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VALENTÍA, ESPERANZA, AUTOESTIMA

Entre los factores necesarios que ayudan, quiero destacar la valentía, la esperanza la autoestima y un buen sistema de creencias.

El duelo gira en torno a finales, a realidades que ya no pueden ser, a pérdidas, a ausencia. Es un periodo, en el que la persona que lo está viviendo va a tener que significar y sanar las áreas que han dejado de existir en su día a día. Es entonces un periodo que tiene como eje lo que no es. Y como lo que podía ser también ha desaparecido se va a necesitar una dosis muy fuerte de esperanza. Es por excelencia lo que hace posibles incursiones en el mundo de lo intocable, imprevisible e inimaginable.

La palabra esperanza, puede evocar reacciones de rechazo debidas a posibles identificaciones con actitudes religiosas o algún sistema de creencias que pueden haber defraudado en un momento o experiencia puntual, como es en muchos casos, la muerte del ser querido. Esto lleva a la negación de esa religión o sistema de creencias. Pero si la persona comprende que la esperanza no está refiriéndose a esas creencias, sino que puede abrir una puerta hacia un desenlace bueno y positivo, podrá utilizar esta actitud potenciadora y de apertura total, para ayudarse a salir de lo doloroso y conocido y apuntar a un desenlace favorable jamás esperado.

Esperanza significa sembrar y saber que habrá una cosecha que incluso puede ser inmediata. Para entrar en la dinámica de la esperanza se necesita una dosis fuerte de confianza y en realidad la esperanza y la confianza puede ser uno y lo mismo. Confiar sobre todo en uno mismo va a ser la puerta que podrá abrirse a la sanación total de las heridas causadas por la pérdida de todo lo que fue ya que va a permitir enfocar lo que aún no es pero que podrá ser. Y en realidad no será necesario esperar mucho para la recolecta ya que cada uno lleva todo lo necesario en su interior y lo único que podrá abrir la puerta a ese tesoro será la confianza de que es así.

Entonces sólo tocará aceptar esa nueva persona que ha emergido de las cenizas. Este paso puede ser el más difícil, aceptar todo lo bueno que ha sido resultado de lo peor que podía pasar. La recolecta está en cada uno y lo que se va a encontrar es una larga lista de capacidades que antes no se reconocían o diciéndolo de otra manera, estaban en la sombra.

La sombra no se refiere al lado negativo y no deseado de la persona. La sombra comprende todo lo que no se está identificando. Cuando uno se autodefine feo tiene su belleza en la sombra, al igual que la inteligencia, la generosidad, la honestidad y toda una gama de cualidades que no se consideran partes de esa persona.

La pérdida trae experiencias totalmente nuevas, que apartan de todo lo conocido y familiar precipitando en picado al lado ignorado. El enfrentamiento con dolores que jamás se habían sentido da lugar a nuevos y mejores recursos que no se conocían. Éstos son accesibles y se van a utilizar ya que sin ellos no hay superación.

Y de esta manera tan forzada y casi antinatural nacen nuevas herramientas, sentimientos y formas de ver el mundo. De pronto se accede a profundidades que no se conocían, a nuevas maneras de comunicarse desde el corazón. Por un lado, se vive el rechazo por parte de amigos y familiares que ya no aceptan que se esté sumido aún en el dolor de la pérdida y por otro, se empieza a compartir con personas que han pasado por sus pérdidas y que pueden comprender a niveles donde antes no había llegado nadie.

Este nuevo territorio, puede ser el propicio para que nazca una nueva forma de vivirse. Me refiero a la aparición de una autoestima real que a su vez abrirá la puerta para que el duelo llegue a su final y surja la mariposa.

El factor que finalmente, va a marcar la diferencia es la presencia de unas creencias inspiradoras y sólidas. Estas permitirán entre otras cosas ubicar al ser querido y saber que está bien.

Finalmente llegamos al estado de mariposa que como hemos dicho, no pertenece al proceso de duelo, sino que marca su fin.

De oruga a mariposa. 2ª ed

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