Читать книгу En palabras del Buddha - Бхиккху Бодхи - Страница 36
4. LA DECISIÓN DE ENSEÑAR
Оглавление19. «Entonces, monjes, pensé: “Este Dhamma que he logrado es profundo, difícil de ver y difícil de comprender, apacible, excelso, allende el alcance de la lógica, sutil, para que los sabios lo expermienten por sí mismos. Sin embargo, la gente se divierte con los objetos del asimiento, disfruta con los objetos del asimiento, se regocija con los objetos del asimiento.24 Para la gente que se divierte, disfruta y se regocija con los objetos del asimiento, es difícil de ver la condicionalidad de las cosas, el surgimiento condicionado. Igualmente, difícil de ver es la pacificación de todas las construcciones intencionales, el desasimiento de todas las posesiones, la destrucción del deseo, el desapego, la cesación, el Nibbāna.25 Si promulgara el Dhamma y no me comprendieran, me sentiría insatisfecho y contrariado”. Por esto, monjes, se me ocurrieron estos versos nunca antes oídos:
“Lo que con tanta dificultad he logrado ¿por qué darlo a conocer ahora si aquellos que viven en la pasión y el odio jamás vislumbrarán el Dhamma?
Lo que va en contra de la corriente, siendo sutil, profundo y difícil de ver, no es visible para el inmerso en la pasión, ni accesible al sumido en la oscuridad”.
»De manera que, monjes, pensando así, mi mente se inclinaba a la inacción más bien que a la propagación del Dhamma.26
20. »Entonces, el Brahmā Sahampati supo lo que se me pasaba por la mente y se dijo a sí mismo: “En verdad que el mundo se hundirá y se irá a la ruina si la mente del Tathāgata, del Arahant, del perfecta y completamente iluminado, se inclina a la inacción y no a la propagación del Dhamma”. Y entonces monjes, en un abrir y cerrar de ojos, el Brahmā Sahampati desapareció de su mundo y se presentó delante de mí. Luego, tras arreglarse el manto sobre un hombro y alzar las manos en saludo reverencial hacia mí, dijo: “Venerable señor, ruego que el Bienaventurado difunda el Dhamma, que el Bien Encaminado predique el Dhamma; hay seres con poco polvo en los ojos que se están echando a perder por no tener noticia del Dhamma y que, al hacerlo, progresarán”. Esto, monjes, dijo el Brahmā Sahampati y dicho esto prosiguió:
“Ha habido en Magadha anteriormente impuras enseñanzas de mentes sin refinar, pero ahora que abierta está la puerta de lo que no muere, que se oiga el Dhamma alumbrado por el limpio de corazón.
Como el que, de pie en lo alto de una montaña, ve a todos los que están a su alrededor, así tú, el sabio que ha ascendido a la morada del Dhamma, eres capaz de verlo todo. Aquél que está libre de pesar, que se fije en los inmersos en la pena, en los subyugados por el nacer y el envejecer.
Que se levante el héroe victorioso, el guía de la caravana, el que ha saldado la deuda, y que recorra el mundo, que el Bienaventurado difunda el Dhamma, y los que lo entiendan progresarán”.
21. »Luego, tras escuchar el ruego del Brahmā Sahampati, movido por la compasión hacia los seres, inspeccioné el mundo con el ojo de un Buddha. Monjes, inspeccionando el mundo con el ojo de un Buddha, vi seres con poco polvo en los ojos y seres con mucho polvo en los ojos, seres con facultades agudas y seres con facultades obtusas, con buena actitud y con mala actitud, dóciles y díscolos, algunos de ellos viviendo con temor a lo que está mal hecho y al otro mundo. De la misma manera que en un estanque de flores de loto azules, rojas o blancas, algunas germinan debajo del agua y crecen sumergidas sin salir a la superficie, otras germinan y crecen bajo el agua, alcanzando la superficie y permaneciendo a ras del agua, y otras germinan y crecen bajo el agua, salen a la superficie y crecen aún más allá, sin que el agua llegue a mojarlas. Así yo, monjes, inspeccionando el mundo con el ojo de un Buddha, vi seres con poco polvo en los ojos y seres con mucho polvo en los ojos, seres con facultades agudas y seres con facultades obtusas, con buena actitud y con mala actitud, dóciles y díscolos, algunos de ellos viviendo con temor a lo que está mal hecho y al otro mundo. Entonces, monjes, recité este verso al Brahmā Sahampati:
“Abiertas están las puertas de lo que no muere, que los dotados de oído manifiesten su fe. Por saber las dificultades que ello entraña, Brahmā, no difundía yo el Dhamma, recto y excelso”.
