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Introducción a la problemática de la gimnasia

La gimnasia artística, anteriormente llamada deportiva, es una modalidad muy compleja, no sólo por el hecho de englobar varios aparatos que presuponen una movilidad bastante diferenciada, sino también porque las exigencias impuestas al nivel de la ejecución son muy elevadas. Muchos de los elementos gimnásticos son de gran complejidad y no están al alcance de la mayoría de nuestros deportistas. Hay, sin embargo, incontables elementos que son de dificultad inferior y que pueden ser abordados en las escuelas y en las clases de formación existentes en los clubes de gimnasia. De cualquier forma, incluso estos elementos más simples obligan al cumplimiento de varios presupuestos: a) que los practicantes se entreguen a su práctica con fuerte motivación, b) que esa práctica tenga continuidad y se repita varias veces por semana y a lo largo de varios años, c) que el gimnasio donde practican reúna buenas condiciones de entrenamiento y sea un lugar agradable para “estar” y convivir, y d) que estén presentes profesores/entrenadores conocedores de las técnicas gimnásticas e igualmente motivados.

Este libro está dirigido a los profesores/entrenadores que hacen el trabajo de base junto con los jóvenes y a los estudiantes de Educación Física. La formación de los profesores de Educación Física es muy diversa debido a las innumerables escuelas de formación existentes, variando de país en país e incluso dentro de un mismo país. Procuramos con este libro darles algunas pistas y orientaciones que les ayudarán a enseñar más y mejor a sus alumnos. El principal objetivo que nos llevó a la concepción y realización de esta obra fue el de facilitar indicaciones sobre las formas de ayuda. Paralelamente, indicamos algunas de las situaciones de aprendizaje más utilizadas para cada elemento.

La enseñanza de la gimnasia puede dividirse en torno a dos problemas: el aprendizaje correcto de las técnicas y la seguridad de los practicantes. Las cuestiones ligadas a seguridad de los practicantes son, sin duda, importantes para quien enseña. Por consiguiente, el ayudante debe tener siempre en consideración que, si no fuese posible ayudar al alumno a realizar bien el ejercicio, lo más importante es impedir que se lesione al ejecutarlo. La integridad física y psíquica de los niños y jóvenes nos preocupa realmente, pero también tenemos muy claro que una ejecución correcta es el mejor camino para evitar accidentes y lesiones. La mejor ayuda que puede darse a un alumno ha de orientarse en el sentido de la consecución de objetivos, de los cuales destacamos:

•Contribuir para que el alumno tenga un adecuado desarrollo de las capacidades motoras que constituyen la base de los elementos gimnásticos que se propone aprender.

•No incentivar la precocidad o urgencia de pasar de elementos más simples a los más complejos sin que los primeros estén completamente aprendidos (no dejar al practicante quemar etapas de aprendizaje).

•Utilizar situaciones de aprendizaje pedagógicamente adecuadas para cada alumno, en función de su nivel de desarrollo gimnástico, de su edad y de su experiencia deportiva.

•Utilizar situaciones de aprendizaje que respeten rigurosamente los aspectos y conocimientos más recientes de cada elemento gimnástico.

•Prevenir, en cada situación de aprendizaje, la posibilidad de accidente e intentar reunir las condiciones necesarias para evitarlos. Esto supone un buen conocimiento de las técnicas, de las condiciones materiales del gimnasio y fundamentalmente de los alumnos.

•Asegurarse de la existencia de un ayudante competente. La mayor parte de los elementos gimnásticos que se enseñan en los gimnasios exigen la presencia de ayudantes que sepan exactamente cómo y cuándo intervenir. Ayudar bien es hacerlo en los lugares precisos, en el momento exacto y con la fuerza y/o intensidad necesarias; ni más ni menos. Cuando se ayuda demasiado, el alumno no necesita esforzarse lo suficiente para aprender a hacerlo solo; cuando se ayuda de forma insuficiente, se corre el riesgo de que el alumno no aprenda la técnica o corra peligro su integridad física. Por eso, podemos decir que un buen ayudante necesita: a) conocer muy bien los elementos que está enseñando, b) colocarse correctamente con relación al alumno y al aparato, c) estar bien físicamente para poder ser rápido en la reacción y preciso en la intervención, d) estar muy atento al movimiento del alumno, e) saber anticipar un posible fallo de ejecución, lo que presupone, además del conocimiento de la técnica, un conocimiento personal del alumno, f) tener siempre presente que es más importante mantener la integridad física y psíquica del alumno que la ejecución correcta de los elementos, g) saber aprovechar correctamente la fuerza que el alumno desarrolla en las diferentes acciones gestuales, posibilitando un aprendizaje más seguro y más rápido, y h) saber protegerse a sí mismo colocándose de forma que no se sobrecarguen estructuras como la columna vertebral o algún grupo muscular en acciones poco correctas desde el punto de vista biomecánico, pues, más tarde o más temprano, podrán sobrevenir lesiones incapacitantes para las funciones de ayudante y/u otras.

