Читать книгу El mar de noche - Adela Sánchez Avelino - Страница 11

5.

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Una noche de otoño, Leo le ofrece a Eduardo hablar con el capataz de una obra que hay en el barrio. La idea es ver si lo pueden tomar de albañil. Eduardo se lo agradece.

Días después se cruzan en la casa, Leo pregunta:

—Che, ¿tomamos un mate? —Eduardo dice que sí, y mientras se dirigen a la cocina Leo continúa:— ¿Fuiste a ver a Rodríguez? Dijo que te iba a llamar.

Eduardo pone la pava en el fuego. Se echa el pelo hacia atrás mientras responde.

—Sí, me llamó el capataz. Estuve hoy.

—¿Hablaron? ¿Te sirve? —Leo se entusiasma.

Eduardo se encoge de hombros y mete las manos en los bolsillos de su buzo descolorido.

—Hablamos, él me explicó cómo hacen las cosas en la obra. Yo le dije como las hago yo. Estuvo bien la entrevista.

—Ah, entonces quedaste.

—Mmm, no sé, hay que ver.

—Pero... ¿se pusieron de acuerdo o no?

—Por ahora... se podría decir que no. —Eduardo se sienta, estira el cuerpo desgarbado, le da un sorbo al mate y le pregunta a su primo: —Che, ¿con Cintia todo en orden?

El mar de noche

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