Читать книгу Autonomía, dependencia y servicios sociales - Carmen Alemán Bracho - Страница 17
2.4. Los movimientos sociales de lucha para la construcción de su propia realidad
ОглавлениеSi retomamos la idea de la construcción social de la realidad, se pueden observar cómo los propios conceptos discapacidad o diversidad funcional presentan matices de la misma realidad. El primero limita, porque manifiesta límites en la capacidad, mientras que el segundo muestra que existen diferencias en diversas capacidades. Ambos conceptos interpretan la realidad de forma distinta, aunque tienen en común que muestran las implicaciones sociales que tienen la falta o el deterioro físicos o funcionales.
De forma general, la imagen de la dependencia se ha abordado desde dos tipos de movimientos sociales. Uno de ellos corresponde con los movimientos sociales de la mujer, que se han fijado en que socialmente se construía la realidad mostrando que el cuidado era una actividad femenina “natural”. El otro tipo de movimientos sociales que ha abordado la dependencia han sido los activistas y científicos, que han puesto de manifiesto como el cuidado puede ser opresivo. El concepto dependencia es controvertido. Desde la sociología se analiza la construcción social, desde la política se le atribuyen connotaciones negativas de pasividad, en la sociedad se utiliza el término para demandar intervención profesional. Sin embargo, la autonomía y la independencia se postulan como universales y con aspiraciones de conseguir y alcanzar nuevas y más altos objetivos.
Siguiendo a Kittay (1999), se puede afirmar que el cuidado es una actividad unidireccional, un trabajo o servicio que proporciona apoyo, supervisión y seguimiento personal sistemático y continuado a alguien. Análisis más recientes sugieren que las cualidades de la dependencia recíproca se encuentran implícitas en lo que se denomina cuidado. La idea clave es que no sólo un cuidador activo hace algo por una persona pasiva o receptor dependiente, sino que existen un intercambio entre ambas personas puesto que la asistencia y cuidados se produce y se consume (Fine y Glandinnindg, 2005). El cuidador recibe una retribución bien monetaria o bien, por ejemplo, con el uso de la vivienda de le persona considerada dependiente. Esta idea introduce dignidad y equilibrio en la interacción entre cuidador y cuidado, al sacar a la luz mediante la construcción social la interdependencia que existe entre ambas partes.
La participación social en la construcción social de la realidad de las personas con dependencia o discapacidad es cada vez mayor. Existen asociaciones de carácter local, autonómico, nacional e internacional que trabajan en esta dirección. Algunas internacionales aglutinan a todos los tipos de dependencia o discapacidad, como Disabled People’s International6. Otras se articulan alrededor de deficiencias concretas, como World Federation of Deaf7 o World Blind Union8.
Todos los movimientos sociales articulados en asociaciones dan voz a las personas dependientes o discapacidad y a sus familiares. Desde estas estructuras sociales se sienten con la fortaleza para cuestionar las perspectivas más estigmatizadoras y afrontar con libertad sus propias vidas. Como el resto de los movimientos sociales, permite la transformación de las identidades y las sociedades construyendo nuevas realidades. Existen tres tipos de organizaciones: paraguas, de autoayuda y activistas.
1. Asociaciones paraguas son las que llevan más tiempo activas, proceden de organizaciones de beneficencia y facilitan servicios a sus miembros.
2. Asociaciones de autoayuda que han derivado la perspectiva médica hacia una dimensión más social y holística de las personas. Esta evolución ha permitido fijar la atención en la inclusión y la plena participación en la sociedad.
Desde esta perspectiva de autoayuda se rechazan los roles y la construcción social tradicional de la identidad estigmatizada. Los valores son la integración y la independencia personal. Es la sociedad la que debe cambiar para permitir un entorno inclusivo a las personas con dependencia y discapacidad. Su papel en la construcción social de la identidad y de la inclusión de la dependencia y discapacidad ha impregnado y alcanzado las políticas sociales occidentales. Hasta tal punto que en todos los programas electorales y acciones de gobierno se tiene en cuenta esta cuestión.
Las asociaciones de autoayuda han promovido los denominados Centros de Vida Independiente que son espacios en los que se realiza atención primaria y de prestación de servicios y cuyo objetivo principal es permitir a las personas con diversidad funcional tener la mayor autonomía posible. Las prestaciones y servicios los atienden las propias personas afectadas.
Tras toda la reestructuración urbanística y arquitectónica de eliminación de barreras están este tipo de asociaciones. Además, trabajan en legislación para promover la autonomía y modificar la construcción social que valora de forma negativa, exclusiva y estigmatizada. Contribuyen a modificar el sistema educativo, el sanitario, el laboral, el modo de comprar, el ocio, etc. Es decir, modifican la cultura material e inmaterial de la sociedad para visibilizar, incluir y permitir la autonomía y el desarrollo de las personas con diversidad funcional.
En la medida en la que el alcance de la actividad de este tipo de asociaciones ha modificado la construcción social de la realidad, se recoge más adelante con mayor profusión para explicar la propuesta del concepto diversidad funcional.
3. Asociaciones activistas. Es tangencial al modelo social expuesto más arriba para abordar la dependencia y la discapacidad, en la medida en la que deja de lado la perspectiva trágica para centrarse en la opresión social que estigmatiza. Lo importante son las experiencias de las personas afectadas. Como el anterior tipo de asociaciones, también han intervenido en la consideración política y en la construcción social de esta cuestión.
Sin embargo, es mucho más directa en cuanto que estas asociaciones y sus miembros ocupan físicamente los espacios que tradicionalmente les han sido vetados, trasgreden la norma discriminatoria con su sola presencia. Muestran con firmeza las carencias de la sociedad que permitan su presencia, como las limitaciones en los espacios físicos o la ocupación de espacios simbólicos de poder e influencia social9.
Desarrolla la Teoría Crip, que parte del concepto cripple para poner en duda la idea de un cuerpo normal. Considera el cuerpo y las discapacidades como fluidas, en constante cambio. Es cuanto menos provocador, desafía, y trasmite empoderamiento en sociedades en las que la mayoría de los propios ciudadanos, considerados “normales”, no se reconocen con los modelos socialmente establecidos respecto a lo que es ser “normal” (por la aparición de signos de la edad, la altura, el peso, etc.). Esta perspectiva plantea implícitamente la transitoriedad y los cambios del cuerpo a lo largo del tiempo. En realidad, todos somos susceptibles de ser dependientes, con diversidad funcional o tener alguna discapacidad, de forma definitiva o transitoria.