Las ayudas que se utilizan en este libro son las designadas ayudas manuales. Las situaciones de aprendizaje que presentamos para cada elemento presuponen ayuda material inherente a la propia elección de aparatos auxiliares y/o a su colocación y utilización. Sin embargo, no haremos referencia a esas situaciones pues las ilustraciones son claras y objetivas en cuanto a los fines que se proponen. Distinguimos tres tipos de ayuda, concretamente la manipulación, la impulsión y la parada. Por manipulación entendemos el hecho de que es el ayudante quien, interviniendo en los lugares y momentos apropiados, conduce al alumno por las trayectorias y velocidades adecuadas de forma que ejecute el elemento o parte del elemento, pero dentro de lo que se considera “buena técnica”. Por impulsión nos referimos a los pequeños o mayores impulsos que se proporcionan al alumno en fases importantes del elemento, ya sea para adquirir amplitud de movimiento, para posicionarse en una trayectoria más adecuada, o para obtener o mantener velocidad, ritmo, fluidez, continuidad de movimiento, sean incluso para facilitarle la obtención de la postura corporal o segmentaria. La “parada” es un tipo de ayuda que se utiliza frecuentemente al final del elemento para facilitar la obtención de una posición equilibrada y estable al alumno. Sin embargo, con frecuencia, el ayudante interviene en otras fases de los movimientos, frenando al alumno para permitirle disminuir la velocidad de ejecución, o llegando incluso a interrumpir completamente el elemento cuando se percibe que de continuar puede suceder o provocarse un accidente.

La gimnasia de los últimos años se caracteriza, cada vez más, por movimientos de gran amplitud, con pormenores técnicos de ejecución muy rigurosos y precisos que provocan, en quien observa, la sensación de que todo es muy fácil, y por otro lado, para quien sabe/conoce, la constatación del perfeccionismo de la ejecución y del aprendizaje. Al contrario de lo que acontecía hace dos o tres décadas, hoy en día los gimnastas aprenden de inmediato los elementos en su máxima corrección técnica posible, y en las amplitudes máximas que le son permitidas en función de las características individuales; a modo de ejemplo, señálese que, en la actualidad, no se enseña la salida de mortal agrupado en la barra fija. Los gimnastas de competición aprenden a realizarlo, desde el principio, con el cuerpo en planchado. Como son ligeros y pequeños, es fácil para el entrenador hacer manipulaciones y, por otro lado, existen, ahora, condiciones muy mejoradas de seguridad, como los fosos de esponja, en los que se puede caer sin riesgo de lesión.A esto se le añade, actualmente, el hecho de llevar a cabo una selección de jóvenes talentos, de forma que los que demuestran menos aptitudes para la gimnasia son orientados a otras modalidades donde puedan potenciar sus capacidades. Hay, por tanto, una postura de lealtad y respeto por las competencias de cada deportista, que se revela, en un verdadero esfuerzo de evaluación de las capacidades y posibilidades de los jóvenes, sin crear falsas esperanzas en los propios niños, en los padres y en los entrenadores con ilusiones de un éxito ficticio.

Es el ejemplo de la alta competición el que sirve de referencia a la elaboración de nuestro trabajo, porque, con las debidas adaptaciones, lo que es deseable, correcto y eficaz para los buenos gimnastas también lo es para nuestros alumnos (las condiciones materiales, los buenos técnicos/ayudantes y la técnica correcta). Claro que no podemos exigir a los alumnos en edad escolar que entrenan pocas veces y durante poco tiempo que alcancen niveles de ejecución o dificultades elevadas, pero nuestra idea es que ejecuten elementos básicos con buena técnica. Es visualmente más cautivador ver un volteo adelante bien hecho que un mortal cayendo sentado.

