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3. EL VALOR DEL EMPRENDIMIENTO COMO IMPULSOR DEL CRECIMIENTO SOCIAL

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La primera de las acciones a reforzar (Figura 4), imprescindible, resulta ser la potenciación de la cultura emprendedora de los universitarios en formación, a nivel de grado o posgrado, como investigadores o no, a través de programas de sensibilización y formación en todas las herramientas transversales que, potenciando su alcance, les permita aplicar su conocimiento como base de iniciativas innovadoras4).

La empleabilidad de los graduados debe crecer con su capacidad emprendedora, y con ello, sea bien por cuenta ajena como iniciadores o apoyo a procesos innovadores o bien auto-empleados en iniciativas de emprendimiento propio innovador, la transferencia del conocimiento se incrementará, y favorecerá la innovación empresarial. Trasladar personas con estas características al tejido productivo debe mejorar, además, la capacidad de intraemprendimiento empresarial, cuyo déficit es importante en nuestro país (CISE, 2017; Global Entrepreneurship Monitor, 2016) y lastra la capacidad innovadora ya que en su ausencia no hay estímulo interno para la innovación empresarial.

Por otro lado, la sensibilización a iniciativas emprendedoras de los investigadores en formación se ha mostrado como potenciadora de la capacidad estructurada de las universidades para generar spin-offs propios o en colaboración con empresas. Para ello se debe aportar a los investigadores la iniciación a las herramientas que necesitan, comunes en gran parte a las que soportan su actividad investigadora propia ya que claramente una tesis doctoral o un proyecto investigador es un proyecto emprendedor. Estas nuevas empresas, al estar asentadas en el conocimiento recientemente generado en los equipos de investigación, se establecen con un alto potencial en sostenibilidad (90% sobreviven a los 5 años) y empleabilidad (muy superior al de las nuevas empresas no universitarias consolidadas) (Igual, et al. 2015), siendo la sostenibilidad y la empleabilidad activos generadores de crecimiento y competitividad.

Esta sensibilización también es necesaria llevarla a todo el colectivo de investigadores universitarios, en todos los niveles de responsabilidad, ya que debe entenderse que contemplar la transferibilidad de los resultados de la investigación no es una pérdida de tiempo, desviadora de productividad científica inmediata, sino el sentar las bases para activar la eficacia de la acción investigadora, promotora del crecimiento a través de la transferencia, direccionando el conocimiento para la innovación empresarial, complementando la demanda empresarial de nuevas colaboraciones con lo que se empieza a estimular la virtuosa relación universidad-empresa.

Cobra así sentido el potenciar las capacidades emprendedoras universitarias como factor clave desde su proactividad en la mejora de eficacia de la transferencia de conocimiento como valor social. Máxime en un sistema como el español, al tener España unos indicadores en emprendimiento preocupantes: una tasa de actividad emprendedora en el entorno del 5,5%, lejos del 10% en el que están las economías basadas en la innovación más emprendedoras, y un emprendimiento de calidad basado en la oportunidad menor al de éstas. Indicadores además con pérdidas importantes desde el inicio de la crisis, emparejadas temporalmente con el retroceso en inversión en I+D+i tanto pública como, fundamentalmente, empresarial privada.

Ha de tenerse en cuenta, para entender la necesidad de estas acciones y su vinculación a la eficacia de la transferencia del conocimiento que correlacionan, siguiendo en sentido inverso el flujo de la Figura 1, la mayor competitividad con la mayor capacidad innovadora y ésta con la percepción de oportunidades de nuevos procesos de emprendimiento de calidad. En la comparación de esta percepción de oportunidades para el emprendimiento y la innovación (Figura 5) entre países líderes innovadores, como los nórdicos en puestos preferenciales de competitividad a pesar de su menor nivel poblacional, y países innovadores moderados del sur de Europa, entre los que está España, se aprecia la necesidad de potenciar, con planificación y ejecución, en la sensibilización, la formación y el apoyo del emprendimiento en nuestro país.

La fiscalidad del emprendimiento

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