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Prólogo

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Una pasión por el pasado recorre el Uruguay. Institucionalistas y antisistémicos, jóvenes y maduros, socialistas y comunistas, tupamaros y anarquistas, todos comparten la misma pasión por hurgar en el ayer, por revolver en particular en las décadas de 1960 y 1970, como retornando a un período de sus vidas difícil e intenso, con el propósito de transferir a las generaciones más jóvenes las enseñanzas de un período que, para muchos, sigue siendo el más fértil de sus vidas. Una etapa, en todo caso, en la que los autores se sintieron protagonistas capaces de modificar el recorrido de las nubes.

Sería fácil concluir que la pasión por el pasado está en relación directa con el apático presente. Un presente que ha condenado a los actores a convertirse en espectadores con escasas opciones en el mando a distancia; que ha trasmutado sus sueños de un mundo nuevo en la pesadilla de verse forzado a aceptar el de hoy, donde no se hicieron realidad ninguna de sus quimeras y sus herederos políticos —por llamarle de algún modo a quienes siguen vibrando por los cambios— se han arrellanado en el cómodo sillón del posibilismo.

Fácil e injusto. Por lo menos con la «novela histórica y social» que nos presenta Chacho. Decir «novela», como el propio autor llama a estas peripecias, puede parecer irreverente cuando estaban en juego algo más que los sueños de una generación de activistas, ya que en realidad ponían sus vidas en el empeño. Sin embargo, los relatos de aquellas increíbles acciones tienen el mismo tono romántico, por quijotesco, que las historias que Osvaldo Bayer recupera del olvido protagonizadas por los «anarquistas expropiadores».

El conjunto de historias que el lector tiene delante están hilvanadas por la memoria del protagonista y siguen el trillo de seres queridos, hombres y mujeres sencillos, muchos militantes pero también, vecinos, amigos y familiares.

Tal vez esa sea la diferencia mayor, y el aporte distintivo, de este libro. La capacidad de hacer una «novela histórica y social» desde abajo. No de los de abajo, porque en ningún momento pretende hablar por ellos. Son los de abajo los que ocupan unas cuantas páginas, con sus deseos, sus anhelos, sus frustraciones y angustias y, claro está, las inconsistencias que hilvanan el tejido de vida de todos los seres humanos.

Estas historias se detienen en algún andén entre la huelga general de 1973 y el exilio europeo. No llegan hasta el presente que, sin embargo, sigue poblado de sueños y, sobre todo, necesita más que nunca miradas como las de Chacho: desde el abajo común de la gente común. Ojalá, y este es un convite, una futura entrega nos transporte hasta el Uruguay del siglo XXI, tan huérfano de aquellas hojas de vida como de relatos frescos y comprometidos como los que cincelan estas páginas.

Raúl Zibechi

Montevideo, noviembre de 2009

Estafar un banco... ¡Qué placer!

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