»Entonces, monjes, el Brahmā Sahampati pensó: “He hecho posible que el Bienaventurado difunda el Dhamma”. Tras ello, me ofreció sus respetos manteniéndome a su derecha y desapareció.
22. »Entonces, monjes, pensé: “¿A quién podría predicar el Dhamma en primer lugar? ¿Quién lo entendería pronto?”. Luego monjes, pensé: “Ālāra Kālāma es sabio, docto e inteligente, con poco polvo en los ojos desde hace mucho tiempo, si le predicara el Dhamma en primer lugar, lo entendería pronto”. Pero entonces, monjes, se me acercaron unos dioses y me dijeron: “Venerable señor, Ālāra Kālāma murió hace una semana”. El conocimiento y la visión surgieron en mí: “Ālāra Kālāma murió hace una semana”. Luego pensé: “Es una pena para Ālāra Kālāma, si le hubiera predicado el Dhamma, lo hubiera entendido pronto”.
23. »Monjes, entonces, pensé: “¿A quién podría predicar el Dhamma en primer lugar? ¿Quién lo entendería pronto?”. Luego, monjes, pensé: “Uddaka Rāmaputta es sabio, docto e inteligente, con poco polvo en los ojos desde hace mucho tiempo, si le predicara el Dhamma en primer lugar, lo entendería pronto”. Pero entonces, monjes, se me acercaron unos dioses y me dijeron: “Venerable señor, Uddaka Rāmaputta murió anoche”. El conocimiento y la visión surgieron en mí: “Uddaka Rāmaputta murió anoche”. Luego pensé: “Es una pena para Uddaka Rāmaputta, si le hubiera predicado el Dhamma, lo hubiera entendido pronto”.
24. »Monjes, entonces pensé: “¿A quién podría predicar el Dhamma en primer lugar? ¿Quién lo entendería pronto?”. Luego, monjes, pensé: “El grupo de cinco monjes al que pertenecía me fue de mucha ayuda27 e hizo mucho por mí cuando me esforzaba decididamente, ¿y si les predicara el Dhamma en primer lugar?”. Entonces, monjes, pensé: “¿Dónde vive ahora el grupo de cinco monjes?”, y con el ojo divino purificado que va más allá del humano, vi que vivían en Bārāṇasi, en el Parque de los Ciervos de Isipatana.*
25. »Entonces, habiendo vivido a mi albedrío en Uruvelā, emprendí el camino hacia Bārāṇasi. Entre Gāyā y el lugar de la iluminación, monjes, el Ājivaka Upaka me vio por el camino y, al verme, me dijo: “Amigo, tus facultades brillan, puro es tu aspecto y limpia tu apariencia, ¿con quién te has ordenado?, ¿quién es tu maestro?, ¿cuál es el Dhamma en que encuentras tanta satisfacción?”. Habiendo el Ājivaka Upaka dicho esto, monjes, le contesté con estos versos:
“Yo soy el que ha transcendido todo, el que conoce todo, intachable en todos los estados mentales, liberado a través de la aniquilación del deseo y la renuncia a todo, habiendo conocido por mí mismo, ¿quién podría instruirme?
No hay maestro para mí, no hay nadie como yo. En este mundo con sus dioses, no hay persona que me iguale.
Yo soy un Arahant en el mundo, un maestro insuperable único, un Buddha perfecta y completamente iluminado, [cuyos fuegos se han] enfriado y extinguido.
Voy ahora a Kāsī para hacer sonar el tambor de lo que no muere en un mundo cegado por la oscuridad”.
“Por lo que dices amigo, debes ser el conquistador universal”.28
“Como yo, en efecto, son los conquistadores los que han conseguido aniquilar las corrupciones. Yo he conquistado los estados mentales malignos, por lo tanto, Upaka, soy un conquistador”.
»Dicho esto, monjes, el Ājivaka Upaka dijo: “Es posible, amigo” y, sacudiendo la cabeza, tomó otro camino y se marchó.
