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5. Interpretación de la poesía

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Estos hombres de estado mediano que viven en Córdoba se encuentran entre la presión social de una clase noble dominante y las banderías de un pueblo común pronto a la rebelión por motivos muy diversos. El historiador J. M. Cuenca señala que «Córdoba era la ciudad con mayor concentración nobiliaria de todo el sur cristiano» (1993: 62). Y entre ellos, estos medianos procuran establecer su vida de una manera digna y realizan el cultivo de una literatura en la que se perfilan rasgos de una burguesía de aficiones intelectuales. Y creo que este es un caso evidente. La novedad expositiva puede relacionarse con un lulismo que recuerda, de alguna manera, la novedad expositiva del maestro Raimundo en el aprovechamiento de procedimientos que anuncian la novela, y en el maestro aplicados a fines doctrinales y moralizadores, como ocurría con el Blanquerna y el Libro del orden de la caballería, y en parte lo es el Libre de les meravelles, sólo que en esta poesía comentada esto se reduce a espacios mínimos de contenido. La afición por Lulio fue propia de Juan Alfonso de Baena, cercano a nuestro poeta y a su padre, y esto se manifiesta en la constitución de un ámbito propicio a la tolerancia, como es el que aparece, en cierto modo, al menos en el recurso expositivo, en el Libro del gentil y los tres sabios. La tolerancia era de difícil logro en la vida social cordobesa de la época. La novedad de la poesía es el planteamiento de los límites y la extensión del viaje soñado, pero posible, en los límites de la Europa de la época y en su tratamiento en un plano estrictamente humano. La poesía es, cierto, sólo una breve exposición, pero su proyección espiritual es amplia. Dentro de la multiplicidad de contenidos del Cancionero y su condición reiterativa de determinados temas, aporta una vibración espiritual indudablemente innovadora y sorprendente, «original», como la calificaron los editores actuales del Cancionero. Este afán por moverse de una parte a otra se encuentra patente en la biografía de Lulio. Menéndez Pelayo acierta al escribir: «La biografía de Lulio es una novela: pocas ofrecen más variedad y peripecias» ([1880], 1947: 324). Y recientemente, Sáenz-Díez ha escrito una biografía novelada que pone de relieve este afán viajero de Lulio (1995). Si, por una parte, la poesía nos acerca a la literatura de viajes, por otra parte, la sucesión de los estados sociales señala hacia la técnica expositiva de las danzas de la muerte, ocasión también para la exhibición de las apariencias mundanas. No olvidemos que la poesía comentada se escribió en Córdoba y que su autor es un hombre de la clase mediana de la ciudad, que puede leer El libro del gentil de Lulio vertido por su padre a su propia lengua castellana y que, por eso, se presume que pudo tener acceso a otros más. Un ágil ejercicio mental lo llevó a escribir esta poesía en la que él se siente viajero y personaje de muy diversos estilos de la vida, propios de la época. Cierto que falta el afán misionero y evangelizador de Lulio, peregrino por Cristo, y esto en la poesía aparece sustituido por un impulso civil que lo conduce a imaginar, por medio de un sueño, este alegre vagabundeo geográfico y social por el mundo de su tiempo. Y por esa vía no acaba en ninguna parte, dejándonos como fin esta confesión final, desesperanzada y burlesca, y quedándonos sin saber qué pudo contestarle su amigo.

Siempre leí esta poesía, encontrada al azar cuando buscaba otros datos en el Cancionero de Baena, con una secreta fascinación; deja adivinar mucho y fui intentando su interpretación (1989). A mi juicio, desde lejos, entre otras resonancias, prepara la concepción de aquel hidalgo que en el monótono curso del tiempo clausurado de la aldea, con la lectura desaforada de los libros de caballerías, intentó convertir sus imaginaciones literarias (al fin y al cabo, sueños parecidos a los de González de Uceda) en realidades de una vida imposible en su tiempo. Y más allá del poeta del Cancionero, no sólo imaginó, según cuenta la invención de Cervantes, sus viajes por los caminos de España, sino que se nos dice que quiso realizarlos y así lo hizo (como sabemos por la novela de su vida) con el mismo resultado que los de nuestro cordobés: quedar triste y doliente y lleno de cuidados, vísperas de la muerte.

Maravillas, peregrinaciones y utopías

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