pero la reacción inflamatoria que ahora está sucediendo es realmente necesaria para que la herida se cure. El objetivo es influir en la función de las células inmunitarias, los vasos sanguíneos y las moléculas señalizadoras de modo que el tejido dañado pueda recuperarse. Además también es necesario atacar a los invasores extraños, o toxinas. La respuesta inflamatoria es sumamente complicada, pero no necesariamente mala. En este proceso se encuentran involucrados numerosos tipos de células y cientos de distintas moléculas señalizadoras. Estas se comunican utilizando toda una serie de medios muy complejos.

Al igual que cuando te cortas el dedo, inmediatamente después de haber sido picado por un insecto, comienza una reacción inflamatoria. El área de la herida se vuelve rojiza, caliente y dolorosa. Ello es inflamación en acción. Una inflamación no es solo la consecuencia de una herida, sino que también se produce en caso de contusiones, quemaduras o productos químicos, y puede ser causada igualmente por agentes patógenos. Este proceso se inicia en la boca después de producirse una infección. Una inflamación es realmente la alarma que pone en marcha nuestras defensas. Cuando existe una inflamación en la boca ocurre exactamente lo mismo que cuando se da en otras partes del cuerpo. El sangrado de las encías se denomina también gingivitis (enfermedad periodontal), utilizando una bonita palabra del argot médico. Gingivitis significa ‘inflamación (-itis) de las encías (gingiva)’. Así pues, en este caso, la inflamación y el sangrado de las encías son una reacción de protección del cuerpo. Desafortunadamente, ello conlleva siempre daños a las encías. Si la inflamación es de corta duración, las encías se recuperan con bastante rapidez. Pero si la inflamación persiste durante un largo periodo de tiempo, entonces también se dañan los tejidos circundantes como el hueso de la mandíbula y aparecen las llamadas «bolsas» periodontales, es decir, un espacio entre el diente y la encía. Este proceso puede continuar hasta que, a la larga, los dientes se suelten y se desprendan de la boca.

La salud comienza en tu boca

Подняться наверх