Читать книгу Meditaciones en el AVE - Antonio Gil Moreno - Страница 8
ОглавлениеLos caminos de la felicidad
El filósofo griego Epicteto nos regaló dos máximas en las que deja claro que parte de la felicidad a la que puede aspirar el hombre es una consecuencia que se deriva de hacer lo que es correcto:
«Define claramente la persona que quieres ser, como primer paso».
Y como consejo para tener una vida coherente animaba a preferir la satisfacción duradera a la gratificación inmediata. Estaba menos preocupado por lograr comprender el mundo que por identificar los pasos específicos que había que dar en la persecución de la excelencia moral.
La receta de este filósofo para lograr lo que él llamaba buena vida –nada que ver con lo que muchos identifican con pegarse la vida padre– se centraba en tres asuntos principales:
«Dominar el deseo, cumplir con el deber y aprender a pensar con claridad sobre uno mismo y sus relaciones en el marco de la gran comunidad de los seres humanos».
Al igual que Sócrates, Epicteto no dejó escritos filosóficos, pero por fortuna su discípulo Flavio Arriano preservó los principales aspectos de su filosofía para las generaciones futuras. Alumno suyo fue también el emperador Marco Aurelio, que, en sus Meditaciones, plasmó las enseñanzas recibidas. Algunas de las máximas de su manual de vida son las siguientes:
1. Cuando algo acontece, lo único que está en tu mano es la actitud que tomas al respecto; tanto puedes aceptarlo como tomarlo a mal.
2. Sé fiel a tus verdaderas aspiraciones pase lo que pase a tu alrededor.
3. Mantente fiel a tus ideales espirituales aunque seas objeto de burla por parte de aquellos que abandonan los ideales por la aceptación social o la comodidad.
4. Querer agradar siempre a los demás es una trampa peligrosa.
Cuatro reglas de oro para lograr esa coherencia personal que desemboca en una felicidad acaso pequeña pero muy satisfactoria.