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Homenaje al Dr. Mauricio Goldenberg

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En Argentina vivimos a los saltos hace muchos años. No es de hoy que los analistas practicamos la clínica con el pragmatismo que impone la necesidad de acudir, estar, atajar, ir al punto de urgencia. No es de hoy que salimos de los consultorios para trabajar en los rincones más pobres de la ciudad.

El psicoanálisis argentino acudió a los más necesitados, estuvo en los hospitales, incluso se encendieron debates entre psiquiatras, psicoanalistas e integrantes de izquierda.

Hubo un Dr. Enrique Pichon-Rivière39, psiquiatra psicoanalista sui generis, cultísimo, humanísimo, inclasificable, de intuiciones geniales en el campo social. Hubo un Dr. Mauricio Goldenberg, por cuyo Servicio en el Aráoz Alfaro (Policlínico de Lanús) pasaron muchos de mis colegas. El Dr. Goldenberg había ganado por concurso la jefatura del Servicio de psicopatología en 1956.

Cuando dejó el Servicio, en el 72, los jóvenes practicantes habían aprendido a su lado la elucidación de la clínica, la psiquiatría próxima al psicoanálisis, un modo de dirigirse a las personas, el hábito del diálogo interdisciplinario, un estilo para abordar a las familias y una manera de estar en contacto con el barrio que circundaba al hospital.

Habían modificado las costumbres manicomializantes (los electroshocks, los chalecos de fuerza y recursos por el estilo) y el Servicio ya era parte de la vida del hospital. “¿Qué no se habrá experimentado allí –escribe una colega– empujados por el torrente de sus invenciones?”40

Agrega que el Dr. Goldenberg “exigía el discernimiento más riguroso” en el campo de las psicosis, exigencia que mi colega encontraría más tarde en el Dr. Jacques Lacan.

Mauricio Goldenberg estuvo entre quienes, en el 66, renunciaron a sus cátedras en la UBA la noche de los bastones largos, cuando el ejército arrasó la mejor universidad de América latina, que perdió su autonomía. El Dr. Goldenberg se exilió en 1976. ¿Qué quedó de lo hecho? “No desapareció, queda como causa”.

Vuelvo a mi pregunta de hace un momento. ¿Cuál es la innovación?

Querida María

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