Читать книгу Pacientes con síndrome de Down - Alicia Fagliano - Страница 16
2.2.5 Juego
ОглавлениеS. Freud se ocupó del juego infantil en varios de sus artículos. En este análisis, se tomará el juego del fort da, que aparece descripto en Más allá del principio de placer (1920 p. 14-15). Se ocupó de analizar los motivos que llevaron a su pequeño nieto de dieciocho meses, a realizar el juego de arrojar y recuperar un carretel. Era un juego de desaparecer y volver, jugaba a que “se iban”. Comprendió que este infante jugaba para poder aceptar la partida de la madre. Era un modo simbólico de transformar la situación displacentera del alejamiento de la madre —hecho que tenía que aceptar pasivamente— ubicándose en un papel activo y repitiendo en el juego la recuperación simbólica de la presencia materna.
Por su parte, M. Klein, consideró el juego de los niños como el equivalente de la asociación libre en los tratamientos de adultos. Klein abrió al campo de aplicación del psicoanálisis con niños pequeños y niños psicóticos elaborando la técnica del juego. Una de sus innovaciones fue la introducción del cajón de juguetes en las sesiones y en caso de ser necesario participar del juego propuesto por el pequeño paciente, superando las propuestas de otras analistas que comenzaban a trabajar en el análisis de niños, como Hermine von Hug Hellmuth, Sophie Morgenstern y la propia Anna Freud.
En uno de sus artículos más importantes de análisis infantil, describió el fenómeno de la personificación en el juego de los niños (Klein, 1923), como base del fenómeno transferencial, pilar fundamental del trabajo analítico. En el juego de personificación, que el analista asumiera roles hostiles permitía el pasaje de la identificación con objetos ansiógenos hacia objetos más benévolos y realistas.
Si bien Winnicott se formó en el ámbito kleiniano, y siempre reconoció la riqueza de su formación con Klein y su análisis con Joan Rivière, desarrolló sus propios conceptos originales, basado en su extensa experiencia como pediatra, donde constantemente tenía la posibilidad de observar la interacción de las díadas madre-infante.
Para este autor, en el tratamiento psicoanalítico, el inicio de la actividad lúdica tiene lugar en ese espacio que denominó espacio transicional. Ubicó su origen en la distancia que se establece en el niño pequeño, entre el pecho materno y su pulgar. La característica particular del espacio transicional es que tiene un desarrollo evolutivo que acompañaría en forma prolongada los procesos básicos en el vínculo del niño con la madre.
Desde el objeto transicional del infante hasta la posibilidad de acceder a la experiencia cultural, se da a una circulación progresiva de la herencia de los primeros fenómenos transicionales hacia el juego y desde allí a la experiencia cultural. Las vicisitudes de este proceso se relacionan directamente con las posibilidades del niño de separarse y de acceder a la terceridad, es decir, a la incorporación del otro como instancia psíquica, lógica y emocional.
Atendiendo a las motivaciones del juego, en un artículo del año 1942, partiendo de sus observaciones, Winnicott indica algunas de las razones por las cuales los niños juegan: por placer, para expresar agresión, para controlar la ansiedad, para adquirir experiencia, o para establecer contactos sociales, a partir de las cuales se abren los procesos de integración de la personalidad y comunicación con la gente (Winnicott, 1965, p. 154-158).