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El interior del interior

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Tengo aquí el libro de Martín Caparrós35 del que te hablaré. Al abrirlo, encontrás un mapa y sobre él la traza de un recorrido por el Noreste y Noroeste de la Argentina; en la página siguiente, el comienzo: un auto cargado y un largo viaje que se emprende. Escribe que la Argentina es un invento, una abstracción. Una entelequia, “casi tres millones de kilómetros de confusiones, variedades, diferencias, inquinas y querencias y un himno una bandera una frontera y, a veces, mismos goles”. Si somos de Buenos Aires, dice, hacemos equilibrio en una línea inexistente; podemos ir al interior o al exterior, si esto fuera un todo, en el medio no hay nada; “nosotros somos esa nada”.

Son “kilómetros de confusiones” y: en Buenos Aires “somos esa nada”. Buenos Aires capital, ¿no es más bien lugar de cruce de las culturas, feria de vanidades, mercado de saberes, perpetua importación y exportación de talentos y de ideas? ¿Somos quizás nada de algo que pudiera precisarse?

Recorriendo las regiones que elige transitar, Caparrós busca en “el interior del interior”, y encuentra la patria pos-menemista, y esa mirada sí que necesita que nos detengamos en ella y quizás nos diga a los de Buenos Aires cosas que aún no habíamos pensado.

Otro libro que te mostré en estos días, María, me trajo diferentes ráfagas de nuestra tierra argentina. Un pequeño libro que en una jornada de la Escuela me ofreció una colega de Pergamino, Bettina Boniffati: Cinco años a caballo. Su viaje. A sus veinte años.

Desde Tierra del Fuego hasta Salta pasando por algunos países vecinos. A caballo. Por el retorno más fortuito de eso que a los cinco años había conmocionado su infancia: “Olí por primera vez el cuero en 1973, en una talabartería”. Te copio unas líneas de Bettina escritas en su cabalgata por el Litoral, que tomo casi al azar entre mis marcas verdes sobre las páginas blancas: “Estar alerta ante la gente muy devota. También ante la hechicería. Los que te hacen gualichos son menos nocivos que los que te convierten en esperanza y traen los chicos a la ruta para que los beses. Me recuerda la facilidad con que se hace una religión. Da una sensación de que confían en cualquiera”. Lectura. Luminosa escritura, páginas preciosas de la que es hoy talentosa escritora y artista plástica.

El libro de Caparrós es más duro, porque su viaje por elinterior (así, todo junto, pegado, dice) es más reciente; por donde pasaba había pasado antes el proceso militar, había caído la metalurgia. Habían prosperado el menemismo, la convertibilidad, la soja, las empresas, las alianzas corruptas y una regia e inédita colección de desastres argentinos. ¿Qué quedó de la Patria sanmartiniana? ¿O de los sueños alberdianos? ¿Qué pasó con la Patria peronista?

Querida María

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