Читать книгу Régimen jurídico administrativo de la sequía y escasez hídrica - Belén Burgos Garrido - Страница 8
3. La situación actual
ОглавлениеPor otra parte, la situación actual a nivel mundial respecto a la carencia de recursos hídricos, es altamente alarmante tal y como vienen reflejando desde hace tiempo los informes del Secretario General del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas. Así, por una parte, en 2017 se ponía de manifiesto que más de 2.000 millones de personas habitan en países con demasiado estrés por déficit hídrico, definido como la proporción de agua dulce utilizada respecto al total de recursos de agua dulce renovables. Y remarcaba que, en especial en África Septentrional y Asia Occidental, se padecía un estrés hídrico superior al 60%; sin embargo, en su informe de 2018 expone que 22 países sufrían esta situación (ubicados principalmente en África Septentrional, Asia Occidental y Asia Central y Meridional) y señala que el nivel de estrés hídrico había alcanzado cifras superiores al 70%, cifra que mantiene en su Informe sobre los Objetivos de Desarrollo sostenible de 202051. Observamos, por tanto, que, no solo no se ha paliado la situación, sino que se ha producido un incremento más que notable en un corto lapso de tiempo, lo que indica una fuerte probabilidad de escasez de agua en el futuro. A nuestro juicio, sólo si accionamos mecanismos tempranos para paliar este problema podremos enfrentarnos a un futuro que, de otro modo, se presenta aciago y plagado de calamidades causadas por la falta de agua (guerra, hambre, pobreza serán sus efectos). Pero, lo más preocupante, es que, en 15 de esos países, las extracciones de agua superan el 100% de los recursos renovables de agua dulce en el país52. Queremos llamar la atención sobre estas cifras, pues es evidente que si se está extrayendo más agua de la que se repone el resultado es inevitable: no cuadran los datos de sostenibilidad del recurso y el mismo se agota. Y es que, como decimos el agua no es un recurso ilimitado. Queda patente la ruptura del equilibrio entre demanda y disponibilidad del agua.
Por su parte, a nivel de la Unión Europea, la escasez de agua es un fenómeno cada vez más presente que afecta al menos al 11% de la población europea y que ha extendido sus tentáculos al 17% de su territorio. Es más, las previsiones no son nada halagüeñas ya que se predice que estos problemas serán aún de mayor importancia en el futuro, debido a que una parte sustancial de las cuencas europeas está sometida a un fuerte estrés hídrico53. Valga como ejemplo el caso de Alemania que hubo de declarar, el pasado 22 de agosto de 2018, la sequía como catástrofe natural, aprobando un paquete especial de ayudas sin precedentes a los agricultores por valor de 340 millones de euros, sequía de la que, a día de hoy, no se han recuperado plenamente, afirmando los expertos que Alemania tienen que revisar su gestión del agua. En esta línea, recientemente, este país ha comenzado a aplicar medidas para compensar a los agricultores subvencionando el seguro de sequía y percatándose de que la sequía ha dejado de ser “eso que pasa en el sur”.
Lo cierto es que la sequía que asoló a Europa Central en 2018 fue muy preocupante, así en la localidad checa de Děčín el bajo nivel del río Elba dejó al descubierto las llamadas Hungerstein o “Piedras del hambre”, consideradas el monumento hidrológico más antiguo de Europa Central54. Se trata de unas piedras con inscripciones cinceladas que los habitantes esculpían para marcar y advertir sobre el bajo nivel del agua y de que se avecinaban tiempos de hambre, enfermedades y muerte. Algunas de sus sentencias, a modo de malos augurios, rezan del siguiente modo: “Cuando me veas, llora” y “Si vuelves a ver esta piedra, llorarás. Así de baja estuvo el agua en 1.417”, entre otros.
Teniendo en cuenta todo esto, y volviendo al ámbito nacional, si a los referidos antecedentes le sumamos que España es un país sometido, por su climatología, a un fuerte estrés hídrico55, hace que este tema deba estar, sin lugar a dudas, en la agenda política actual56. Más si cabe teniendo en cuenta que, en la Estrategia Española de Desarrollo Sostenible, de 23 de noviembre de 2007, ya se incidía en la particular vulnerabilidad de nuestro país ante los episodios de sequía, por lo que se alienta a la adopción de actuaciones encaminadas a la gestión de estos riesgos que no podemos desoír57. Y, precisamente, ya en el Libro Blanco del Agua se señalaba la necesidad de establecer Planes de Emergencia e indicadores de alerta58, cuestión que, más adelante analizamos jurídicamente. No obstante, adelantamos que, como abordaremos en los siguientes epígrafes, el tema del establecimiento de los indicadores es una cuestión crucial. En concreto, en el Libro Blanco del Agua se pone de manifiesto que la sequía que se produjo a inicios de los 90 fue detectada demasiado tarde, destacando que la adopción de medidas de emergencia que sólo solucionaron problemas muy concretos. “se considera absolutamente recomendable el establecimiento de un sistema eficaz de detección de situaciones de sequía que permita activar, con suficiente antelación, los planes de explotación prefijados para estas situaciones de emergencia. Esta identificación anticipada de las sequías lleva consigo la necesidad de desarrollar indicadores de alerta basados en la información habitualmente disponible (precipitación de los últimos periodos, reservas almacenadas en los embalses, niveles piezométricos en los acuíferos, etc.) de forma que pudieran ser periódicamente calculados con el fin de señalar el posible comienzo de una sequía o identificar su fase de desarrollo”.