Читать книгу Estafar un banco... ¡Qué placer! - Augusto "Chacho" Andrés - Страница 7

Alberto Cecilio Mechoso Méndez

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Fui uno de los últimos compañeros en ver con vida al Pocho Mechoso, a quien también conocíamos como «El Abuelo», aunque el nombre clandestino en su organización, la Organización Popular Revolucionaria Treinta y tres (OPR33), era «Martín», elegido por él, en reconocimiento «al último matrero». También por ese motivo se le llamaba «Aquino».

Alrededor del 20 de setiembre de 1976, nos encontramos en un boliche de Buenos Aires para discutir mi pedido de pase a «Chola1», el viejo núcleo de la OPR33, que aparentemente se conservaba íntegro y que se planteaba algunas acciones.

Me arreglan el contacto. Llegado al lugar fijado, me mandan a otro lado y me hacen caminar un rato. Me estaban filtrando. Finalmente me encuentro ante él, sentado en un bar y vigilando la entrada. Calmo, me miraba con un esbozo de sonrisa. Sus primeras palabras fueron de crítica, pero con un tono suave.

—Sós un desastre. ¡Ni una vez controlaste si te seguían...!

—Paah... es verdad. Estoy regalado. Tengo que bajar a tierra.

Pocho me clavó los ojos, evaluando mi respuesta.

—Y... ¿Como te encontrás?... ¿Estás para seguirla?

—¿Qué te pasa...? ¡Claro que estoy para seguirla!

Esta escena me quedó grabada, como si fuera un film. Seguramente el paso de los años fue agregando detalles. La memoria se transforma y se enriquece con el tiempo. El resto de la conversación, se me fue borrando con el tiempo y no sé cuánto duró. Escuchó mis opiniones y habló de planes, pero sin entrar en detalles. Decidió mi pase a Chola y mi traslado en un par de días al local de Roger Julien y Victoria Grisonas, muy contentos con la idea de recibirme junto a mis hijos Julia y Diego. También recibí de su boca un saludo de bienvenida del «Plomito» Soba. Nos abrazamos y, por primera vez en los últimos meses, sentí algo parecido a la esperanza, de que podíamos cambiar la suerte. Nada más lejos de la verdad.

Al «Abuelo» lo conocí en mi casa en 1969, venía a una reunión preparatoria de lo que sería la aparición de la OPR33. Mi tarea era la de portero. Le abrí la puerta y levantó la cabeza para entrar pues venía compartimentado. Nos miramos unos segundos, sin hablar.

Lo volví a ver en setiembre de 1972, en el 5º de Artillería.

Estafar un banco... ¡Qué placer!

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