Читать книгу Pacientes con síndrome de Down - Alicia Fagliano - Страница 12
2.2 Conceptualizaciones psicoanalíticas 2.2.1 Desarrollo del self
ОглавлениеP. Bercherie (1996, p. 449-451) señala cuatro corrientes postfreudianas originadas en el trayecto teórico freudiano,
El “modelo histérico”, que retoma los grandes textos de la década de 1900, y constituye el “retorno lacaniano”, que restituye al inconsciente su papel central en el desarrollo de la subjetividad.
El modelo “narcisista psicótico”, que incluye a los autores agrupados dentro del Middle Group. Ellos enfatizan el carácter interrelacional de los fenómenos psíquicos y proponen una teoría del amor primario.
El “modelo melancólico”, que está en los orígenes de la escuela Kleiniana. Retoma la pulsión de muerte, el duelo, la ambivalencia, la dramática de los objetos internos.
El “modelo obsesivo”, que dio origen a la “psicología del yo”. Toma los desarrollos de los últimos escritos freudianos, especialmente Inhibición, síntoma y angustia y los aportes de Anna Freud en El yo y los mecanismos de defensa.
El concepto de self fue usado por primera vez en 1950, en el modelo teórico de la Ego Psychology, para diferenciarlo del yo como instancia psíquica. Posteriormente, el término fue retomado por los autores del Middle Group, incluidos en la escuela inglesa de psicoanálisis. Su representante más notorio ha sido Donald Winnicott quien tomó una postura clínica diferenciada de las posiciones de Melanie Klein y Anna Freud. Ambas confrontaron sus ideas sobre el análisis infantil en las Controversial Discussions, llevadas adelante en el seno de la British Society of Psychoanalysis entre 1941-1945.
Los autores del Middle Group, también denominado Grupo de los Independientes, no tomaron partido por ninguna de las dos líneas protagonistas de la polémica pero desarrollaron una posición clínica y teórica original. No obstante, mantuvieron vigentes algunos conceptos de Freud, Klein y Anna Freud, tales como el modelo teórico del narcisismo, de las relaciones objetales y la posición depresiva, de las defensas.
D. Winnicott fue su representante más conspicuo. En sus producciones, el self fue el concepto central vinculado al sentido del sí mismo y no coincide con la definición del yo de la metapsicología freudiana. Es una noción cercana a la observación empírica, una instancia de la personalidad total, investida libidinalmente. La búsqueda de la integridad del self es una pulsión básica, que Winnicott denominó necesidades del ego. Por otro lado estarían las necesidades instintivas, libidinales y agresivas.
Winnicott consideró que en el origen de la vida, no puede pensarse al infante y la madre como términos separados. Se los observa separados desde el exterior pero ambos se integran en una unidad psíquica. La preocupación maternal primaria es la que posibilita un medio facilitador para el desarrollo del self, que en interacción con el ambiente facilitador iría adquiriendo gradualmente consolidación, coherencia y diferenciación.
El desarrollo temprano exitoso implica que el infante se constituye en un sujeto espontáneo, producto de una realidad psíquica vital, que está personalizado, encarnado en un cuerpo que vivencia como propio y no disociado. Puede incorporar como experiencias vívidas los sucesos acaecidos en su relación con el medio, que en los orígenes no reconocía como separado de él. Fundamentalmente ha podido diferenciarse del objeto primario y reconocer su alteridad. (Painceira Plot, 1997).
Para J. Bowlby, la idea de self está relacionada con una representación de sí mismo, construida a partir de la internalización de los vínculos que las figuras parentales y los cuidadores han establecido con el infante. Los modelos operativos internos son modelos representacionales de uno mismo en relación con los otros. Operan como mapas cognitivos, representaciones únicas, corporales y mentales, que el individuo tiene de sí mismo. (Marrone, 2001 p. 73-74). Para Bowlby, así como para Winnicott, el self se desarrolla en la matriz interpersonal.
Los dominios del desarrollo del self que propuso Stern en 1985, están conceptualizadas a partir de la experiencia actual del infante y no de manera retrospectiva a partir de la clínica. En virtud de la importancia de sus aportes en cuanto al desarrollo de los dominios del self, se expondrán las fases formativas del mismo en el párrafo siguiente. (Stern, p. 44-54).
