Читать книгу La fiscalidad del emprendimiento - Carlos de Pablo Varona - Страница 8
1. EL VALOR SOCIAL DEL ENLACE UNIVERSIDAD-EMPRESA
ОглавлениеLas razones para establecer marcos relacionales entre Universidad y Empresa deben encontrarse en el valor social de su asociación. El valor social de cualquier actividad se determina por lo que sus resultados representan para la sociedad en su conjunto, no exclusivamente para los responsables de ejecutarla, y, con preferencia, en su entorno más próximo.
Las relaciones entre las universidades y las sociedades a las que se deben, por la funcionalidad de las primeras, generan beneficio mutuo estableciendo una espiral virtuosa que permite el crecimiento. Las sociedades demandan funcionalidad a las universidades y contribuyen a su financiación, sean bajo modelo público, privado o mixto, y estas devuelven los resultados de su actividad, investigación y formación, cuyo valor final es su capacidad de generar crecimiento con el que la sociedad incrementa sus capacidades, y con ellas incrementa también su apoyo y nuevas demandas a las universidades (Pastor y Peraita, 2012). Pero de generar crecimiento en las sociedades se encargan preferentemente las empresas, por lo que la asociación coordinada universidad-empresa es la estructura, el marco, que permite el crecimiento adecuado, sostenible, eficaz y eficiente, de una sociedad. La labor de las administraciones públicas, representando a las sociedades, es impulsar acciones nucleadoras, potenciadoras y estabilizadoras de ese marco.
Consecuentemente, la actividad de las universidades tendrá tanto mayor valor social cuanto más potencie esta espiral de inter-apoyo virtuoso. Para ello sus resultados deben medirse en cómo contribuyen al desarrollo económico y social, en sus pasos sucesivos: conocimiento creado; su transferencia para aplicaciones de innovación y desarrollo; competitividad del sistema productivo, y, finalmente, modelo propio, que significa autónomo o libre, de sociedad y bienestar. La Figura 1 ilustra esta cadena propia de las sociedades de economía innovadora, en cuyo colectivo se encuentra España, tanto en su conjunto como parcelada en sus diferentes Comunidades Autónomas.
El gráfico que acompaña a la Figura 1 indica que la relación entre el conocimiento generado y el crecimiento desde la innovación y la competitividad productiva, que es lo que demanda la sociedad, debe considerarse como la verdadera materia prima sobre la que apoyar el crecimiento de una sociedad. Siendo el primero el resultado inmediato de la investigación, una de las funciones universitarias. Así, esta relación depende poderosamente de cómo se establezca la vinculación entre universidad-empresa. Como en el tiro parabólico, en cuyo modelo se basa cualitativamente la relación planteada en la figura, existe una trayectoria relacional óptima, para con la que se obtienen valores máximos de crecimiento social para una inversión en conocimiento dada, siempre que se canalice adecuadamente la transferencia del conocimiento que incluye la actividad educativa generado en la formación investigadora. La existencia de un cuidado marco relacional entre universidad y empresa permite encontrar el adecuado porcentaje de inversión, de cada uno de los sectores, público y privado, para que el conocimiento creado sea aprovechado con máxima capacidad de transferencia2).
Crear conocimiento y transferirlo es labor de las universidades, recepcionarlo y ponerlo en productividad es tarea de las empresas. La asociación entre unas y otras, cuando es correcta, hace crecer los anillos de la espiral del desarrollo social al reforzar la transferencia del conocimiento. Para que la asociación se establezca se requiere la voluntad de sus dos extremos, los generadores de conocimiento, entre los que las universidades son mayoritarias, y los receptores-transformadores-aplicadores, fundamentalmente las empresas.
El vínculo entre conocimiento y competitividad/crecimiento es la innovación, como se ve en el flujo de la Figura 1. Por tanto, el vínculo funcional clave entre universidad y empresa se establece vía la innovación y requiere tener plenamente activados los mecanismos de la transferencia del conocimiento.
Como se aprecia en la Figura 2, la innovación se convierte en el flujo potenciador de las empresas para su competitividad y una de las conexiones, con múltiples canales, para acceder a ella es a través de la transferencia del conocimiento para procesos innovadores por parte de las universidades. Sin embargo, universidades y empresas tienen distinta visión inicial sobre lo que representa para ellas la innovación: un potencial derivado de sus capacidades para las primeras y la base de apoyo para su correcta funcionalidad para las segundas. Vincular esas dos visiones para hacer que la innovación sea el enlace entre conocimiento y crecimiento requiere de una visión más global para ambos actores, en la que se reconocen como agentes complementarios del desarrollo de la sociedad, de la que forman parte, se conocen mutuamente, se respetan mutuamente y se asocian para hacer de la transferencia del conocimiento una actividad eficaz y social. Este debe ser el camino de la colaboración, generadora de la confianza mutua, en la que luego se apoya, para agentes funcionalmente distintos y con diferentes ritmos.
Avanzar, como se debe, para tener bien implementada la capacidad innovadora requiere tener plenamente activados los mecanismos de la transferencia del conocimiento. Y esto requiere de la voluntad de sus dos extremos, los generadores de conocimiento, entre los que las universidades son mayoritarias, y los receptores-transformadores-aplicadores, fundamentalmente las empresas.