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La muerte anunciada del psicoanálisis

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Más adelante espero ver con vos los años que siguieron a los de la dictadura.

Los gobiernos se sucedieron. Hubo variados y particulares fenómenos colectivos de índole diversa. Pero en cualquier tiempo y lugar, la gente se junta, habla, pregunta.

Consulta astrólogos, tarotistas, videntes y manosantas. Hace grupos de reflexión. Se junta para tratar las conductas adictivas.

Busca tratamientos psicológicos, individuales o en grupo, en lugares públicos de atención, o en los consultorios de psiquiatras, psicólogos, terapeutas de diversas tendencias e iluminados maestros orientales. Consulta psicoanalistas así dichos freudianos, junguianos, kleinianos, lacanianos; es el pragmatismo sui generis de la ingeniosidad argentina.

Por supuesto, no se sabe cuánto de lo que circula como “psicoanálisis” lo es.

También prosperan las prácticas diagnósticas y clínicas que no cuentan con lo que se lee en la palabra del paciente; intentan anular la angustia y suprimir el síntoma, con lo cual cierran la vía hacia la responsabilidad subjetiva.

Así suele ser la práctica espontánea; la formación es larga y cara. Casi siempre es una buena excusa. De la EOL puedo decir que desde su inicio sus puertas están abiertas; las enseñanzas diurnas libres y gratuitas se desarrollan cada día. Hay otras42.

El psicoanalista digno de su nombre sabe que “la ética del psicoanálisis hace emerger los derechos de las personas por el acontecimiento de un decir”43. Eso difícil te lo digo más fácil: el psicoanálisis hace que el hablante se encuentre de otro modo en lo que dice, a la manera de una ética de las consecuencias frente a su propio acto.

Son muchos, María, los analistas de diversas líneas y tendencias que trabajan en la formación (análisis, control, estudio) de muchos practicantes en muchos lugares públicos y privados, donde alguna versión del psicoanálisis tiene presencia. La demanda es enorme.

Existe, en Buenos Aires y en Rosario, una gran Convergencia de grupos lacanianos diversos, en la que cada grupo aporta a la conversación su democrática diferencia44.

Han decidido aceptar la fragmentación. Obviar las escisiones dolorosas. Ejercitar las diferencias. No incurrir en “la burocracia AMP” y no caer bajo “el dogma milleriano”.

(¡Ah! ¡Eso sí que es extremo! ¡Eso es robarle a la AMP su espíritu!)

Cada tanto se oye anunciar la muerte del psicoanálisis; antes había gente que sabía de qué hablaba y la deseaba realmente, a conciencia. Ahora es marketing periodístico. Aquí el tema vende, Freud y Lacan venden. Curiosidades. ¿Quién no se refiere a su analista en esta ciudad, incluidos políticos y famosos? ¿Qué historieta no lo aprovecha?

Por doquier se escucha a los “pacientes” desengañados, “del psicoanálisis”.

En ocasiones toman voz pública unos “psicoanalistas” desengañados, que los hay. Sí, sí. En serio, si el psicoanálisis es como ellos lo pintan está bien muerto.

Sin embargo, yo creo que aún está vivo. Porque “hay del analista”, como decía Lacan para significar que de eso, hay.

Me parece que este libro mío quiere decir que analista “hay”.

Lacan también decía que cada analista puede decirlo de sí mismo: “al menos yo lo soy, analista”, pero no será sin los otros analistas, sin una comunidad de experiencia. ¿Le suceden a mi práctica efectos verdaderos, no efectos pasajeros de sugestión, no sólo inestimables resultados “terapéuticos” (“ando mucho mejor”), sino otra cosa, otra vida?

Querida María

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