Читать книгу Estafar un banco... ¡Qué placer! - Augusto "Chacho" Andrés - Страница 13

Carro con caballo incluido

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Se alquilaban por una semana. Había que tener buen ojo para elegir un animal que fuera capaz de trotar unas cuantas horas sin bellaquear.

Alberto, acompañado por su hermano Juan Carlos, deciden probar otra forma de existencia y cambian la carne por la verdura. Un vecino les enseña el arte de comprar en el mercado a buen precio y vender con un margen de ganancia en los barrios.

Diversas hortalizas y mandarinas llenan el carro. Más tarde recorren zonas atrás del Cerro ubicando montes de manzanilla y plantíos de marcela que venden en la yuyería La Selva. También ofrecen sus servicios a los quinteros del Montevideo rural para limpiar sus terrenos del hinojo que se vuelve invasivo. El hinojo es comprado como sucedáneo del anís en las chancherías. Para los hermanos fue el momento de cambiar la dieta y darse atracones de frutas en las quintas.

En 1956, con otros dueños, reabre el Alianza y la Federación logra que tomen los obreros que habían sido despedidos en 1954. Pocho vuelve a tener un empleo fijo. Pero la profundización de la crisis en la industria hace quebrar a la empresa. El año 1957 lo encuentra nuevamente sin trabajo.

En esos años Pocho se había mudado al Cerro con su familia, pero sigue en contacto diario con la barra del boliche.

Hace tiempo que viene pensando en hacer algo «grande» para pararse por un tiempo. Que sirva para financiar una fuente de «trabajo sustentable», como se dice hoy, y con el resto apoyar económicamente a organizaciones barriales y políticas.

Con dos de los compañeros más experientes empiezan a planificar la acción. Definen que «algo grande» tiene que ser un banco de mucho movimiento de caja y de fácil evacuación. La ventaja es que nadie asalta bancos, por lo que no existe un sistema de seguridad en funcionamiento. Pero les falta un modelo uruguayo a seguir, hay mucho a inventar. Muchos detalles a aprender de los buenos filmes policiales. Durante meses van superando uno a uno, todos los inconvenientes que surgen. El bolichero, que es consultado por los «clientes», les aporta valiosa experiencia personal sobre el tema. También proporciona parte del armamento.

Estafar un banco... ¡Qué placer!

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