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El sujeto latinoamericano

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Necesito preguntarme: ¿existen un sujeto europeo, un sujeto latinoamericano, un sujeto musulmán, etc.? El sujeto del psicoanálisis no es el individuo, no es el ADN, ni es la persona.

Nietzsche decía que el hombre es el único animal que puede morirse de sed en un desierto delante de un vaso de agua. Pero ese hombre no es cualquiera, sino un hombre y ese sujeto del acto, impredecible, que no escapa a lo que hizo en él su encuentro primero con el deseo de su Otro (la madre o quien haya estado donde los cuidados siembran de palabras los cuerpos inermes) o su encuentro con el agujero negro de una ausencia.

Pero entonces vuelvo a mi pregunta.

¿Hay un sujeto latinoamericano? Lo hay en la medida que el sujeto juega su partida en una lengua, en un suelo lenguajero de significantes cuya singular impronta de goce lleva escrita en su cuerpo pulsional. No somos sin eso.

El sedimento americano, hecho del cruce de las lenguas y las culturas originarias con los discursos venidos a conquistarlas, a colonizarlas, a impregnarlas, a evangelizarlas, a ilustrarlas, aún resiste y se manifiesta –está ahí, esperando ser historizado.

Y si no es historizado, situado, leído, pensado por cada uno, tampoco genera una responsabilidad. Es lo que Murena intenta; es como en el análisis ¿de qué se ha gozado? ¿De qué se goza? ¿Qué goces presionan a favor o bien en contra de la vida del sujeto o de la ciudad o de la nación?

¿Dónde trabaja la freudiana pulsión de muerte? Hace un tiempo trasladaron los restos de Perón a la Quinta de San Vicente; quedó a la vista el sindicalismo de pura cáscara, opulento y brutal, aferrado a su poder de convocatoria de otros tiempos27. El viejo aparato represor en las sombras insiste en el terror28. A la vez se recubre de mil maneras lo que no se quiere mostrar, mientras se pulveriza al oponente.

Más reconfortante que saber es condenar o salvar en bloque; el nombre arrojado sobre el otro como una injuria disfraza los restos laxos pero resistentes de las ideologías congeladas o los simples prejuicios.

Me gustaría ver un poco mejor qué pasó en Argentina, de qué vaciamiento surge una ciudadanía ignorante de lo político, desinteresada de lo público, lo cual se refleja por todas partes en la vida cotidiana, en la política, incluso en la mugre de la ciudad y en sus calamidades diarias, y si esos discursos vacíos son lo único con lo que contamos hoy.

Es notable: al mayor desinterés en la política se corresponde una verdadera proliferación de los partidos políticos que se acentuó a partir de 2001. La Cámara Electoral Nacional tiene en su registro más de setecientos29. Otro fenómeno argentino.

Querida María

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