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Mito 5: si tienes un ciclo doloroso, no puedes hacer gran cosa para remediarlo

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Cuando te resfrías, ¿dejas que el resfriado siga su curso o haces algo para curarte antes? Tomar vitamina C, descansar más y cuidarte tiene sentido. Es curioso que cuando tenemos síntomas relacionados con el ciclo –menstruaciones dolorosas, sangrado abundante o pérdidas entre periodos–, en general, no les hacemos caso. Estamos convencidas de que eso es lo que toca, tener ciclos dolorosos; por consiguiente, no hacemos nada.

La verdad: esta forma de pensar se debe directamente a la pésima educación que recibimos sobre nuestras hormonas y al tipo de soporte que necesitan, porque lo cierto es que sí puedes hacer algo. Puedes actuar para cambiar tu realidad hormonal y tener un periodo menos traumático. Del mismo modo que no dejarías que tu resfriado se alargara innecesariamente, tampoco has de aguantar los problemas con tu periodo. Con algunas pautas cíclicas y sencillas de estilo de vida –alimentación, ejercicio, suplementos y gestión del tiempo– podrás ver los resultados incluso en tu próximo ciclo.

ERES UNA CENTRAL ELÉCTRICA BIOLÓGICA

Las mujeres somos abundantes por naturaleza. Podemos crear varios bebés, menstruamos todos los meses, producimos leche, ¡caramba!, hasta segregamos bacterias vaginales que son vitales para la salud intestinal óptima del bebé. Casi todas las funciones de nuestro cuerpo fomentan la vida. Sin ir más lejos, piensa en el poder de dar vida que tienen tus fluidos reproductores.

 La sangre menstrual: los investigadores han descubierto que las células madre que se encuentran en la sangre menstrual podrían tener el potencial para ser utilizadas en los tratamientos para los accidentes cerebrovasculares, el deterioro del ­hígado y otras dolencias. ¿A que el periodo ya no te parece tan «sucio»?

 La leche materna: en la actualidad, la ciencia nos da a entender que los pezones absorben la saliva del lactante, lo cual serviría para que las glándulas mamarias programaran la secreción de las defensas a la carta que el bebé necesita en cada momento. Un estudio realizado en 2013, demostró que los factores inmunitarios de la leche materna cambian rápidamente como respuesta a la infección del bebé. ¡Mamá doctora, al rescate!

 Las secreciones vaginales: las bacterias del canal del parto plantan sus semillas en la microbiota intestinal del bebé para que goce de una salud óptima. Los bebés nacidos por cesárea, que no tienen acceso a este baño bacteriano, tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar trastornos inmunitarios crónicos, como asma, alergias, artritis juvenil, enfermedad inflamatoria intestinal e, incluso, leucemia, según un estudio publicado en 2014, en el que participaron dos millones de niños, durante un periodo de treinta y cinco años. La comunidad médica, al fin, está empezando a ser consciente de este proceso tan importante; en un estudio piloto, realizado en 2016, en el cual a los bebés nacidos por cesárea se les pasó un hisopo con las bacterias vaginales de sus madres por la boca y otras partes de su cuerpo, imitando la exposición natural de los bebés que nacen por parto natural, los resultados parecían indicar que se podía restaurar la microbiota intestinal en dichos bebés. ¡El poder de la vagina!

Mientras tanto, se están realizando más estudios sobre transferencias fecales, que implica trasplantar materia fecal de un donante sano al tracto intestinal del enfermo, para tratar dolencias, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Entonces, ¿por qué no investigar sobre los tesoros femeninos? Nuestros demonizados fluidos tienen mucho potencial por descubrir. ¡Quién sabe lo que podrían hallar los investigadores si dedicaran tanto interés a los fluidos femeninos como le dedican, bueno, a la caca!

En sintonía con tu ciclo femenino

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