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IV. HERMENÉUTICA AXIOLÓGICA
ОглавлениеEn la consumación de la Constitución de Valores desempeñan roles esenciales los jueces, primordialmente los de índole constitucional. Lo hacen así para honrar numerosos postulados de esa especie de Carta Fundamental. De ellos aquí subrayo solo tres: primero, la vigilancia del principio de supremacía con respecto al legislador; segundo, la irradiación de esa axiología a todo el ordenamiento jurídico; y tercero, la interpretación del derecho desde la Constitución y para volver a ella, nunca a partir de la ley ni menos subordinando el Código Político a lo dispuesto en preceptos legales. Todos esos postulados denotan que en la Carta Suprema se halla condensado el mejor derecho, el de más rango y mejor calidad en relación con el humanismo que hemos realzado.
Me preocupa hallar no pocos pronunciamientos contrarios a la Constitución de Valores, en Chile y el derecho comparado21. ¿Qué razones pueden explicar tal escepticismo o, más todavía, la hostilidad hacia ese concepto? Retorno, en respuesta, a lo que dije minutos atrás apuntando al positivismo formalista, hoy y afortunadamente en declive ostensible y al recelo de quienes creen que los valores son una vía para imponer, desde el iusnaturalismo católico una cosmovisión política y jurídica de determinada orientación religiosa. En un mundo sumido en el laicismo, se torna ostensible advertir tales empeños, a menudo exitosos.
Tenemos que, real y lealmente, disipar en la práctica tal animosidad, demostrando que la ética es un valor anterior y superior a la normatividad positiva e inseparable de ella, sin satisfacer aquella exigencia aceptando el que algunos llaman un mínimo ético, con regaño denotativo de falta de argumentos. Debemos también demostrar que la existencia y vigencia real de los valores, la fe en ellos y el rol que cumplen no es algo en que crean solo quienes son animados por la antropología cristiana, pues agnósticos y ateos pueden detentar igualmente axiologías y, no sin frecuencia, suscitar admiración en la práctica de ella. Por último, creo se vuelve imperativo impugnar las visiones filosóficas carentes de una antropología sólidamente cimentada, cualquiera sea ella si ignora o cuestiona la dignidad humana como clave del humanismo que propugnamos22.