Читать книгу Historia de la educación en la Argentina IX - Adriana Puiggrós - Страница 8
Resistencias educativas durante la dictadura
ОглавлениеEl interés por alternativas pedagógicas ha guiado buena parte de nuestras investigaciones anteriores, y tales aconteceres vuelven a asomar cada vez que encaramos sucesos dañinos para la educación.
Numerosas expresiones contrarias a la política educativa oficial fueron incrementándose en el período dictatorial, con enorme mérito por parte de sus protagonistas. También se cuentan las advertencias provenientes del propio bloque de poder y de diarios liberal-conservadores, como La Nación y La Prensa, frente a la política de privatización educativa: el acuerdo social de sostener la educación pública sellado en la década de 1880 todavía tenía alguna vigencia. En las filas de la Iglesia surgieron voces de denuncia sobre el ataque a los derechos humanos en las instituciones educativas y asomaron posturas liberal-católicas entre algunos obispos. También se expresaron la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y más adelante la Federación Universitaria Argentina. En los últimos años del régimen, existieron organizaciones como la Comisión Permanente en Defensa de la Educación (COPEDE), el Congreso Nacional de la Educación y las actividades educativas del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), entre otras. La magnitud de la represión y el retroceso intelectual impuestos determinaron que las voces se concentraran en la defensa de los aspectos más elementales de la educación. Las asociaciones destinadas a la búsqueda de los desaparecidos, el rescate de los niños secuestrados y la defensa de los presos políticos, como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y más adelante Hijos, realizaron una tarea pedagógica profunda que impactó en la cultura argentina, mucho más allá de la educación formal (Mignone, 2016: 261).
Diversas formas de expresión contra la dictadura emergieron durante el gobierno dictatorial del Gral. Viola, gestándose una vida clandestina de publicaciones, actividades estudiantiles y resistencia pasiva de los docentes a aplicar las normativas dictatoriales, hasta alcanzarse, en vísperas de la guerra de Malvinas, un nivel interesante de producción gráfica, musical, teatral y de comunicación política.
Después de la derrota argentina retornaron al escenario público las fuerzas políticas interesadas en lograr una salida civil a la crisis que vivía el país. El agrupamiento más importante se denominó Multipartidaria. Esta organización fue fundada el 23 de junio de 1982 por la Unión Cívica Radical, el Partido Justicialista, el Partido Intransigente, el Partido Demócrata Cristiano y el Movimiento de Integración y Desarrollo, y poco después se sumaron otros partidos. La búsqueda por parte de la Multipartidaria de un equilibrio entre fuerzas y temas, que permanecían (y permanecen) irresueltos a través de largas décadas de la historia nacional, tuvo una importancia crucial para el futuro de la educación. En tal sentido fue el acuerdo entre las fuerzas políticas y la Iglesia, cuyo profundo compromiso con la dictadura aún no se mencionaba. El documento de la Multipartidaria denominado “Convocatoria al país”, emitido el 28 de agosto de 1981, dio por iniciada la etapa de transición hacia la democracia. El texto finalizaba con la siguiente frase: “Bajo el lema del episcopado argentino: la reconciliación nacional”. Pero el propio documento aclaró que ese objetivo no podría alcanzarse “si no es sobre la base de la verdad” (Multipartidaria, 1982).
El discurso de la Multipartidaria contiene el desplazamiento desde la ideología liberal-autoritaria de la dictadura al liberalismo democrático hacia el que se había inclinado la mayoría ciudadana. Llevaba también los vectores de la cultura política que guio a la sociedad argentina en el pasaje al neoliberalismo. Siguiendo el razonamiento de Gambarota (2017), son muchos los problemas que se obvian en los tres textos de la Multipartidaria, con un motivo razonable, el cual era unir todas las fuerzas sociales y políticas antidictatoriales.
La acción de la Multipartidaria fue un gran acto político-pedagógico, más limitado que los mensajes de las Madres, las Abuelas y demás organizaciones que denunciaban el terrorismo de Estado. Propuso las elementales medidas educativas que sugería el sentido común democrático liberal, lo cual no era poco ni debe desvalorizarse, teniendo en cuenta el terror del que se trataba de salir. Pero no obsta para que analicemos los efectos del mecanismo de negación que menciona el mismo autor, que fue de particular importancia para la educación de varias generaciones, y postergó la reforma institucional y legal que requerían el sistema escolar y la educación superior. En décadas posteriores, los mismos problemas educativos, sin haber encontrado su solución, quedarían rebasados por nuevos conflictos.
El caso paradigmático es el de la relación Estado-Iglesia-Educación. El documento de la Multipartidaria propone un equilibrio entre el Estado, la Iglesia, la familia, las Fuerzas Armadas, las empresas, los sindicatos y otras agrupaciones. Poco después, en los programas elaborados por los partidos políticos para las elecciones de 1983, tomaron alguna fuerza opiniones favorables a la responsabilidad principal del Estado en materia de educación, pero es difícil distinguir la actualización posdictatorial de la tradición democrática argentina en términos retóricos de las opiniones reales gestadas durante el terrorismo de Estado. Ese es también un inconveniente para valorar el peso de la opinión social de la época acerca de la inminente apertura de las puertas de la educación a un nuevo actor, que ya era el mercado.