Читать книгу De oruga a mariposa. 2ª ed - Anji Carmelo - Страница 11
ОглавлениеDUELO DE LARGA DURACIÓN – DUELO CRÓNICO
Podríamos decir que en estos casos, como en muchos más entramos en una fase continuada de duelo que podríamos llamar duelo crónico, más común de lo que parece. Y también puede tener su raíz en la incapacidad personal de solucionar la vida sin el ser querido, elemento vital y necesario porque resolvía mucho de lo que ahora, además de la pérdida, está exigiendo un esfuerzo mayor para intentar encaminar el presente.
Muchas veces la falta de recursos específicos ya formaba parte de la vida de la persona que ahora está en crisis total. Esto es difícil de calibrar, sin una visión objetiva de cómo era antes. Evidentemente los que no tenemos esa posibilidad, no contamos con la perspectiva comparativa necesaria.
Pero lo que suele llamarse duelo patológico, término que yo, personalmente no utilizo nunca ya que su significado altamente clínico y reflejo de unas condiciones específicas, me consta que sólo puede ser aplicado, por profesionales. Muchos de los requisitos para que un duelo pueda calificarse de patológico, en realidad son generales a todos los duelos. Entre ellos está la culpa, la idealización de los recuerdos, la minimización de lo negativo y la tendencia a sacar las situaciones vividas de contexto. Esto no sólo se hace durante el periodo de duelo sino como regla general cuando recordamos situaciones tanto “negativas” como “positivas”. Esta aplicación solo puede realizarse después de un estudio profundo del paciente y sus capacidades y circunstancias personales y familiares. Éstas, tanto las de ahora como también las anteriores se tienen que considerar.
He observado que la mayoría de los que lo están empleando carecen de los fundamentos básicos para manejar bien el término y al aplicarlo, se pueden estar refiriendo a un duelo que mejor se definiría como crónico y no patológico. No existe patología en la necesidad de prolongar indefinidamente una situación, cuando toda la vida de esa persona se está desenvolviendo alrededor de la pérdida y de las consecuencias directas devenidas de la ausencia de su ser querido en el día a día. Nos es difícil juzgar hasta qué punto la incapacidad de sobreponerse a las circunstancias está siendo normal sin tener en cuenta el significado pragmático que esa pérdida representa en esa vida.
Pero la razón más importante es que el término en sí no sólo produce más incomprensión sino también califica a la persona, que necesita toda ayuda posible para integrar el trance y superarlo, de enferma. Con ese diagnóstico se añade aún más dificultad a un proceso en sí complicado.
La fase de mariposa que marca el final del tiempo, se alcanza cuando esa persona ha podido prescindir de los futuros que ya no podrán ser, liberándose de la carga emotiva del pasado y el rechazo del presente. Finalmente ha podido soltar todo lastre y a través de la ligereza entra de forma permanente en la eternidad del ahora, viviendo cada momento como un regalo desde donde no existe el tiempo. En esta fase se entra en la intemporalidad de manos del ser querido que ya está, como también se entra en el mundo de las causalidades y la sincronicidad, viviendo cada momento con el conocimiento del para qué.