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4. EMPRENDIMIENTO CORPORATIVO COMO PALANCA DE COMPETITIVIDAD

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Bajo el cambio de paradigma hacia la pequeña escala empresarial las grandes compañías no están abocadas a desparecer; más bien adaptarse para poder competir con adversarios que bien son startups bien incumbents que se relacionan con ellas y hasta las emulan en sus procesos innovadores.

La razón es que la eficiencia con que las startups producen y aplican el conocimiento para resolver necesidades del mercado, a menudo de manera disruptiva, ha convertido a los emprendedores en un modelo de competitividad para las grandes empresas que desean ganar agilidad y capacidad para ir más allá de la innovación incremental.

Tal y como muestra el informe Emprendimiento corporativo en España: gacelas y elefantes bailan juntos sin pisarse26) este fenómeno ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas −aunque desde siempre latente− a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario económico cada vez más incierto y complejo, los puntales del sector empresarial ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación característicos de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con éstas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores. Tal y como reflejaron los focus groups con representantes de las grandes corporaciones realizados para la confección del citado trabajo, las organizaciones líderes son cada vez más conscientes de que las ideas innovadoras e interesantes no tienen necesariamente que salir de sus departamentos de I+D.

Para ilustrar la rápida expansión del emprendimiento corporativo en los peldaños más altos de la pirámide empresarial, basta indicar que el 80% de las 43 organizaciones estudiadas en Emprendimiento corporativo en España contaban con algún tipo de programa para identificar este talento intraemprendedor de sus empleados; el 73% había tenido al menos una experiencia de éxito en la generación de nuevos negocios a través del emprendimiento corporativo, y el 91% sostenía que esta actividad crecerá en su organización en los próximos años. Asimismo, algunos de los programas de emprendimiento corporativo identificados en dicho informe eran considerados por su grado de sofisticación y resultados como buenas prácticas a nivel internacional27).

Sin embargo, pese a que el emprendimiento corporativo está cada vez más presente en la planificación estratégica de las grandes compañías, cuando se analizan los recursos que cada empresa dedica a esta actividad afloran importantes diferencias. Por dar algunos datos extraídos del mismo informe de 2017: casi la mitad de las empresas que afirmaban tener una política de emprendimiento corporativo indicaba que ninguno de sus empleados tenía dedicación exclusiva a proyectos intraemprendedores; solo el 32% había creado espacios específicos para alojarlos, y menos de un tercio se había dotado de instrumentos financieros para apoyarles.

Lo anterior parece mostrar que, aunque desde la alta dirección se haya adquirido conciencia de la relevancia del emprendimiento corporativo, en muchas ocasiones los discursos no vienen acompañados de los recursos necesarios para que lleguen a materializarse en actuaciones con una mínima ambición. Es, por tanto, preciso que las palabras no solo se pronuncien, sino que se interioricen consecuentemente por parte de los directivos de las grandes empresas de forma que se incentive la iniciativa para poner en marcha nuevos proyectos, pero también se establezcan cauces para hacerlas posible.

Otra debilidad ligada al estado del emprendimiento corporativo en España es que no hay un verdadero ecosistema en el que las grandes empresas tejan relaciones de colaboración entre sí o con otros agentes salvo contadas excepciones. El resultado es la proliferación de microecosistemas emprendedores que giran en torno a una gran corporación con escasa conexión con el resto del tejido empresarial o institucional, limitando la capacidad para atraer, acompañar e integrar a las startup. De hecho, una de las escasas iniciativas encaminadas a facilitar la colaboración entre las grandes empresas en materia de emprendimiento, el programa «Crea y Crece», desapareció con la disolución del Consejo Empresarial de la Competitividad que le daba amparo en 2017.

No obstante, las insuficiencias del emprendimiento corporativo entre organizaciones líderes son pocas si se compara con la situación del fenómeno entre las pymes. Los datos que proporciona el informe GEM desde 2011 sobre la actividad intraemprendedora en la población en edad de trabajar apuntan a una baja penetración de esta cultura en la base de la pirámide del tejido empresarial.

En efecto, España registra un porcentaje de trabajadores implicados en el lanzamiento de nuevos productos, servicios o negocios muy inferiores a los que le correspondería por su grado de desarrollo: solo en 1,4% de la población adulta es intraemprendedora, lo que sitúa al país por debajo de la media del grupo de economías basadas en la innovación de la UE28 (5,1%)28). De hecho, el Foro Económico Mundial sitúa a España entre los países con menos capacidad de innovación empresarial, situándose en el puesto 22 de los 28 países europeos29). Además, la evolución del fenómeno ha sido negativa en contra de lo que cabría esperar, habiendo retrocedido el porcentaje de población intraemprendedora nueve décimas entre 2011 y 201530). Si bien esta categorización puede matizarse habida cuenta del dinamismo experimentado por las empresas gacela consolidadas en los últimos años, los negocios de crecimiento rápido y basado en la innovación no representan más del 6% del tejido empresarial31).

En definitiva, si asumimos las tesis del Foro de Davos y del proyecto GEM acerca de la fuerte vinculación entre competitividad y emprendimiento corporativo, se hace evidente que, junto al respaldo de las vocaciones emprendedoras de los jóvenes y la creación de una política nacional de emprendimiento coordinada y eficiente, debe incluirse también como prioridad en los próximos años para el ecosistema español el fortalecimiento de la actividad de emprendimiento corporativo. Foros de intercambio de buenas prácticas entre directivos, programas formativos especializados, consorcios de innovación abierta e iniciativas encaminadas a activar la triple hélice con universidades y sector público son solo algunas de las líneas de actuaciones a explorar a tal efecto.

La fiscalidad del emprendimiento

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