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3. Situaciones no coloquiales

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La lengua oral se usa también, como se ha dicho, en situaciones no coloquiales, es decir, en las que no existe espontaneidad ni confianza entre los hablantes, incluso sin proximidad física entre ellos. Se trata más bien, en estos casos, de una ficción de lengua oral, de la realización hablada de textos cuya concepción es escrita, que solo aparentemente se someten a la confrontación con el interlocutor. Este no puede replicar espontáneamente y modificar así el curso de lo dicho. A lo sumo, puede intervenir al final para preguntar o puntualizar, aunque, básicamente, su papel se limita a asentir o negar interiormente.

Tres modalidades son las más importantes: la exposición oral, el debate y el discurso:

La exposición oral

Son exposiciones orales una conferencia, una charla, la respuesta a un examen oral, un informe presentado ante un grupo, la intervención en una reunión formal, una ponencia en un congreso, etc. Adviértase que, muchas veces, son textos escritos que el autor lee en voz alta para un público. La impropiedad de considerarlos verdaderamente lengua oral está basada en el grado de explicitud, muy grande, con una rigurosa construcción lógica, la ausencia de recursos expresivos y apelativos, y la escasa o nula referencia a la situación física.

El debate

El debate es un tipo de diálogo cuyas características están muy bien delimitadas: el tema aparece claramente formulado desde el principio y suele ser bastante preciso; las reglas que estipulan su duración, la de las distintas inter-venciones, y el orden de estas, suelen estar también rígidamente marcadas; la presencia del moderador asegura el cumplimiento de tales reglas; los interlocutores no pueden hablar a título privado, sino hacerlo en nombre de un grupo, estamento o ideología; suelen realizarse en público, ante un auditorio que es verdaderamente el destinatario del debate hasta tal punto que los interlocutores no intentan tanto comunicarse entre sí o convencerse unos a otros como influir en las opiniones y decisiones de quienes los escuchan. Las intervenciones en un debate exigen un soporte razonado y argumentado considerable.


Tipo de diálogo con unas características bien definidas, donde las intervenciones, el orden, el tiempo y las reglas aplicadas por un moderador suelen estar rígidamente marcadas. En la imagen, debate electoral entre J. F. Kennedy y R. Nixon, en 1960.

El discurso

El discurso se distingue dentro de la lengua oral por su solemnidad y por las consecuencias que se les atribuye. Tan informativo por su contenido como por la representatividad de quien lo pronuncia, se pretende con él bien conseguir una situación social particularmente relevante, como, por ejemplo, el que se pronuncia para abrir un periodo electoral, o el que se realiza para agradecer un premio o distinción, o bien persuadir a un público sobre un tema.

En el discurso, el orador como se ha visto, es el que posee en todo momento la palabra. Las personas a las cuales dirige sus argumentos no tienen en ningún momento el poder de réplica para expresar sus opiniones, con lo cual, a veces, resulta un monólogo.

Los discursos quedan limitados a la exposición oral de las personas preparadas para tal fin. El público o auditorio se limita a escuchar sin tener ocasión de aportar su opinión, sugerencia o duda.

Tipos de discurso

Los tipos de discurso más característicos son: el político, como mítines o discursos parlamentarios, orientados a la acción inmediata o a la conservación del aparato institucional; el religioso, como el sermón o la homilía, cuya trascendencia se limita a los miembros de una creencia concreta; el forense, propio del ámbito legal, y el académico o la lección magistral, que se confunde prácticamente con la exposición oral.

Expresión y comunicación. SSC322_3

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