26. »Entonces, monjes, seguí caminando hasta llegar a Bārāṇasi, al Parque de los Ciervos en Isipatana, donde me acerqué al grupo de cinco monjes. Me vieron venir de lejos y, al verme, acordaron lo siguiente: “Amigos, viene el asceta Gotama, el que se da a la buena vida, el que abandonó el esfuerzo y volvió a la vida regalada. No le saludaremos, no nos levantaremos y no tomaremos su cuenco ni su manto, pero prepararemos un asiento y, si quiere, que se siente”. Sin embargo, monjes, a medida que me acercaba, el grupo de cinco monjes fue incapaz de mantener su palabra. Uno vino a saludarme y tomó mi cuenco y mi manto, otro me preparó un asiento y otro trajo agua para lavarme los pies. Sin embargo, me llamaban y se referían a mí como “amigo”.29
27. »Dicho esto, monjes, dije así al grupo de cinco monjes: “Monjes, no llaméis y no os refiráis al Tathāgata como ‘amigo’. Monjes, el Tathāgata es un Arahant, un Buddha perfecta y completamente iluminado. Prestad oído y escuchad, monjes: lo que no muere ha sido encontrado. Os voy a instruir y a predicar el Dhamma. Si hacéis lo que os digo, sin tardanza, en este mismo mundo, realizándolo por vosotros mismos con conocimiento superior, alcanzaréis y moraréis en aquella insuperable consumación de la vida de santidad por la que los hijos de familia lícitamente dejan el hogar para salir a la vida sin hogar”.
»Dicho esto, monjes, el grupo de cinco monjes me contestó así: “Amigo Gotama, con tu comportamiento, prácticas y ascetismo, no lograste estados sobrehumanos, ni el conocimiento y visión propios de los Nobles. ¿Cómo ahora que te das a la buena vida, que has abandonado el esfuerzo y has vuelto a la vida regalada, puedes haber logrado estados sobrehumanos y el conocimiento y visión propios de los Nobles?”. Dicho esto, monjes, contesté así al grupo de cinco monjes: “Monjes, el Tathāgata no se da a la buena vida, ni ha abandonado el esfuerzo ni ha vuelto a la vida regalada. Monjes, el Tathāgata es un Arahant, un Buddha perfecta y completamente iluminado. Prestad oído y escuchad, monjes: lo que no muere ha sido encontrado, os voy a instruir y a predicar el Dhamma. Si hacéis lo que os digo, sin tardanza, en este mismo mundo, realizándolo por vosotros mismos con conocimiento superior, alcanzaréis y moraréis en aquella insuperable consumación de la vida de santidad por la que los hijos de familia lícitamente dejan el hogar para salir a la vida sin hogar”.
»Por segunda y por tercera vez, el grupo de cinco monjes me dijeron lo mismo y, por segunda y por tercera vez, les contesté igual.
28. »Entonces, monjes, les dije: “¿Es que no os dais cuenta de que nunca antes os había hablado de esta manera?”. “No, venerable señor”.30 “Monjes, el Bienaventurado es un Arahant, un Buddha perfecta y completamente iluminado. Prestad oído y escuchad, monjes: lo que no muere ha sido logrado, os voy a instruir y a predicar el Dhamma. Si hacéis lo que os digo, sin tardanza, en este mismo mundo, realizándolo por vosotros mismos con conocimiento superior, alcanzaréis y moraréis en aquella insuperable consumación de la vida de santidad por la que los hijos de familia dejan el hogar, y hacen bien, para salir a la vida sin hogar”.
29. »Y así, monjes, conseguí convencer al grupo de cinco monjes.31 A veces adiestraba a dos monjes mientras los otros tres iban a recolectar comida, y de la comida que los tres monjes habían recolectado, el grupo de seis nos manteníamos. Otras veces, adiestraba a tres monjes mientras los otros dos iban a recolectar comida, y de la comida que los dos monjes habían recolectado, el grupo de seis nos manteníamos.
30. »Entonces, monjes, el grupo de cinco monjes adiestrados e instruidos por mí, estando ellos mismos sometidos a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y frustración; habiendo comprendido el peligro inherente en lo sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y frustración; buscadores de lo no sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y frustración, la paz de la liberación, el Nibbāna, lograron lo que no está sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y frustración, la paz de la liberación, el Nibbāna. El conocimiento y la visión surgieron en ellos: “Nuestra liberación es inconmovible, éste es nuestro último nacimiento, ya no hay más devenir”».
(de MN 26: Ariyapariyesana Sutta; I 167-173)