Читать книгу La fiscalidad del emprendimiento - Carlos de Pablo Varona - Страница 23
1. TAMAÑO EMPRESARIAL Y PRODUCTIVIDAD
ОглавлениеEn un tejido productivo cada vez más globalizado, incierto, complejo y en continua evolución, el tamaño empresarial importa, tanto para las empresas consolidadas como para las de nueva creación. Desde su origen, todo proyecto empresarial tiene una vocación de crecimiento que puede verse condicionada por factores intrínsecos al propio proyecto (modelo de negocio, capacidades del empresario, acceso a recursos, etc.), pero también puede afrontar otros factores de entorno ajenos al mercado, como barreras de tipo normativo y de política económica que lo limiten, mermando su competitividad internacional, e, incluso, su viabilidad en el mercado nacional.
Esto puede dar lugar a que un proyecto empresarial no alcance el tamaño crítico (medido en términos de volumen de activos, de ventas, y de empleados) necesario para lograr una eficiencia en costes y ser competitivo a nivel internacional. Por tanto, en un mercado globalizado parece más conveniente contar con empresas grandes que con PYMEs.
Sin embargo, la presencia de una masa significativa de trabajadores autónomos es un fenómeno habitual en todas las economías, y más particularmente en las avanzadas, aquellas altamente liberalizadas y flexibles, con una elevada actividad en el sector servicios, y que demandan competencias profesionales específicas con un esquema de dedicación flexible y temporal, dando lugar al fenómeno conocido como «gig economy » (De Stefano, 2015; Friedman, 2014). Esto significa que se está produciendo una simbiosis entre el tejido empresarial y los trabajadores autónomos, emprendedores y nuevos emprendedores, basado en la eficiencia, la flexibilidad, la especialización y el trabajo en red. Todo ello cohesionado por el uso intensivo de las TIC como instrumento de intermediación.
Esta dinámica responde a las vertiginosas transformaciones del mercado de trabajo en todo el mundo, que está pasando paulatinamente del modelo de «empleo por cuenta ajena para toda la vida» al del «trabajador 2.0», personas que venden sus capacidades profesionales y creativas, o, simplemente, su tiempo, bajo demanda, de la mano de tecnologías avanzadas, permaneciendo competitivos en el mercado profesional a lo largo de su vida adquiriendo nuevas competencias y obteniendo experiencia profesional de forma continuada, lo que les hace incrementar su valor añadido en un nuevo proyecto. Este valor preponderante de las personas, emprendedoras en esencia, es un proceso imparable, que plantea nuevos retos a la sociedad y al marco normativo que la regula, provocando diferencias competitivas entre los diferentes ecosistemas socioeconómicos nacionales y regionales. Así, como se observa en la Figura 7, el autoempleo ocupa actualmente al 13,75% de la población trabajadora en Europa, con diferentes perfiles según países. En Estados Unidos esta proporción llega al 30%, y se estima que pueda alcanzar el 50% en pocos años33). De ellos, se considera que en torno al 8%-12% de los adultos en edad de trabajar lo hace actualmente como emprendedores o trabajadores autónomos a tiempo completo, mientras que el resto lo hace de forma esporádica, o a tiempo parcial.