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2.1 Definiciones sobre deficiencia mental

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En esta investigación, en la que se analiza el material clínico de un paciente con Síndrome de Down, se utilizaron los términos deficiencia mental, retardo mental, deficiencia cognitiva, deficiencia intelectual, debilidad mental y discapacidad intelectual como términos equivalentes. Una revisión de los trabajos de los autores que se han dedicado al tema, proponen alguna de estas denominaciones para referirse a una condición idisiosincrásica de algunos síndromes de origen orgánico, lesional y o psicológico. En este ámbito, el Síndrome de Down se inscribe dentro de la categoría de los síndromes de origen genético que presentan deficiencia intelectual como una de las características psicológicas predominantes, propias del cuadro.

Dentro de la psicopatología infantojuvenil, el concepto de retraso o deficiencia mental provino del campo y ha ido cambiando de acuerdo con los diferentes períodos históricos. En los finales del siglo XX, aparecieron nuevos términos para describir afecciones del funcionamiento cognitivo como el concepto de disarmonía evolutiva. (Gibello, 1984; Misès, 1975).

La deficiencia mental está definida generalmente por los resultados que arrojan los tests psicológicos que miden el cociente intelectual. Es función de esos resultados se establecieron las categorías de retardo mental leve, moderado y profundo. Pero esta clasificación es insuficiente, dado que no contempla el funcionamiento general del niño evaluado con estas técnicas.

En esta investigación se tomó en cuenta la clasificación de la psicopatología de la psiquiatría francesa, que ha integrado los aportes del psicoanálisis en la consideración de la psicopatología y del retraso mental. Si bien los niveles de afectación del retardo se mantienen en aquellas tres categorías arriba mencionadas, la clasificación francesa, interesada siempre en la consideración de los aspectos psicodinámicos del funcionamiento mental patológico, utiliza el término deficiencia intelectual pero enriquece el concepto interrogándose sobre la subjetividad de las personas afectadas.

En cuanto a la categoría de retraso mental, se tomó en cuenta la definición de J. de Ajuriaguerra, porque la clasificación francesa incluye la dimensión subjetiva, superadora de la definición retraso mental de los DSM, basada en agrupamientos sintomáticos. Para este autor la patología infantojuvenil tiene que contemplar los conflictos que viven los sujetos afectados de síndromes en los que el retraso mental figura como uno de sus síntomas. El medio social en el que se desarrollan y los perfiles psicológicos de sus padres o sujetos a cargo de su crianza determinarían el desarrollo normal o patológico del niño o el joven.

Ajuriaguerra considera que la definición útil de deficiencia mental debiera integrar una amplia información biológica, sociocultural, y afectiva, para alcanzar la comprensión de las dimensiones espaciales y temporales de la personalidad. (J. de Ajuriaguerra, 1975). Este autor incluye dos criterios a tener en cuenta para definir el déficit mental: el que alude a una inferioridad general del desarrollo cognitivo desde los primeros tiempos de la vida y el que se refiere a una insuficiente adaptación socioemocional a los estímulos medioambientales.

Dentro de la corriente del psicoanálisis francés, Maud Mannoni fue pionera en el estudio y consideración de los deficientes intelectuales, plasmados en su libro El niño retardado y su madre. Ella describió desde su experiencia clínica, las dificultades de los débiles mentales y las posibilidades de tratarlos psicoanalíticamente, incluyendo no solamente al niño o adolescente retardado sino además a la familia. Aun así, no define la debilidad mental como cuadro psicopatológico y frente a la pregunta ¿qué es un débil mental? ella responde que lo importante es encontrar, más allá de la deficiencia en sí, la palabra que lo configure y defina como sujeto deseante.

J. Lacan, en su objeción crítica a Maud Manoni respecto del texto antes mencionado, introduce el término debilidad mental en relación a posiciones subjetivas debilitadas. Si bien este autor aludió al término en diferentes momentos de sus elaboraciones, nunca hizo una formulación particular del mismo, porque no consideró que la debilidad mental fuera una nueva estructura psicopatológica. Más bien la entendió como uno de los posibles efectos de la constitución del sujeto en el campo del lenguaje. (Fainblum, A. 2004, p. 21)

En la historia del desarrollo de las teorías psicoanalíticas se puede constatar cómo las expectativas de Freud (1919) acerca del progreso y extensión de la psicoterapia psicoanalítica se han concretado. Los aportes teóricos y clínicos de las escuelas inglesa y francesa han abierto el campo de abordaje a pacientes niños y adultos psicóticos, niños pequeños y pacientes severamente perturbados.

Desde 1923, Melanie Klein trató el problema de las inhibiciones intelectuales en sus primeros artículos afirmando que la ausencia o presencia de las capacidades intelectuales, aún si estuvieran determinadas por factores constitucionales, también están determinadas por factores libidinales y pueden cambiar y evolucionar a través del tratamiento psicoanalítico.

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