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ОглавлениеEl poema más breve sobre Dios
El poema más breve sobre Dios, lo ha escrito un obispo misionero, monseñor Pedro Casaldáliga. Y dice así:
«Mi Dios,
¿me deja ver a Dios?».
Porque, a veces, ese Dios, forjado por los vaivenes culturales, por la casuística enseñada o novelada, nos va presentando a un Dios que nada tiene que ver con el Dios revelado en Cristo Jesús.
Quizá por eso, Casaldáliga, en un arrebato de sinceridad consigo mismo, clama por la pureza de un conocimiento de Dios, alejado de nuestras propias limitaciones, de esas cápsulas en las que tantas veces lo encerramos o lo enterramos para que no nos moleste. Sin darnos cuenta, nos fabricamos un Dios a nuestra medida, o lo que es peor, alguien lo fabrica a su medida y nosotros lo asumimos como si fuera el verdadero Dios.
A este obispo misionero se debe también un hermoso «Yo pecador»:
«Yo, pecador y obispo,
me confieso de haber llegado a Roma
con un bordón agreste;
de sorprender el viento entre las columnatas
y de ensayar la quema a las barbas del órgano;
de haber llegado a Asís,
cercado de amapolas.
Confieso
de soñar con la Iglesia,
vestida solamente de Evangelio y sandalias;
de creer en la Iglesia,
a pesar de la Iglesia, algunas veces;
de creer en el Reino, en todo caso,
caminando en Iglesia.
Confieso
de haber visto a Jesús de Nazaret,
anunciando también la Buena Nueva
a los pobres de América Latina;
de decirle a María, “comadre nuestra, salve”,de celebrar la sangre
de los que han sido fieles;
de andar de romerías...».
* * *
El día 9 de marzo de 2006, el obispo español Pedro Casaldáliga recibía de manos del presidente de la Generalitat catalana, Pascual Maragall, el Premio Internacional de Cataluña 2006. Casaldáliga, obispo emérito de la diócesis brasileña de São Félix de Araguaia, recogía el premio allí mismo, con su gente, con quienes ha compartido más de la mitad de su vida. En sus palabras, esparció mensajes tan preciosos como estos:
«La globalización actual, con todos sus pecados graves tiene como contrapartida la virtud de hacer que hoy, como nunca, la Humanidad se sienta “una”».
«Estamos descubriendo, por necesidad, que navegamos en un mismo barco. El choque de civilizaciones o la alianza de civilizaciones son la alternativa inevitable. Como ahora nos encontramos todos con todos, debemos optar o por chocar unos contra otros, en la intolerancia y en la agresión, o por abrazarnos en la comprensión y en la complementariedad».
«La más esencial tarea de la humanidad es la de humanizarse. Humanizar la humanidad es la misión de todos, de cada uno y cada una de nosotros».
«Ya es un consenso universal que sólo habrá paz en el mundo si hay paz entre las religiones. Y que sólo habrá paz entre las religiones si hay diálogo entre las religiones. Un diálogo interreligioso, pero que sea generador de humanidad. Porque no se trata de sentar a las religiones en una tertulia narcisista y aséptica, fuera del mundo de la pobreza, del hambre, de la guerra, del racismo, de la marginación, del miedo. El contenido central de ese diálogo interreligioso ha de ser también humanizar la Humanidad, en nombre de Dios».
«Yo me debo hacer prójimo descubriendo al prójimo, buscándolo, acogiéndolo, dando y donándome en su servicio».