Otro aspecto del que se ocupa este libro es proporcionar a los profesores información suficiente para que puedan mejorar y optimizar su labor docente. La práctica efectiva de la gimnasia proporciona información que de otra forma (por el estudio, la visualización o por la recepción de información) no sería adquirida en su totalidad. Por otro lado, al referirse a aspectos técnicos, al alertar sobre posibles errores de ejecución, al indicar algunas de las acciones motoras de los elementos, al recordar algunos ejercicios para el esfuerzo muscular y flexibilidad, y esencialmente al explicar (a través del texto y las ilustraciones) algunas formas de ayuda, creemos que estamos contribuyendo al aumento de los conocimientos gimnásticos de los profesores, hayan o no sido practicantes (mejores o no tan buenos). A pesar de haber hecho un esfuerzo para ubicar las situaciones de aprendizaje según el criterio del más fácil (simple) al más difícil (complejo), no defendemos la idea de progresión pedagógica como era utilizada hace algunos años, principalmente por los autores francófonos. Efectivamente, nuestra experiencia nos llevó frecuentemente a concluir que muchos alumnos (y gimnastas) no necesitaban seguir los pasos preconizados por dichas progresiones pedagógicas para tener éxito en su aprendizaje, muchas veces resolvían fácilmente una situación más compleja sin antes haber aprendido las más simples. En función de sus características (y motivaciones), los alumnos deben tener una cierta libertad de elección, no sólo de los elementos gimnásticos a ejecutar, sino también en la utilización preferencial de algunas situaciones en detrimento de otras.

El código de puntuación actual (FIG, 2001) es claro en cuanto a su filosofía general; los gimnastas deben realizar correctamente sus ejercicios, porque es de efecto estético superior y porque garantizan su propia seguridad, incentivando a que cada uno presente solamente los ejercicios que realmente ejecuta a la perfección. El hecho de que las penali-zaciones por ejecución sean igualmente rigurosas para quien va a presentar un elemento simple que para quien realiza uno complejo ayuda a los practicantes a “situarse” en su verdadero nivel gimnástico, y desincentiva las tentativas de ejecución de elementos con una complejidad “superior a la de sus posibilidades”, con la esperanza de que encaje bien. El código está estructurado para que sea “premiado” el gimnasta que realiza un elemento de baja dificultad y lo ejecuta correctamente, en detrimento del gimnasta que se arriesga a realizar un elemento de mayor dificultad pero falla o lo ejecuta mal (la penalización por ejecución incorrecta supera en la mayoría de los casos la diferencia de valor entre el elemento fácil y el difícil, y así, al realizar el elemento más fácil sin penalización, el gimnasta obtiene una nota superior al que realiza el elemento difícil pero fue penalizado en la ejecución).

En las mejores escuelas de gimnasia se constata que niños y jóvenes aprenden elementos de gran dificultad prácticamente imitando el “comportamiento motor” de gimnastas más veteranos y de más experiencia.

Entonces, a los entrenadores les basta con estar atentos en el sentido de orientar las actividades y suministrar las indicaciones gestuales y verbales adecuadas. De esta constatación es fácilmente deducible que las ayudas deben prestarse en función de las necesidades individuales de los alumnos, y que sólo se vuelven más efectivas cuando se trata de enseñar elementos de media o elevada dificultad. Sin embargo, es bueno señalar que, en estos casos, se trata de gimnasios con excelentes condiciones de seguridad pasiva: colchones adecuados a cada situación, foso para caídas, aparatos de iniciación en elevado número, temperatura adecuada del ambiente, entre otras. Mientras que no tengamos esas condiciones, esto es, salas de gimnasia bien equipadas en las escuelas, tendremos que disponer siempre de profesores muy atentos que deberán intervenir con mucha más frecuencia. Si la actuación del profesor no fuera efectiva y eficaz, no veremos a nuestros alumnos evolucionar y, sobre todo, continuaremos corriendo múltiples riesgos de accidente. Urge realizar una reestructuración de la enseñanza y aprendizaje de la gimnasia en el contexto de los sistemas de enseñanza, no sólo en términos de mejora de los recursos materiales y de las competencias de los profesores/entrenadores, sino también en el sentido de potenciar la toma de conciencia de que la práctica de la gimnasia desempeña un papel importante en el proceso de desarrollo y crecimiento de los niños y jóvenes.

