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ОглавлениеValores - 7 de enero
Los rocklets de la Regla de Oro
“Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes” (Mat. 7:12, NVI).
En mi pueblo venden un brownie bañado en chocolate y mini Rocklets. Una vez llevé ese postre para festejar el cumpleaños de una de mis alumnas. Entre globos, risas y actividades, la clase transcurrió normalmente, terminó y los chicos se fueron. Me quedé en silencio para limpiar y ordenar todo, y cuando fui a guardar lo que quedaba del brownie, me encontré con que a la porción le faltaban los mini Rocklets. Su ausencia había dejado un espacio vacío... y se notaba.
No sé quién los comió ni si hubo mala intención al efectuar ese robo tan pequeño. Pero sé que la actitud nació de donde nacen todos los males: de nuestro egoísmo humano innato.
¡Cuántas veces sacamos de los demás sin que nadie vea, sin que se den cuenta! Sacamos algo porque nos beneficia, y tener ese “mini Rocklet” es para nosotros más importante que el vacío que queda en su “porción”.
Hoy en día lidiamos con robos, usos y abusos mucho más grandes que ese, pero recordemos que el egoísmo no es la solución para las carencias o los apetitos; aunque sea grande o pequeño, nuestro accionar puede dejar un vacío innecesario en algo o en alguien.
Nuestra forma de manejarnos, al final, sí marca la diferencia, aunque sea en las personas que nos rodean.
No es tarde para restituir algunas cosas, o para llenar con gestos pequeños pero significativos los espacios que han quedado vacíos, a veces sin mala intención, a veces pensando que nadie lo notaría.
¿Qué “confites” crees que tienes a tu alcance hoy para “decorar” un espacio vacío?
En El discurso maestro de Jesucristo, Elena de White comparte unas citas respecto a este tema:
“En tu trato con otros, ponte en su lugar. Introdúcete en sus sentimientos, sus dificultades, sus chascos, sus gozos y sus pesares. Identifícate con ellos, y luego trátalos como quisieras que te trataran a ti si cambiaras de lugar con ellos. Esta es la regla de honestidad verdadera. [...] Y es la médula de la enseñanza de los profetas. Es un principio del cielo [...]. Cuando los que profesan el nombre de Cristo practiquen los principios de la Regla de Oro, acompañará al evangelio el mismo poder de los tiempos apostólicos” (pp. 123, 124, 126).