D. Stern aportó al campo del Psicoanálisis un modelo de desarrollo de la estructuración del self. Su emprendimiento reunió el estudio del infante observado desde un enfoque experimental, objetivo y otro enfoque, construido a partir de la clínica, de donde extrajo inferencias sobre la experiencia subjetiva del infante.
Sus aportes teóricos se centran en la descripción de cuatro diferentes dominios de sentidos del sí mismo. Cada nuevo sentido del sí mismo configura la aparición de un nuevo dominio del relacionamiento. Por lo general, estos modos de percibirse a uno mismo, son inconscientes, pero pueden hacerse conscientes y ser objeto de indagación Estos sentidos del sí mismo no constituyen fases en las cuales la aparición de un self reemplaza al anterior. Todos ellos permanecen activos durante toda la vida y coexisten funcionando y representan formas de relacionamiento social.
Gráfico Nº 1
El sentido del sí mismo y sus dominios
El sentido de un self emergente, desde el nacimiento hasta los 2 meses; | Dominio del relacionamiento emergente. |
El sentido de un self nuclear, entre los dos y seis meses; | Dominio del relacionamiento nuclear. |
El sentido de un self subjetivo, entre los siete y los quince meses | Dominio del relacionamiento intersubjetivo. |
El sentido de un self verbal, de aparición posterior al establecimiento del self subjetivo. | Dominio del relacionamiento verbal. |
Stern reconoció que sus hipótesis y descripciones comparten áreas con la teoría psicoanalítica y con la teoría del apego. Su mayor interés se centró en el estudio del infante pre-verbal, sostenido en la hipótesis de que el infante experimenta sentidos del sí mismo antes de la aparición del lenguaje.
Stern (2003 p. 95) plantea cuatro experiencias básicas necesarias para la consolidación del establecimiento de un sí mismo nuclear.
1 Agencia del sí mismo. El niño se siente autor de sus acciones y se apropia del control y autoría de las mismas.
2 Coherencia del sí mismo. Tener un sentido integrado, encarnado en el cuerpo, con límites y con un lugar en el espacio, tanto cuando actúa como cuando está quieto.
3 Afectividad del sí mismo. Experimentar los afectos conectados con otras experiencias del sí mismo.
4 Una historia del sí mismo. Tener la vivencia de continuidad con el pasado que le permite sentirse él mismo a pesar de los cambios.
Todas estas experiencias de integración se dan en el contexto social. El sí mismo se moldea y consolida en la experiencia de estar con otros, cuya función básica es regular la activación de la experiencia del sí mismo. Así mismo la intensidad de los afectos, la vivencia de seguridad derivada del apego, la categoría de afecto que vivencia el infante, la atención, la curiosidad, la exploración, las experiencias del estado somático son todas ellas experiencias que son reguladas por los progenitores y cuidadores del infante.
En cuanto al tercer dominio del sí mismo, el del relacionamiento intersubjetivo, su adquisición implica la capacidad de compartir la atención en un foco común, la atribución de intenciones y motivaciones a los otros y hacerlo adecuadamente de acuerdo al contexto y la atribución de motivaciones y estados mentales relacionados coherentemente con los propios. El infante descubre que tiene una mente y también la tienen los demás.
La adquisición del lenguaje amplía los modos de comunicación y por lo tanto de compartir estados mentales con otros. Aparecen los signos y los símbolos y el niño logra tener una visión más objetiva de sí mismo. Aparecen los nombres, los pronombres y la empatía. La interacción con los otros puede incluir recuerdos del pasado, experiencias del presente y expectativas del futuro. Estas interacciones pueden darse a partir del lenguaje o al menos ser pasibles de ser enunciados verbalmente, para sí mismo y para los otros. El acceso al lenguaje permite adquirir la capacidad de hacer relatos.
A medida que el niño va creciendo y logrando mayor autonomía en la regulación de sus estados, el papel de los adultos va adquiriendo otro compromiso y otra intensidad. La carencia de alguna de estas experiencias sólo aparecería en psicosis graves. La constitución del sentido del sí mismo nuclear es la base de otros sentidos del sí mismo que aparecerán más adelante en el desarrollo.