Posiblemente, las técnicas gimnásticas se aprenden mejor cuando son iniciadas e implantadas en edades tempranas, debido a la mayor plasticidad de las estructuras musculotendinosas y de las articulaciones, y fundamentalmente, al hecho de que el sistema nerviosos aún se encuentra en maduración, lo que permite adaptaciones y una más fácil interiorización de “trayectos” motores y sensoriales. Por eso defendemos encarecidamente que las bases de la gimnasia, sea escolar, sea de competición, se implanten en las guarderías, en Preescolar y en las Escuelas de Primaria. En este nivel de escolaridad deberían ser aplicados programas gimnásticos de base para cada edad, con el objetivo de desarrollar el aprendizaje motor de gestos que sirven de “soporte” a la gimnasia y a otras técnicas deportivas, para desarrollar las capacidades motoras que, sabemos, se deben promover e incentivar en estas edades, tales como la flexibilidad, el equilibrio, la coordinación y la velocidad de reacción y gestual, así como las nociones del ritmo, del espacio y del tiempo.

Por otro lado, defendemos una enseñanza que privilegie la individualidad del alumno, esto es, para un alumno con potencialidades, deben ser creadas las condiciones necesarias para que éstas se desarrollen. Normalmente los sistemas de enseñanza privilegian lo “colectivo” en detrimento de lo individual, y eso no favorece el desarrollo de los mejores. Digamos que son los mejores quienes se perjudican en el intento de recuperar a los peores. No dejamos de alabar ese “espíritu noble” del legislador, pero de esa forma nunca nadie alcanzará la “excelencia” en ninguna área (ni en la gimnasia ni en el deporte en general, ni en las Matemáticas, ni en las Físicas o las Lenguas). Creemos que los programas y las aulas donde son puestos en práctica deberán favorecer un margen de actuación y autonomía con el objetivo de promover un desarrollo general de todos los alumnos y de crear condiciones para que los más aptos puedan llegar más lejos. Con la aplicación de esta idea de la gimnasia, queremos tan sólo señalar que todos los alumnos deben aprender algunos elementos gimnásticos básicos (giros, apoyos, suspensiones, balanceos, ruedas, pinos, etc.), y que los más aptos deben tener derecho a que les enseñen elementos más complejos (salto de manos, la ronda, círculos, mortales, etc.)

En la gimnasia artística, muchos elementos gimnásticos son igualmente ejecutados por niñas y niños; son comunes a la gimnasia artística femenina y a la masculina. En este libro tuvimos la preocupación de utilizar ilustraciones femeninas siempre que un elemento está orientado o exclusivamente dirigido a las niñas (ejemplo de los “remontes” en el suelo, de los elementos en la barra de equilibrios y algunos de la barra fija/paralelas asimétricas), e ilustraciones masculinas cuando el elemento es más utilizado o exclusivamente efectuado por niños (ejemplo del caballo con arcos y de las paralelas). En los restantes elementos (la mayoría) fue diferente; si existen más ilustraciones masculinas que femeninas es por comodidad del diseñador.

Las paralelas asimétricas y la barra fija son aparatos cuya movilidad tiene innumerables semejanzas, especialmente en los denominados “elementos cerca de la barra” o de la banda. La presencia de la banda inferior en las paralelas asimétricas limita alguna amplitud en determinados elementos, como son los balanceos y cambiadas (a escala superior, no tratados en este libro, existen otros elementos igualmente “limitados”, como son los gigantes, los despegues y algunas salidas).

La referencia a las acciones motoras es una forma de remarcar algunas informaciones sobre los movimientos y de facilitar la interpretación de algunos aspectos técnicos y/o gestos de diversos elementos gimnásticos.

Manual de ayudas en gimnasia (Bicolor)

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