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El oeste montevideano

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Entre 1939 y 1946 la situación económica mejoró y en la industria de la carne se crearon miles de empleos. Era la Segunda Guerra Mundial. Las vacas se transformaron en millones y millones de latitas que iban a alimentar a los centenares de miles de soldados que peleaban en Europa. Terminada la guerra la economía declina.

Las exportaciones de carne pasaron de 44 a 18 millones de dólares por año. El pleno empleo se convirtió en trabajo zafral para los más afortunados y en compensaciones mínimas para los otros.

En 1952 se desarrolló la llamada «huelga de los gremios solidarios», en apoyo a la Federación ANCAP donde se habían producido despidos arbitrarios. La presencia de los gremios de la carne fue total. En esos momentos la industria estaba trabajando bien como consecuencia de la guerra y resultó fácil movilizar a la gente. Las manifestaciones hacia el centro de la ciudad resultaron verdaderas puebladas.

El Cerro se transformó en una especie de «tierra liberada», con una barricada en medio del puente sobre el Pantanoso donde el comité de huelga otorgaba los permisos de entrada o salida.

Quedó acuñado el nombre de «Paralelo 38», que era el paralelo que separaba a las Coreas del Norte y Sur en guerra. La policía es enfrentada duramente, por miles de vecinos organizados.

El diario El País escribía: «No somos gubernistas pero estamos con el gobierno», «Se trata de defender el orden contra la subversión, la ley contra la violencia organizada, la libertad contra el libertinaje...».

En 1956 se declara otra gran huelga en la carne. Desde el Paso Molino hasta la playa del Cerro decenas de miles de habitantes se movilizan. La policía ocupa el Cerro. La Guardia Republicana con sus caballos recorre alerta las 30 cuadras de la calle Grecia, avenida principal del Cerro.

Pero llegada la noche, a veces se cortaba la luz y entonces llovían cascotes sobre los uniformados, que debían replegarse hacia el puente. Surgen con naturalidad nuevos métodos de lucha. Decenas de personas utilizando poca violencia, toman supermercados y camiones con alimentos y los reparten entre los huelguistas. Dos camiones del Frigorífico Nacional repletos de carne, son bloqueados por cientos de vecinos que se llevan la mercadería. A veces, casi enseguida del hecho, aparecen volantes del Ateneo Cerro–Teja justificando las acciones y llamando a los vecinos a organizarse en forma permanente.

Estafar un banco... ¡Qué placer!

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